Sexo, marcha, sexo

Antes de comenzar mi relato les daré una descripción de mi persona. Soy una mujer bastante atractiva, mido 160 cms., rubia, delgada, peso 50 kgs., práctico danza, lo que hace que mi cuerpo se mantenga muy bien formado. Mis medidas son: 93 – 61 – 92. Cuando salimos con mi esposo, me gusta vestir muy provocativa, para que los hombres me deseen y a él lo envidien. Tengo un pequeño problema, me cuesta mucho tener un orgasmo, por lo que me gusta estar mucho rato teniendo sexo sin parar. Mi esposo es un gran amante y me comprende perfectamente. Mis fantasías son las mismas que las suyas, por lo que nos llevamos sexualmente muy bien. 

Nuestra primera historia la realizamos en unas vacaciones que tomamos juntos. Nos encontrábamos en un centro vacacional y deseábamos concretar nuestra fantasía de integrar un tercero o una pareja en nuestra relación, pero las personas con las que nos reuníamos, o no nos gustaban o no estaban en el tema. Nos encontrábamos en la cantina del hotel, Alberto, mi esposo estaba jugando al tenis de mesa, mientras que yo me encontraba junto a otras chicas conversando y jugando canasta, cuando veo dos muchachos de unos 18 años, que me parecieron interesantes. Entonces miré a mi esposo y cuando me mira, le indiqué a los chicos. Él los miró, me sonrió y les dijo si querían jugar una partida con él. 

Los chicos que recién llegaban al centro vacacional, aceptan muy gustosos. Luego de varios partidos, y promediando la media noche, Alberto les dice para dejar de jugar, ya que la cantina estaba por cerrar la zona de juegos. Para ese entonces yo me encontraba sola, ya que mis compañeras se habían retirado a sus habitaciones. 

Alberto se me acerca y me presenta con los muchachos. Estos al verme quedan como cortados, ya que hacía mucho rato que me miraban con bastante descaro. Claro que yo iba vestida para que me miraran, ya que tenía puesta un vestido azul muy cortito, tipo solera muy escotado que dejaba ver casi hasta el nacimiento de mis pezones y cuando me inclinaba hacia delante mostraban una generosa vista de mis senos bien parados y de pezones rosados. Como no llevaba sujetador, la vista era muy tentadora. Como ropa interior llevaba solamente una minitanga, que cuando cruzaba las piernas se veían a la perfección. 

Nos retiramos a la cantina y ocupamos una mesa. Varios tragos mediante, y ya bastante desinhibidos, la conversación se fue tornando hacia lo sexual, yo le pregunté a los muchachos si tenían novia, y si habían tenido experiencias sexuales, a lo que ellos muy nerviosos me contestan que no, pero uno tenía novia y frecuentemente se masturbaban con su novia sin llegar a penetrarla. 

La situación me tenía bastante caliente por lo que le propuse a Alberto y a los muchachos para retirarnos a nuestra habitación y seguir ahí la conversación. A pesar del alcohol, yo estaba bastante nerviosa porque no sabía lo que iba a pasar, por lo que me abracé muy fuerte de mi esposo mientras caminábamos por el pasillo, mientras él me acariciaba cariñosamente la cola, levantando levemente el vestido, que como era muy corto, dejaba ver mis glúteos y mi minitanga, toda metida en la cola. Los muchachos iban detrás y conversaban muy bajito, pero como en el pasillo todo era silencio, pudimos escuchar la conversación. 

-¿Viste que buena que está? – Si, ¡que bueno si la pudiésemos ver desnuda! – Cuando vaya al baño me voy a hacer terrible paja. 

Esa conversación me tenía totalmente mojada y se lo hice saber a Alberto cuando entramos en nuestra habitación. Los chicos al llegar se despidieron y Alberto les dijo “todavía queda media botella, ¿nos ayudan a terminarla? Ellos se miraron y un poco nerviosos se miraron y entraron. La erección que llevaban era muy evidente. Alberto propuso jugar a las cartas a un juego de prendas. 

Ellos aceptaron de inmediato. El juego consiste en que quien gana les puede hacer una pregunta a los perdedores y estos tienen que contestar con la verdad, en caso de no querer contestar, debe pagar una prenda que es elegida por el ganador. Si un jugador miente, y otro lo descubre, entonces debe pagar dos prendas a cada uno de los demás. 

Entre tragos, comenzamos a jugar. Nos sentamos todos sobre la alfombra, yo para estar más cómoda, me senté en posición india, por lo que mis bombachas quedaron a la vista de los chicos, además cada vez que recogía una carta, al estirarme se me veían los pezones. El primero en ganar fue Martín, uno de los chicos. El diálogo fue el siguiente: 

-Alberto – ¿Te molesta que otros hombres miren y deseen a tu mujer? – La verdad que eso me excita, -Laura – ¿Te animas a hacer el amor con más de un hombre a la vez? 

Yo quedé cortada con la pregunta, y como me demoré varios segundos, todos dijeron que no había querido contestar, por lo que me dijeron que debía pagar una prenda. 

La prenda elegida por Martín fue que me debía quitar la tanga en forma muy sensual. Quedé un poco paralizada, entonces Alberto se levantó y me tomó de las manos para que me parase. Entonces comencé a quitarme muy despacio la tanga, haciendo que saliera lentamente de mi cola, mostrando todo para los chicos que reían nerviosos. Cuando terminé, de sacármela, me agaché y les mostré mi conejo totalmente depilado y mojado, entonces le tiro en la cara la tanga a Martín, como premio. Les juro que mi calentura en esos momentos era la más grande de mi vida. 

-Carlos – ¿Tienes ganas de hacerte una paja pensando en Laura? – No, yo ya no me hago la paja. 

Entonces todos le dijimos que habíamos escuchado el diálogo en el pasillo, por lo que tuvo que pagar una prenda a cada uno. El primero en pedir prenda fue Alberto. 

- Queremos que nos muestres tu verga, entonces se levanta y se saca los pantalones y el bóxer y deja liberada una verga de no menos de 20 cms y muy gruesa. Laura pegó un gritito y se tocó instintivamente la conchita, abriendo muy grande los ojos. El segundo en pedir prenda fue Martín. 
- Bueno… quiero que te la menees un poco, hasta que te ordene parar. Entonces Carlos comienza a llevarla hacia atrás y adelante muy despacio y le pide a Martín para parar porque está por acabarse. Me tocó a mí pedir prenda y no me pude aguantar más, estaba súper caliente y el alcohol me había desinhibido por completo, además la situación estaba al límite. 

- Carlos, quiero… que te acabes en mi boca. 

Entonces Carlos se acerca a mí y me acerca ese apetitoso trozo de verga. Lo tomo con mis manos y me lo llevo a la boca, como puedo me meto hasta la mitad y comienzo a succionar. No pasaron ni treinta segundos cuando siento una fuerte descarga de leche que me llega directamente a la garganta, seguidas de otras que no puede tragar y se resbalaron por mis labios, cayendo sobre mis tetas. 

Nunca me gustó tragar la leche, ni que me acaben en la boca, pero en esos momentos lo deseaba y junté con mis dedos la leche desparramada y me llevé los dedos a la boca hasta dejarlos limpios. Cuando recupero la compostura veo que Alberto y Martín están desnudos y me están quitando el vestido. La verga de mi esposo es de tamaño normal, unos 18 cms. Miro la de Martín que es un poco más corta pero muy gruesa. Entonces, sin pensarlo y solamente siguiendo mis instintos, lo acuesto en la alfombra y me monto sobre él, clavándome de un solo golpe toda su verga y comienzo a cabalgarlo como una desesperada. 

Mientras me estaba cogiendo a Martín, Alberto y Carlos me manoseaban por todos lados, en un momento, siento un dedo que entra en mi conchita y sale todo mojado para trazar círculos en mi hasta entonces virgen culito. Eso me excitó tanto que busqué desesperada una verga para ponerla en mi boca y encontré la de Alberto, que chupé como nunca lo había hecho, incluso le pude un dedo en el culito de él, sin saber si le iba a gustar o no. 

Como él facilitó la entrada supe que si le gustaba. Mientras tanto Carlos me metía dos dedos en el culo que estaba muy dilatado, entonces le pedí “Cogeme por el culo, por favor, ponémela en el culo que no aguanto más. 

Carlos se sube encima nuestro y sin ninguna delicadeza me la entierra de un solo golpe. Al sentir todo ese pedazo de verga entrar hasta que los huevos me golpearon la concha, pegué un verdadero alarido de dolor, porque créanme que me lo partió provocando bastante daño, pero la calentura era tan grande que hasta el dolor me produjo placer, por lo que le dije, con los ojos llenos de lágrimas. -Cogeme con toda tu fuerza, rompeme toda… Al verme tan viciosa, Alberto se acabó en mi boca con una eyaculación tan larga como nunca lo había hecho, por lo que aunque traté de tragar todo no pude, cayendo parte sobre la alfombra. 

Desde el momento que Carlos me la puso atrás, comencé a acabar, y tuve un orgasmo muy largo o varios orgasmos juntos, ya que estuve acabando por más de cinco minutos. Estaba en pleno goce de mis orgasmos cuando Martín me dijo que acababa, y le pedí que lo hiciera en mi boca, pero no llegó a salirse de mi conchita, por lo que me acabó todo adentro, pegando fuertes gritos de placer. 

Carlos, que ya se había acabado en mi boca, demoró un poco más en acabarse, y lo hizo cuando yo ya no soportaba más tenerla adentro. Me tomó de los pelos y me tiró hacia él con mucha fuerza, lo que hizo que quedara sentada sobre él, y sus movimientos fueron tan violentos y con tanta fuerza que pese al dolor que sentía, provocaron que tuviera otro orgasmo, pero esta vez mucho más corto e intenso, que me dejó sin aire y a punto de desmayarme. Nos separamos y nos quedamos tirados en la alfombra durante varios minutos. Me sentía destruida, totalmente dolorida, principalmente mi culito que estaba terriblemente irritado y del que emanaba un poco de sangre junto a la leche de Carlos. Mientras “mis hombres” se reponían, fui al baño a higienizarme. 

Cuando regresé los encontré conversando animadamente, y apenas entré en la habitación me rodearon, besándome y tocándome por todas partes. Incluso un dedo fue a mi dolorido culito, por lo que protesté, pero ante mi protesta, el dedo fue introducido totalmente, lo que provocó que me mojara nuevamente y que mis pezones se pusieran como piedras. Luego de varios minutos de besos, lenguas y manos por todos lados, soy conducida a la cama. 

Les pido que por favor, no quiero más por el culito. Pero no me escuchan. Martín se sienta en el borde de la cama y Alberto y Carlos me toman en peso y me sientan sobre él que ya tiene la verga totalmente empalmada. De un solo golpe, ya que estaba muy mojada, me entra toda… Pensé que cogeríamos de esa manera, pero estaba en un error, ya que me tomaron en peso nuevamente y me sientan nuevamente sobre Martín, pero esta vez su pija entra en mi culito. Intenté salirme, forcejeé pero fue inútil. Realmente me dolía horrores hasta que Alberto se acerca a mi conchita y comienza a lamerme el clítoris. Delicioso. 

Sentí que pese al dolor, me acercaba a un orgasmo nuevamente, y lo tengo, vaya si lo tengo, comienzo a saltar encima de Martín provocándole un gran orgasmo, lo que hace que me coja violentamente, haciéndome más daño en mi culito lastimado. Me acabo como una perra, tomando de la cabeza a Alberto y haciendo que me la chupe con fuerza, mientras siento los chorros de esperma de Martín en mi culo. ¡Que gozada! 

No podía creer que estuviese gozando de esa manera, entonces Alberto me quita de encima de Martín y me pone de cuatro patas. Aprovechando lo dilatado que estaba mi culito y que chorreaba la leche de Martín y mi propia sangre, me la pone pero muy despacio, centímetro por centímetro, mientras yo me masturbo. No había llegado a ponérmela toda cuando me acabo de nuevo, pegándole fuertes sacudidas en la pija, lo que acelera su venida. Golpeándome las nalgas, se acaba entre quejidos, embistiéndome con tanta fuerza que hace que mis brazos se aflojen y mis codos toquen el piso. 

En esa posición me la saca y me la pone en la boca, entonces como una puta, me la meto toda y se la limpio. Carlos aprovecha la posición y se pone también en mi culo, le pido por favor que no quiero más por ahí, pero no me hace caso y me bombea con tal violencia que rompo en llanto por el dolor. Entonces me la saca y de una sola embestida me la pone en la conchita, y se agarra fuertemente de mis senos, amasándolos, y tirando de ellos como queriendo arrancarlos. Se acaba entre fuertes quejidos y jadeos. Se deja caer de lado y yo me desplomo. No puedo más, me duermo. 
Me despierto al mediodía, y cuando quiero levantarme no puedo, estaba tan dolorida, en todo el cuerpo que Alberto me tiene que ayudar a llegar al baño. 

Nos duchamos juntos y él quiere cogerme de nuevo. Le pido que no, le digo si se la chupo y acepta. Me acaba en la boca y trago un poco y el resto lo dejo resbalar por mis tetas. Realmente estaba agotada. Pasé en la habitación el resto del día, descansando. Esa fue nuestra iniciación en el sexo grupal. 

A la noche regresamos a la cantina. Pero ya es otra historia. 

0 comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.