cogiendo con una clienta

-¿Ud arregla computadoras?- fue la pregunta 
El llamado me sorprendió, pues el número me era desconocido 
-si, por supuesto- respondí 
-Mi nombre es Lola, me recomendó Malena, una amiga en común- explicó la desconocida voz femenina 
Malena es una vecina de la que ya he hablado en otros relatos (mi vecina) 
-ahhh, si, por supuesto- dije mientras al instante la mente se me llenaba de las imágenes de nuestros encuentros. 
-necesito que me vea la compu, no arranca- explicó la voz 
-como no, dígame la dirección y voy- le pedí 
Anoté cuidadosamente la dirección, no era lejos de mi casa. 
Cuando Lola abrió la puerta de su casa me llevé una agradable sorpresa, era una mujer absolutamente común, nada llamativa ni exuberante, por el contrario, se mostró amena y alejada de cualquier instinto sexual. La vida se me había complicado bastante con Malena y Fernanda como para seguir agregando problemas. El trabajo lo necesitaba, por lo que no pude ni quise descartarlo. 
-veamos la enferma- dije con aires de médico 
-Está por acá- dijo mientras me conducía al interior de su casa. 
Rápidamente detecté un problema eléctrico en la computadora, por lo que me dispuse a desarmarla. Mientras lo hacía comenzó a darme charla. 
-Le dije mil veces a mi marido que me llevara la computadora a arreglar- se quejó ella 
-y a veces no hay tiempo, hoy se corre mucho en la vida- reflexioné 
-nooo, es él que no le da importancia a lo que le pido- respondió ella riéndose. 
No lo tomé como una queja, simplemente me pareció un comentario divertido 
-bueno, tampoco creo que sea para tanto- intenté defender a mi desconocido congénere ausente 
-¿sos casado?- me preguntó 
-vivo solo- respondí 
-entonces no sabés lo que es la convivencia- dijo con desdén 
-bueno, he tenido mujeres en casa- agregué yo 
-uhhh, si, seguramente habrán sido de una noche- acotó ella 
No tuve respuesta, tenía razón en eso. Me quedé en silencio fingiendo concentrarme en mi tarea. 
-¿ves?, debés haber tenido muchas mujeres- aseguró Lola 
-tiene sus encantos, no hay rutina- me defendí yo 
-eso debe estar bueno, no te lo niego- aceptó ella 
-no hay obligaciones, todo es espontáneo y así el sexo es muchísimo mejor- aseguré 
-¿lo único que te importa es el sexo?- preguntó fingiendo un tono de reproche. 
Si hay algo que me gusta es fingirme machista, eso hace enojar a las mujeres, o por lo menos ellas también se fingen enojadas. Lo principal es que suele crearse un tira y afloje muy sexual. 
-Es para lo principal que están uds- le respondí con tono serio 
Me dio un suave golpe en el costado mientras reía abiertamente. 
-¡no seas malo!, ¿Qué sería de uds sin nosotras?- dijo mientras tanto 
-el mundo no sería el mismo, sería más tranquilo eso sí- acoté 
Fue en ese preciso instante en que descubrí su mirada, sus labios intentaban sonreír, pero sus ojos me miraban intensamente. 
-pero no me gusta la tranquilidad- agregué yo 
Nos fuimos acercando uno al otro, muy lentamente, sus ojos miraban mis labios. Estábamos a unos pocos centímetros cuando ella se alejó de improviso 

-no…esto no puede ser- se justificó ella 
-si puede ser, tenés que disfrutar la vida- argumenté yo mientras intentaba recuperar la cercanía 
-soy casada, no corresponde- Lola colocó sus manos en mis hombros intentando alejarme. 
-¿Qué te dice tu cuerpo?- pregunté 
-nno se, me siento distinta, me tiembla todo- 
Con facilidad me pegué a ella, acaricié su nuca mientras besaba sus labios. Sus manos abandonaron mis hombros para buscar mi espalda. El primer beso fue intenso, cargado de calentura y sensualidad. 
-¿Qué estamos haciendo?- ensayó ella 
-estamos actuando espontáneamente, vos me gustás y quiero sentirte- le dije 
La abracé con fuerza, sentí su suave exhalación cuando mi pija se apoyó contra su pelvis. Nos volvimos a besar apasionadamente. 
Mis manos comenzaron a recorrer su espalda, con fuerza inicié una serie de masajes en la zona media, entre los omóplatos. Ella reiniciaba los besos cada vez con más desenfreno. Mis manos siguieron bajando, llegué a si cintura y mientras la recorría rocé su cola. Ella sonrió mientras yo ya acariciaba abiertamente sus nalgas. 
-me tenés loco- le dije 
-vos sos un loco- respondió 
Llegué hasta sus muslos, su corta falda no pudo detener mis manos que ya comenzaban a ascender directamente por sus piernas en busca de su tanga. Casi de inmediato llegué a su vagina, protegida aún por la diminuta prenda. Una nueva y más profunda exhalación de su parte, un nuevo beso y su mano que baja por mi pecho, pasa por mi vientre y llega hasta mi verga. Me toca suavemente, como con miedo. Lentamente abarca el bulto de mi pantalón. 
-la tenés muy dura- observó entre suaves risas 
-Es tu culpa- le dije 
Con una mano desprendí mi pantalón y bajé el cierre. Su mano se introdujo más allá de mi bóxer. Sentí la tibieza de su piel, la suavidad de su mano explorando territorios desconocidos. 
-me siento una puta- dijo ella casi en voz baja 
-¿y te gusta?- le pregunté 
-si- respondió secamente 
Volví mi mano a su cuerpo, esta vez sin preámbulos me zambullí debajo de su falda y de su tanga. Acaricié la parte superior de su vagina, que ya se humedecía mientras yo la masajeaba con extrema suavidad. Giramos y buscamos una pared, ella apoyó su espalda mientras yo continuaba mis movimientos. 
Resultó un mutuo trabajo de masturbación, mientras yo me ocupaba de su clítoris, ella subía y bajaba su mano a lo largo de mi pija. Pero de pronto ella perdió el ritmo, mi verga se zafó de sus manos 
-me estás volviendo loca- dijo mientras cerraba sus ojos apretadamente. 
Me pegué bien a ella, sentía sus tetas aplastarse contra mí mientras mi mano buscaba uno de sus muslos. Hice que elevara una pierna sosteniéndola yo, con la otra mano deslicé su tanga hacia un lado. Sin dejar de mirarla hice que mi pija entrara en contacto con su raja, ella suspiró hondamente mientras mi verga comenzó a penetrarla. Su mano se aferró con fuerza a mi hombro. 
-¡que calentura que tengo!- dijo casi fuera de control mientras sus ojos permanecían cerrados. 
Yo arremetí contra ella, que respondió con un gemido casi lastimoso. Aún conservaba su muslo en una de mis manos. Con la ayuda de la pared, busqué su pierna restante y la alcé. 
Su espalda contra la pared me servía de apoyo, sus piernas atenazadas en mi cintura y sus manos aferradas a mis hombros. Ella comenzó a cabalgar, cobrando cada vez más furor en sus movimientos. Mis dedos buscaron la línea divisoria de sus nalgas. Con el dedo mayor llegué a su ano. Sus movimientos ya eran furiosos y alocados, trepada a mí gemía ardorosamente. 
-¡que locura!, ¡que locura!- repetía ella 
Yo me movía con dificultad, mis piernas comenzaban a cansarse, pero continué penetrándola una y otra vez. 
Sus uñas se clavaron en mi espalda, sus movimientos se hicieron más furiosos aún. El orgasmo se abalanzaba sobre ella, como una fuerza desconocida y poderosa. 
-voy a acabar…voy a acabar- exclamó 
Fue un gemido intenso y extenso, su cuerpo temblaba con violencia cuando me entregó su éxtasis. Me besó apasionadamente una vez más. 
-esto es una locura, una hermosa locura- dijo riendo, parecía sentirse realizada. 
-sos mi primera infidelidad- continuó mientras bajaba sus pies al suelo. 
Yo no había acabado, por lo que no tenía intenciones de detenerme. 
Mis ojos buscaron la mesa, donde la computadora yacía a medio desarmar. Con suavidad, pero no carente de autoridad la recosté contra la tabla boca abajo. Su falda era corta, por lo que en esa posición dejaba sus glúteos casi descubiertos, bajé su tanga hasta las rodillas, su culo se veía esplendoroso, su raja se ofrecía a mi voluntad. Su boca abierta asomaba sobre su hombro mientras me miraba rendida, impedida de seguir de hablando. Masajeé su clítoris, ella suspiró, luego volví a penetrarla. Lo hice con fuerza y hasta el máximo. Ella arqueó su espalda mientras se quejaba y volvía su rostro hacia el frente. 
Rápidamente me trepé al goce, ahora era yo quien me veía invadido por la necesidad de acabar. Sus manos se aferraron al borde la mesa, volvió a gemir. Cada tanto volvía su rostro hacia mí, con mirada suplicante parecía rogar que no dejara de cogerla, que no me detuviera. Mis propias manos la aferraron de la cintura y mientras la atraían hacia mí yo empujaba con mi verga, haciendo que nuestros cuerpos chocaran con fuerza una y otra vez. 
La realidad se nubló a mi alrededor, mi cuerpo se estremeció mientras yo explotaba copiosamente en su interior. Mis arremetidas se hicieron más hondas y más lentas. 
Ella permaneció unos instantes tendida sobre la mesa, inmóvil y disfrutando mis caricias en su culo. 
-ufff, que cogida me pegaste- dijo ella recomponiéndose mientras se quitaba la tanga de las rodillas y la dejaba caer al piso 
-nos pegamos, no vengas a echarme a mí la culpa- dije mientras reía 
-vos sos el morboso, vos me llevaste a esto- ella respondió mi risa. 
Sacrifiqué mi pañuelo, me limpié cuidadosamente antes de acomodar mis ropas. Me quedé indeciso, sin saber que hacer con él. Lola me lo quitó de las manos. 
-Dame eso, es mi recuerdo- me dijo mientras me lo quitaba 
-¿y yo?, también necesito un recuerdo, sino te voy a olvidar rápidamente. 
Lola tomó la tanga del suelo y le dio un beso. 
 
-esta es la prueba de mi única infidelidad- acotó mientras me la entregaba. 
-¿única?- pregunté yo 
-por supuesto, no va a volver a ocurrir- sentenció ella. 
No tenía ganas de seguir con la computadora, por lo que rejunté las piezas para llevármela al taller. 
-te la traigo apenas la termine- expliqué 
Beso mediante me despedí, mientras llegaba a mi “laboratorio” este relato comenzaba a tomar forma. 

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