Sexo con Marianita

Yo tenía 29. Y ella de virginal no tenía nada. Había debutado a los 12 con un tipo de 30, y desde entonces se había volteado a medio mundo. Tanto que la vieja (los padres están separados, la madre vive en Miami, el viejo en Córdoba), la mandó a vivir con el viejo a los 16, harta de que la pendeja hiciera cualquiera. 

No duró mucho con el viejo tampoco, se putearon y se fue a vivir con la hermana (Caro) que tenía un depto en Buenos Aires. Así la conocí yo, viviendo con la hermana digo. La pendeja había dejado el colegio y laburaba de promotora. 

No es alta (1,60m) pero está muy buena. Tiene el culo como el de Pampita y las tetas hechas (a lo 15), y una cara de puta que se cae. 

La empresa en la que laburo la había contratado –el que la había tomado era yo- para hacer unos trabajos de promoción. Yo no soy Brad Pitt, ni tengo la pija de Rocco, pero mi facha y el pedazo acompañan. Además tengo buen humor y entro rápido. 
 

La cosa es que, no se si por la diferencia de edad a mi favor o qué, pero la nena vino de una al pie (había otra de sus compañeras que me tiraba onda y supongo que eso también influyó… las mujeres son competitivas). Salimos, y en la primer salida, después de una apretada fenomenal en el auto, y un pete que me dio la pauta de que la pendejota era experimentada, terminamos en el telo. 

Debo decir que mi debilidad son los culos, y el de ella es realmente un 10. Cero celulitis, granitos, nada, y además paradito. Increíble. O sea, desde que entramos en la habitación del telo que pensé en culearmela. Aunque no estaba seguro de que me fuese a dejar. Para hacer mérito, y compensarla por el pete del auto, le pegué una chupada de concha esmeradísima, que la dejó chorreante. 
 

Mi pija ya estaba re dura, pero yo no se la quería meter porque estaba seguro que iba a acabar al toque, y quería seguir chupando para hacerla acabar, y así se me hiciese más fácil pedirle el ojete. 

Ella me quería chupar la pija así que le propuse hacer un 69. No hizo falta convencerla. En dos segundos se había subido, me había puesto el culo en la cara y la boca en la pija, y chupaba como loca. Mi lengua recorrió esa raja empapada a lo largo y mis ojos enfocaron por primera vez ese ojete. Hermosos. Agarré con las dos manos los cachetes del culo y le pase la lengua por el orto. Emocionado, le separé el culo un poco más y miré el agujerito que se abría. 

Como dije, mi debilidad son los culos, y por ende, he visto muchos. Estaba acostumbrado a salir con pendejas de la edad de ella, que tenían el culito como un asterisco cerrado en el que no entraba ni un alfiler. Con una de bebota de 19 con la que había salido antes, había estado tres meses antes de poder romperle el orto sin llantos. 

Este no era el caso. Sin trabajo alguno se veía del diámetro de mi meñique. Mi pija se puso más dura mientras pensaba “a ésta me la culeo hoy”. Y le mandé la lengua en el orto. Le encantó. Se separó de mi pija, miró por sobre el hombro, y me dijo: 
-Te gusta la colita? 

Como quedarme callado no es lo mío, la apuré: -Me parece que a este culo le encanta la pija... Por 10 segundos pensé que me había zarpado y que se pudría todo, pero ella me contesto: 
-Comémelo como me comiste adelante y te dejo probarlo. 

No se cómo no acabé en ese momento. La pija estaba durísima. Respiré hondo, y me tiré a chuparle el culo. Primero a lamerle el anillo de cuero, y después a meterle la lengüita en el orto. Hasta que se lo empecé a coger con la lengua. 

La concha le chorreaba y yo le había mandado dos dedos. Mientras, me decía “hijo de puta que bien me chupas”, acabó. A mi me encanta que las minas hablen, y ésta después de la acabada, ella se soltó. Y yo también. 

-Te chuparía ese ojete divino todo el día. 
-Ayy, sí, dale que te acabo otra vez. Metéme un dedito en la cola. 
No me hice desear. Le mandé el pulgar, y jugué haciendo círculos para estirarlo. 
-Cogémelo, cojéeeeemelo! 

Le mandé dos dedos, mientras le pedía que me chupase los huevos. Despacito se los fui metiendo, primero hasta a mitad, y después que se acostumbró, hasta el fondo. En ese momento mis dedos tocaron algo. La puntita de un soretito seguro. No le dije nada a ella, me la quería culear, y no que le diera vergüenza. 

Jugué un rato más en ese culo. Ella me seguía chupando los huevos y ya me chorreaba saliva hasta el culo. La hija de puta aprovecho la saliva y con la yema de un dedo me acarició la zona de la próstata y el ojete. 

-Qué puta que sos! 
-¿Te gusta esto?, preguntó, haciéndose la ingenua. 
-Me encanta, pero ahora no. Te quiero culiar ya. 
-Bueno, pero ponémela despacio, tenés la pija enorme. 
-¿Te gusta mi pija? 
(Ya sé, una pregunta pelotuda) 
-Es hermosa. 

Le hubiese preguntado en ese momento si se había comido muchas, pero por suerte no lo hice. En cambio le pedí que se pusiera en cuatro al borde de la cama. 
-Paráme el culo y abrítelo con las dos manos.Lo hizo. 

-Ponéme sólo la puntita y dejá que me acostumbre un cacho. 
Miré ese ojete abierto, y pensé en clavársela hasta los pelos, pero le hice caso. Agarrándome la chota le puntié la cola y despacito le dejé ir la cabeza. 

Ella largó un “ay”, pero no se escapó. Se soltó los cachetes del culo y se apoyó en los codos. 
-Esperáme, esperáme! 

Con la pija ya calzada, yo abrí con las manos ese culo divino y miré como el ojete me apretaba la chota. Por primera vez me di cuenta que no había atinado a ponerme forro. “La voy a sacar con caquita en la punta”, pensé. Y empujé despacio. 

-Ayy que pija que tenés! 
-¿Te gusta turra? 
-Me duele, pero también me gusta... 
-Entonces separá un cacho las piernas, y pajeáte mientras te rompo el orto! 

Le di tiempo para que se frotara el clítoris un par de veces y empecé a cojérmela con los tres o cuatro centímetros de la punta de la pija. Un placer. 
-Síiiii, la puntita, la puntita!!,- gritaba ella. 

Entonces empezamos los dos a soltarnos del todo, diciendo lo primero que se nos venía a la cabeza. Era increíble estar culeando así con una mina en la primer salida. Nunca me había pasado. 

-Como te comés la chota!, que ojete divino, la de pijas que te habrás comido para coger así. 
-Un montón, pero la tuya me encanta, es de las mejores que probé. Hacémela sentir, metémela toda. 

De bronca se la mandé a fondo. Pegó un grito con la garganta tipo “uuuuuu”. Le revolví los intestinos con la pija adento. 
-Ayy qué me hacés?, me encanta, te voy a acabar toda. Ayy como tengo la concha de mojada 
-Sí, pajéate toda, acabáme con la pija en el orto,- le decía yo mientras seguía revolviendole el culo. 

Ahí pude sentir que la punta de mi pija espadeaba adentro con algo. El soretito que había tocado antes. Me calenté mal y le empecé a serruchar el culo a lo bestia. La puta estaba a los gritos. Me sentí orgulloso de que los vecinos de cuarto del telo escucharan. Y la seguí bombeando. Le daba con la punta y después toda. Le daba re fuerte. 

-Te voy a dejar el orto bien roto puta 
-Sí, rompémelo. Ayy, te acabo. Tomá, tomá! 
Su mano le daba al clítoris como loca. Yo me agarré mejor de sus caderas y empecé a descocerle el orto a pijazos. 

-Seeeeeeee., seeeeeee 
Era todo lo que salía de su boca. Pero de su cola parecía estar saliendo algo más. Me lubricaba la pija con un liquidito blanco y marroncito. Aproveché la lubricación para darle más fuerte. Entonces quise ver que tan sucia estaba la pija y que tan abierto tenía el culo. Se la saqué, el culo se mantenía abierto. La cabeza del a chota estaba algo manchada. 

-No me la saques que siento que me cago,- me dijo 
-Cagáte todo lo que quieras 

Se la puse de una hasta el fondo. Y la saqué. Así dos veces, y me la empecé a culear otra vez. Le agarré los brazos y la sostenía con el torso en el aire, mientras mi pija resbalaba por ese culo maravilloso. 

-Ayy, hijo de puta, me cago, pará, me cago. 
-Cagámela, no pasa nada. 
-Ayy, que puto que sos, me vas a hacer acabar otra vez! 

Le solté los brazos, cayó de cara sobre la cama y su mano derecha fue a la entrepierna y se volvió a frotar la concha. 

-¿Querés la leche puta? 
-Sí, damela toda, dame la leche. 
-¿En dónde la querés? 
-En la cola, en la cola 
-¿No la querés en la boquita? 
-Qué hijo de puta que sos, querés que te la chupe?! 
-Sí puta, querés la leche? 
-Dámela por la cola!!! Llenámelaaaa! 

No aguanté más. Creo que si se la hubiese dado a chupar, de la calentura se la comía. Pero era demasiado para la primera cita. Y era más por morbo que por gusto. Además mis huevos no podían más. Y cuando sentí que su culo se contraía de la acabada de su concha, se lo llené con cuatro lechazos que volaron a lo profundo de su estómago. 

Me dejé caer sobre su espalda y la besé toda. Mi pija seguía dura y los cachetes de esa cola paradita lo redaban todo. Le corrí el pelo de la cara y la seguí besando. 
-Me encantó, me encantó,- decía ella que seguía temblando. 

-Tenés la piel de gallina… 
-Siii, a vos te gustó? 
-Dáme 15 minutos que te vuelvo a culiar. 
-Noooo, ya me arde el culo mal. Mañana me va a doler. 
-Bueno, entonces por la conchita. 
-Sos un calentón,- me dijo. 
Y después de un par de besos más se la saqué y nos fuimos para el baño.

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