Camila, de esposa a puta

Juan y Camila tenían un matrimonio normal, o casi normal, pues tenía una característica especial, a Juan le gustaba demasiado el juego, apostaba mucho, y eso le traía bastantes consecuencias. Una de esas consecuencias eran las deudas que contraía a causa de ello. Uno de sus principales acreedores era Mario, que habitualmente le prestaba dinero a Juan para sus vicios. 
Ya se le había vencido el pago de su deuda con Mario, por lo que tras la insistencia de éste último, Juan se había presentado para pedir una extensión del tiempo. Mario lo recibió en su amplio despacho. 
-Es imposible que te dé más tiempo. Necesito que me pagues. 
-Mario, vos sabes que estoy mal de plata, esperame dos meses. 
-¿dos meses?, no es imposible, si entregás algo en garantía te puedo esperar un mes.. 
-Lo único que tengo es mi casa y mi auto… 
-Tu auto no me interesa, está hecho pelota, y la casa ya te la tengo embargada, y eso te lo voy a ejecutar por la deuda si no pagás, lo que yo quiero son los intereses para esperarte. 
-No tengo nada más… 
-Sí, tenés a tu esposa. 
-Ja, eso es imposible. 
-No tenés opción. 
Juan se quedó en silencio, pensando. ¿Cómo se lo diría a Camila?, realmente no tenía otra salida y ella era la única que podría salvar la casa. 
-Está bien, yo hablo con ella y te llamo si ella decide… 
-No, me llama ella, si o si.- interrumpió Mario. 
Juan se sintió derrotado, sabía que Camila lo echaría de la casa, se querría divorciar cansada de sus problemas, pero no había opción. 
Cuando llegó, Camila que ya conocía a Juan de sobra, se dio cuenta que esto era grave por la cara de Juan. 
-¿Qué pasó ahora?, ¿Qué problema tenemos? – le dijo muy seria. 
-Ehh, hay un tipo que tiene embargada la casa porque le debo mucha guita, los plazos se vencieron y va a ejecutar el embargo. 
La cara de Camila se transformó, profirió toda clase de insultos hacia Juan y su vicio. Luego un poco más calmada le preguntó. 
-¿Y esto como se soluciona? 
-Cami, mi vida, lo que hay que pagar son intereses y no es plata lo que quiere. 
-¿Y entonces que quiere? 
-Él te quiere a vos. 
Camila al principio no entendió, o no quiso entender. 
-¿Cómo?- imagino que vos te negaste 
-no, quise venir a preguntarte, es la única salida que tenemos para que nos espere un mes. 
-Sos un hijo de puta, ¿sos capaz de entregarme con tal de seguir jugando?. Me perdiste Juan, quiero que te vayas de esta casa. Pero la voy a salvar, ésta es mi casa. Llamalo, decile que acepto. 
-Lo tenés que llamar vos.- dijo Juan avergonzado. 
-Está bien, dame el número- dijo Camila totalmente furiosa. 
Camila estaba totalmente decidida a darle una lección a Juan y a ese hijo de puta al que había que pagar. Marcó el número 
-Hola – una voz muy grave sonó del otro lado. 
-Escuchame malnacido, habla la esposa de Juan.¿ Vos me querés cojer?, está bién sólo tengo una condición. Quiero que Juan esté presente. 
Una sonora risa estalló del otro lado del teléfono. 
-¿Sos morbosa eh?, está bien a mi me da lo mismo. ¿Cuando nos vemos? 
-Esta misma tarde- exclamó Camila. 
-Como quieras preciosa, prepárate, porque no te olvidás más de esto.- dijo Mario 
-El que no se va a olvidar de esto es Juan- contestó Camila y cortó la comunicación. 
Se fue a su guardarropas, estaba indignada, se vestiría lo mejor posible, ese hijo de puta de Juan aprendería la lección. Eligió unas medias de seda negras, una tanga colaless, de penas un hilito, un sostén de encaje obviamente todo en negro, un vestido corto negro con cierre en la espalda y unos zapatos taco alto haciendo juego. Se arregló lo mejor posible y salió rumbo “su misión”. 
Juan se sorprendió cuando la vió 
-Estás hermosa- dijo Juan 
-¿Hermosa?, cabrón impotente, ahora vas a aprender. 
Cuando llegaron al despacho, el guardaespaldas de Mario se quedó observándola y se sonrió con malicia. 
-Adelante, que la pase ud muy bien.- le dijo a Camila con fingida amabilidad 
-Él también entra, y no le quepa dudas que yo la voy a pasar muy bien – dijo enojada Camila 
Mario la recibió al lado de la puerta, sobre el escritorio, una botella a la mitad y dos vasos era lo único que había. 
-Bienvenida- dijo él 
Camila, quiso ignorarlo y pasar a su lado, pero Mario La tomó firmemente de la cintura, la trajo hacia él y le dio un beso en la boca. Camila quiso resistirse, pero la enorme fuerza de ese hijo de puta la inmovilizó y si bien no respondió al beso, se tuvo que dejar besar, aceptando la autoridad de Mario. Juan quiso reaccionar, pero nada pudo hacer. 
-¿Dónde ibas sin saludar?- preguntó Mario 
Camila estaba sorprendida, ese tipo destilaba autoridad, quiso insultarlo o pegarle, pero no se animó. Estaba aceptando la dominación. 
-Yo…perdón….no quise… 
Mario le acarició la cola 
-Que buen culo que tenés, suave, hermoso- dijo con lujuria Mario 
Una vez más Camila quiso rebelarse, pero no pudo 
-Gra..gracias- dijo Camila. 
Juan miraba a su esposa sorprendido, ella era fuerte y llena de carácter y acá parecía débil y dominable. 
-pasá, sentate allá – dijo Mario señalando unos sillones. Juan sentate acá y le señaló una sillita pequeña que había en un rincón. 
Camila se sentó y sus hermosos muslos quedaron descubiertos en parte por lo corto del vestido. Mario con la botella y los vasos se sentó a su lado. 
-Veo que has venido preparada- dijo Mario 
-No tengo opción – dijo ella recuperando un poco su personalidad. 
-Opción tenés, yo no te obligo a nada- 
Mientras decía esto, Mario colocó su mano sobre las rodillas de Camila. Ella una vez más quiso resistirse, pero se quedó inmóvil. Mario subió la mano entre las piernas mientras le servía un vaso de alguna bebida alcohólica. 
-Tomá para que te animes un poco. 
-no, gracias, no tomo alcohol. 
-yo no te pregunté, tomá. 
Ella una vez más hizo caso. ¿Qué le pasaba que no podía negarse a nada?, ¿Por qué aceptaba la autoridad de ese tipo? no lo sabía. 
-está bién- dijo y aceptó el vaso. 
-Vení bailemos.- le dijo Mario. Ella sintió como él la tomaba en sus brazos al son de una música lenta, el alcohol hacía efecto y ella se dejó llevar, el la abrazó con dureza, con hombría, y ella poco a poco comenzó a sentirse a gusto con ese tipo. Incluso cuando sintió que le bajaba el cierre, sintió un calor apoderarse de su cuerpo. No estaba acostumbrada a que la dominaran así. Miró hacia Juan, que en silencio presenciaba la entrega de su mujer, pero a ella no le importó, realmente estaba excitándose. El vestido calló al piso y quedó en ropa interior, bailando con Mario, ahora sentía nuevamente las manos de él recorrerle las nalgas, y cómo la apretaba contra su verga, que dura como estaba se hizo sentir muy bien contra su pubis. Un nuevo beso de Mario en la boca, esta vez ella lo respondió, fue largo e intenso y ella se perdió en la boca de él. Mario le pidió que se luciera para él, ella aceptó y dio una vuelta sobre sí misma, él la tomó y le apoyó la verga en el culo, estaba estremecida, realmente estaba muy dura esa verga, y le gustó sentirla allí. Ambos se movieron suavemente, ella pasaba la mano por sobre su cabeza hasta la nuca de Mario, que la apretaba desde las caderas contra él. Ella se dejó llevar y cerró los ojos. Debía reconocerlo, estaba muy excitada. Mario la miró y con ese dominio que ejercía sobre ella y le dijo. 
- Tengo un amigo que te quiere saludar – mientras se tomaba la verga. 
Ella sonrió cómplice. 
-¡Pobrecito!- exclamó con dulzura- ¿todavía no lo han saludado? 
Se arrodilló ante su dominador, le bajo el cierre del pantalón, y cuando sacó la verga, le dio un pequeño beso. 
-¡Pobrecito!, ¿me perdonás?- dijo Camila nuevamente con dulzura. 
-Dice que todavía está muy enojado- dijo Mario divertido mientras miraba a Juan que se mantenía en su lugar impotente. 
-¡Perdoname!- Camila le hablaba a la verga como si se tratara de un ser con vida propia. - ¿me das mi lechita?,¡Dale, por favor! 
Camila ahora se colocó la verga en la boca, la chupó con ganas, con las manos acariciaba esa pija enorme que tenía entre sus labios. A veces chupaba solo la punta, otras veces pasaba su lengua a lo largo, sólo para después intentar metérsela toda en la boca. 
-Quiero mi leche- dijo Camila fingiendo capricho. 
-¿Querés tu leche? 
-Si, quiero toda mi leche.- dijo ella ahora muy turbada. 
Acá la tenés- dijo Mario mientras con un temblor explotaba de semen en la boca de ella, que sonrió complacida y miró a Juan nuevamente, demostrándole que estaba gozando. 
Mario la recostó sobre el escritorio, le desprendió el sostén y las tetas de Camila se mostraron en toda su intensidad. Él comenzó a besarlas, y manosearlas, ella cerraba los ojos y suspiraba. Se sentía dominada, excitada y ya tenía ganas de coger, pero que Mario la cogiera, quería sentir a ese macho dominante, que le hiciera ver las estrellas, como hacía mucho no lo hacía. 
Mario bajó hasta el vientre y con suaves besos le rodeó el ombligo, luego bajó un poco más y cuando parecía llegar a la vagina se desvió por los muslos de Camila, ella levantó la cabeza y lo miró suplicante, el volvió a dirigirse a la vagina, pero una vez más se desvió, ella suspiraba con fuerza. 
-Por favor- rogó, Camila, no me hagas desear. 
Mario no contestó, pero lentamente le sacó la tanga. Y comenzó a jugar con su lengua en la vagina. Ella se arqueó un poco y con largos suspiros demostró el placer que sentía. Luego introdujo uno de sus dedos y comenzó a masajear esa pequeña zona rugosa que llaman “punto G”. Camila gemía y Mario la miraba a los ojos mientras seguía con su movimiento. A veces como podía intentaba mirar a Juan y demostrarle el goce que le estaba dando Mario. 
Mario se colocó entre sus piernas, y por fin apoyó la verga contra el clítoris, Camila abrió los ojos y sonrió, Y mientras Mario la penetraba sólo con la punta y se quedaba quieto, ella gimió de placer, Ahora Mario la miraba fijo, y continuó penetrándola muy despacio, ella trenzó las piernas en la espalda de Mario, como queriendo que no se saliera más. Él empezó a moverse y ella intentaba seguirlo, pero no podía, ahora jadeaba y gozaba. 
-Si, dame tu verga, papito- decía ella 
-¿yo soy tu papito?- preguntó Mario 
-Sii, damela, papi- 
-Acá la tenés, ¿la sentís adentro? 
-si, mi vida, me estás matando – decía Camila. 
El movimiento de ambos continuó hasta que Camila sintió en su interior como el semen se derramaba en ella. Y entonces Jadeos y gemidos indicaron que ella estaba llegando al Clímax. Mario continuó moviéndose y ella se mantuvo en la cima de la montaña del orgasmo por un buen rato. Luego cuando el movimiento se hizo más lento y se detuvo, Mario se sentó, indicándole que ella lo hiciera sobre él. Ella se sentó muy suavemente, de frente a él, volvió a sentir esa pija dura nuevamente que se debatía en su interior, Camila comenzó a moverse, primero se apoyó en los hombros de Mario y lo cabalgó lentamente, luego y a medida que el goce fue aumentando, se abrazó a él, y apretándose muy fuerte, sintió como sus tetas eran prisioneras del pecho de aquel tipo, que le estaba arrancando todo el placer posible. Se movió más rápidamente, nuevamente sintió el orgasmo, mas pausado pero más intenso, gimió profundamente y lentamente fue quedándose inmóvil, abandonándose sobre él. 
-¿Te gustó? – preguntó Mario 
-uff, nunca había gozado así. 
-Realmente sos una perrita para el sexo – dijo Mario. 
-No, vos me hiciste una perrita, yo no soy así- 
-Entonces sos mi perrita- dijo Mario 
-Ella asintió con la cabeza, aún penetrada, estaba exhausta y satisfecha. Apoyada en el hombro de Mario, casi no le quedaban fuerzas para hablar. 
-¿y tu marido?- preguntó Mario – No está 
Camila miró hacia la sillita ahora vacía. Juan se había ido, no sabían cuando, pero tampoco les importaba. 
Camila no respondió, se quedó así un buen rato. 
-Me cogiste muy bien – dijo Camila. 
- No me conviene que Juan me pague – Dijo Mario. – así le sigo cobrando intereses. 
- yo te quiero seguir pagando – dijo Camila que nuevamente comenzó a moverse. 
Mario llevó en su auto a Camila un largo rato después. Cuando ella entró, Juan estaba sentado en la cocina. 
-Perdoname, te hice pasar por cosas muy duras.- dijo él apesadumbrado. 
-¿Perdonarte? – rió Camila – si, estaba dura, muy dura la verga de Mario, y me encantó. 
Juan se paró, sintió ganas de irse. 
-No te vas a ir, ahora te vas a aguantar mis vicios, yo me banqué tus vicios del juego, ahora me vas a bancar que me haga coger por Mario. 
Juan miró la casa, su casa, y admitió que por ahora su esposa había salvado la casa. 

Fin del primer capítulo 





Segundo capítulo 
La noche estrellada 
Una de las leyes de Murphy dice “La duración del tiempo es inversamente proporcional a la necesidad de cada uno”. Para Juan que necesitaba un mes para el pago de las deudas, el tiempo pasó rapidísimo, Para Camila, que tan bien la había pasado, el paso de los 30 días fue sumamente lento, Intentó por todos los medios comunicarse con Mario, pero no lo logró. Pero tarde o temprano todo llega y ese fue el caso para juan y Camila, llegado el día, una enorme caja le fue entregada a Camila por el guardaespaldas de Mario. No dio ningún tipo de explicación antes de retirarse. Camila abrió ansiosa la caja, y se maravilló al ver que Mario le enviaba la vestimenta para esa noche y una tarjeta que decía: 
“Hoy 22 hs. Noche estrellada” y a continuación le indicaba la dirección. Como la tarjeta venía a nombre de los dos, era seguro que ambos debían ir. Con respecto a Juan, cabe aclarar que había sido frizado por su esposa. No recibía ningún tipo de atención, ya ni siquiera le dirigía la palabra. Por eso cuando llegó a casa, se sorprendió cuando Camila le habló. 
-Llegó una invitación, hoy a las 10 de la noche, noche estrellada – dijo Camila contenta, porque esa noche vería a Mario nuevamente. 
A Juan se le trastocó la cara 
-¿Noche estrellada?- dijo desesperado 
-¿Qué es?, ¿Qué significa Noche estrellada? 
Juan bajó la cabeza 
-Yo he participado como observador…- no pudo terminar la oración, fue interrumpido por Camila 
-No me importa nada, si voy a ver a Mario, no me importa nada. 
Camila fue a prepararse para esa noche. Abrió la caja, y observó que Mario había pensado en todo. Esta vez unas medias de red muy fina rojas, una tanga colaless de un hilo, un sostén sin breteles, un portaligas rojos, y un vestido también rojo y sin breteles, ajustado desde los pechos hasta la cintura, largo hasta los tobillos y contajos a los costados hasta la cadera, unos zapatos rojos de taco alto coronaban la vestimenta. Camila se vió al espejo, se sentía una reina. Cuando salió del vestidor y Juan la vió se quiso morir, realmente estaba muy sexy. Ella estaba feliz y nerviosa. Cuando sonó el timbre voló a la puerta esperando ver a Mario, en cambio era el guardaespaldas el que los esperaba. Juan lucía destrozado, ni siquiera se había cambiado, por lo que el contraste entre ambos era mayúsculo. Los llevaron a un lugar que no era el despacho de Mario, era más bien un salón pequeño, sin características especiales, algunos autos de alta gama estaban estacionados afuera, ella quiso entrar rápidamente, pero el guardaespaldas la detuvo. 
-debe entrar del brazo de su esposo- le dijo muy serio 
Ella lo miró con incógnita, pero accedió y le dio el brazo a su esposo. Él con la cabeza gacha, la guió, entraron al salón, seis sillones estaban acomodados en dos de los costados del salón y ocupados por quienes seguramente eran los dueños de los vehículos de afuera, en el otro costado dos sillones más grandes a modo de tronos, uno más alto que el otro, estaban sobre una pequeña tarima. En el centro de la sala, varios elementos rompían la monotonía: una silla, un banco alto una lona y algunas cosas más. 
Se sintió atravesada por las miradas, cuyas caras libidinosas le causaron un poco de inquietud. 
Juan se veía más pequeño de lo que era en realidad, ella nerviosa esperaba ver a Mario. 
La espera fue breve, por la puerta apareció Mario, lucía majestuoso, la miró fijo a los ojos, ella quiso soltarse de Juan, que no se lo permitió. 
-Quieta allí – ordenó Mario. 
Ella se quedó petrificada. Juan mirando fijo a Mario le dijo 
-Te entrego a Camila, mi esposa, delante de estos respetables testigos, que harán de observadores esta noche- Juan soltó a Camila de la mano y con un leve toque en la espalda le indicó que debía ir hacia Mario. Ella obedeció, indecisa, sin saber lo que sucedía se encaminó hacia Mario. Mario la tomó de la nuca y le dio un largo y apasionado beso que ella respondió con ganas, luego la apoyó contra su hombro, y deslizó una de sus manos por debajo de uno de los tajos del vestido, para manosearle la cola. Ella sonrió complacida mientras se escuchaban contenidas risas de los observadores. Juan ruborizado se mantenía inmóvil en el centro de la sala. 
A continuación Mario le habló a Camila. 
-Camila ¿sos mía? 
-Sí, respondió ella sin dudar. 
-¿Lo podés demostrar? Preguntó de nuevo Mario. 
Camila miró hacia los observadores, luego a Mario, que adivinó su incógnita. 
-Hacé de cuenta que son estatuas, no dirán absolutamente nada, mientras sacaba la verga 
Ella se arrodilló frente a Mario, confirmando lo que suponía, no tenía voluntad, obedecía ciegamente lo que Mario le ordenaba. Tomó la verga con una mano y le dio un suave beso, risas nerviosas se escucharon levemente, ella abrió la boca y comenzó a chupar muy delicadamente, puso mucha dedicación en su tarea, cerrando sus ojos para concentrase, pero cada tanto los abría, solo para ver como Mario la observaba con aires de superioridad. Ella sumisa con la otra mano acariciaba los testículos, dedicándose de lleno a satisfacer a su dueño. 
La verga se ponía cada vez más dura y ella se sentía orgullosa de tenerla entre los labios. 
De repente Mario la hizo poner de pié, muy suavemente le bajó el cierre del vestido, que se deslizó por su cuerpo, deteniendo su caída solamente cuando llegó al piso. Ahora exclamaciones de asombro se escuchaban mientras Mario, tomándola de una mano la hizo girar para que todos pudieran observar su cuerpo semi denudo 
-¿me vas a hacer un favor? Le preguntó Mario a Camila. 
Ella creyendo saber cuál era el favor, contestó afirmativamente, mientras se ruborizaba un poco. 
-Mi guardaespaldas hace mucho que no la pone- dijo Mario 
Camila lo miró sorprendida, no era lo que ella esperaba. Intentó hablar 
-Me harías muy feliz si lo consolás un poco. 
Ella dudó, una vez más quiso hablar, pero no pudo, no tuvo voluntad de oponerse. 
-Está bien- dijo solamente Camila. 
Mario la dejó sola en medio de todos, y tomando a Juan del hombro lo llevó a “los tronos”. 
Camila se quedó quieta, esperando. Por la puerta apareció el gigante, así en ropa interior parecía más grande todavía, sus brazos, su pecho enorme, los músculos bien marcadoslo hacían muy impresionante. Camila miró hacia Mario, ignorando a Juan completamente. Mario la miró y le hizo señas hacia el grandote, indicándole su tarea. Camila se acercó temerosa, muy despacio llevó su mano a la entrepierna del tipo. Lo que tocó era realmente enorme, una verga de un tamaño considerable, que hacía empequeñecer definitivamente a la de Juan, incluso a la de Mario. Ella retrocedió un poco, nuevamente risas de fondo contenidas, luego, movida más por la curiosidad que por otra cosa, lo desnudó, una sonrisa se le escapó de los labios al ver el tamaño de la verga, el tipo parecía un muñeco inmóvil e impávido, observaba a Camila, que se agachó, tuvo que abrir enormemente la boca para lograr chuparla, su mano iba y venía sobre el tronco de esa pija que se endurecía a cada instante. Ella sentía como los observadores comentaban entre ellos admirados y ella estaba decidida a complacer a Mario y a su enorme guardaespaldas. Acarició los enormes testículos, y fue aumentando el ritmo de su mano y su boca sobre esa pija descomunal mientras ahora con la otra mano se estimulaba ella misma el clítoris. Metió la verga en su boca lo más profundo que pudo cuando sintió temblar al enorme tipo y que con gruñido le derramaba el semen dentro de su boca. 
-Cuanta leche que tenés, papito- dijo muy excitada – pero quiero más, quiero que me des toda la que tenés- pues quería establecer un cierto dominio sobre ese animal. 
El tipo no la dejó continuar chupando, la hizo poner de pié y con su mano le puso la verga entre las piernas, ella la sintió rozar su vagina y lanzó un gemido, tuvo que sostenerse de él pues el súbito éxtasis casi la hace caer. Él la sostuvo tomándole con fuerza el culo, lo que hizo que ella quedara prisionera de sus brazos, ella le besaba los pectorales, se abrazaba a él. Luego la hizo girar, ahora la dura pija se le apoyaba en el culo, ella movía el culo y gemía con fuerza, ahora la hizo apoyarse en el respaldo de la silla, él la tomó desde atrás, él tuvo que agacharse un poco, pero logró introducir la punta de su pene en la vagina, lo que arrancó un largo quejido de Camila por el tamaño de ese pistón de carne que pugnaba por introducirse en ella, El gigante la tomó con ambas manos de las caderas, y aumentó la presión sobre ella, a medida que más metía la verga, ella más se quejaba, más jadeaba y más gozaba. El movimiento del tipo comenzó a aumentar el ritmo, metía y sacaba la pija gruñendo como un cavernícola, ella se sentía desfallecer, el placer era supremo, por sentirse un juguete en manos de ese animal. Sus gemidos se hicieron más intensos y continuos, indicando la proximidad del clímax, nuevamente casi pierde el equilibrio, él seguía embistiendo con fuerza, ella jadeaba por el inminente orgasmo. 
Él se detuvo de repente, y sacó su pene de ella. 
Ella rogó impaciente 
-No, por favor, no me dejés así. Metémela 
El enorme macho no le contestó, la hizo recostar en el piso sobre la pequeña lona, con ambas manos le hizo abrir sus piernas, y se colocó en medio de ellas, y de un solo movimiento la penetró nuevamente, ella lanzó casi un grito, abriendo los ojos lo más grande que pudo. Sus jadeos de placer arrancaban risas de los observadores que miraban a Juan, sentado en el trono, miraba totalmente humillado como se cogían a su esposa.. 
-Siii, asi, métemela toda – decía entre jadeos 
Los observadores murmuraban entre ellos 
-más, quiero más, dámela así- imploraba Camila. 
Ahora volvía sentir como el gigante la llevaba al orgasmo, 
Camila clavó sus uñas en la espalda del gigante, que mientras tanto embestía con fuerza, sintió en su interior como el climax se acercaba, y explotaba haciendo que se tomara fuertemente de quien la estaba poseyendo. Un largo gemido marcó el final de tan placentero camino. El gigante se puso de pie, mientras que ella quedaba rendida, recostada en el piso, con los ojos bien abiertos, todavía agitada por el placer que le había provocado ese camión humano. 
Ahora él la alzó en sus brazos, ella desnuda se abandonó a él, que la llevo y la dejó a los pies de Mario que la miró con una sonrisa. 
-¿Te gustó?-le preguntó Mario. 
-Si, es un animal.- dijo ella satisfecha 
-¿y a mí me vas a dejar así?- Dijo Mario 
-no, perdóname, dame mi lechita- dijo ella con un tono infantil en su voz. 
- no sé, te olvidaste otra vez de él y ahora está enojado de vuelta – dijo Mario señalando su verga. 
Ella le tomó la verga con dulzura, le dio el acostumbrado besito en la punta de la pija. 
-Perdoname bebé, ¿me vas a dar mi leche?- le hablaba a la verga nuevamente con dulzura. 
Le dio un nuevo besito, después con la lengua tocaba suavemente la cabeza, comenzó a masturbar a su dueño, mientras su boca succionaba con fuerza, el semen no tardo en fluir y ella dejó que se derramara sobe sus tetas. Mario le pasó una toalla para que se limpiara y le indicó que se sentara sobre sus rodillas. Ella agotada, desnuda, y satisfecha se acomodó sobre Mario y suavemente se quedó inmóvil, abrazada a él. 
-bueno, ahora te vas a vestir y te vas a tu casa tranquila ¿me entendiste? 
-¿me puedo quedar con vos, aca? Preguntó ella 
-no, andá a tu casa, con Juan. Ya los voy a llamar 
Juan que estaba virtualmente destrozado y humillado escuchó como Mario lo amenazaba. 
-si te vas de tu casa, te mato ¿me entendés? 
Juan, asintió, y vencido se fue a su casa. 
Camila estaba en las nubes, gracias a las deudas de su marido, se había convertido en una puta, y eso le estaba gustando demasiado. 

Tercer capítulo 
Juan había escapado, se había ido de su casa, haciendo caso omiso del aviso de Mario. Camila tenía sentimientos encontrados, por un lado estaba preocupada por la vida de Juan, pero por otro lado se sentía liberada, Mario la había convertido en su puta, y el estar sola le permitiría encuentros más tranquilos. Una duda la asaltó de repente. ¿Que pasaría cuando Mario se enterara de que Juan se había escapado? 
Llamaron a la puerta, Camila fue a abrir y la inundó el pavor. Mario estaba afuera, seguramente lo buscaba a Juan. Abrió la puerta e hizo pasar a Mario, que traía una botella de champagne en sus manos. 
-Hola, Cami, ¿cómoestás?, vengo a festejar. 
-Mario, no quiero que te enojes conmigo, pero Juan no está, se ha ido…-Dijo Camila con temor 
-Lo sé, por eso vengo a festejar- Dijo Mario contento 
-No entiendo, vos lo amenazaste. 
-No todo lo que se dice tiene un significado exacto – dijo Mario – pero ya te lo voy a explicar, o me vas a recibir así, acá, ¿no me vas a hacer sentar? 
Camila estaba desorientada, la tranquilidad de Mario no era lo que ella esperaba, pero de repente él se puso serio. 
-Otra vez te estás olvidando de algo – exclamó Mario 
Camila entendió al instante, eso le gustaba de Mario, iba directo al grano, entonces se arrodillo, suavemente bajó el cierre del pantalón de su dueño. 
-Hola, bebe – le dijo dulcemente a la verga de Mario, que como si tuviera vida propia que comenzó a ponerse dura. Camila le dio el acostumbrado beso en la punta. 
-Uyyy, que dura que se puso de repente, ¿tiene lechita para mi?- 
La lengua de Camila recorría el borde de la cabeza de la verga, para luego introducírsela en la boca, su mano derecha iba y venía por el tronco, a veces bajaba hasta los testículos, para facilitarle que se metiera una mayor porción en la boca. 
-quiero mi leche- rogaba Camila – la quiero toda. 
-¿Querés tu leche?, vas a tener que esperar- dijo Mario. 
-Acabame encima, porfi, quiero que me acabes en las tetas. 
-No, esperá, te la vas a tener que ganar.- le dijo mientras la volvía hacer poner de pie. 
-¿viste cuando te dije que no todo lo que decía tenía un significado exacto? Bueno, Cuando le dije a Juan que lo iba a matar si se iba, lo que hice fue asegurarme precisamente de que se fuera, y que por miedo a que lo mate, no aparezca nunca más. 
-¿y eso de la noche estrellada?, que significó, porque pareció un rito de una secta 
-¿Una secta?, - Mario rió de buena gana – Me parece que ves muchas películas – se burló Mario – Yo ya tuve problemas, que al cobrarme deudas con esposas, después tener problemas legales. Si a juan se le ocurre denunciarme, simplemente tengo seis testigos de que Juan me entregó a su esposa voluntariamente. 
Camila empezaba a sentirse usada como un objeto, nada más 
-¿Y tu guardaespaldas?, ¿por qué hiciste que me cogiera como me cogió?- preguntó molesta Camila. 
-¿ has visto en la tv a los domadores de estancia?, ¿esos que doman caballos para los demás?, bueno, Él es quien doma las yeguas que después monto yo. 
-¿Eso soy yo para vos?, ¿solo una yegua más de tu corral?-Ya Camila estaba muy enojada. 
-¿Te cabe alguna duda?- dijo Mario en forma altanera. 
-Si, no pienso ser una yeguita solo para darte el gustito nada más. 
-¿No pensás?- Mario la tomó por los brazos – No podés, perdón, no querés negarte. 
Camila quiso soltarse, pero Mario la hizo girar, y le apoyó la verga en el culo. 
-¿A esto te vas a negar? – preguntó Mario 
-Puedo negarme si quiero – exclamó Camila 
Mario la llevó al dormitorio. 
-Me vas a dar el culo, ¡ahora!¿entendés? 
-No quiero – dijo Camila aunque con mucha menos energía de la necesaria 
Mario la hizo poner con sus rodillas y sus manos apoyadas en la cama. 
-vamos a ver si no sos mi Yegüita- dijo Mario 
-No soy tu yegüita – dijo Camila casi en un hilo de voz. 
Mario de pié detrás de ella comenzó a acariciarle el culo, levantándole el corto vestido de algodón, suaves caricias recorrían sus nalgas. 
-Así se calman las fieras – decía Mario – con caricias, 
Camila se sintió totalmente en poder de Mario, ella sabía que él haría lo que quisiera con ella. 
Las manos de Mario bajaron a sus muslos, para luego colarse entre sus piernas para tocar suavemente su vagina, ella obediente abrió las piernas para facilitar la tarea, Mario acariciaba el clítoris y muy despacio comenzó a jugar con un dedo en el ano de ella, con solo tocarle allí ella daba pequeños gemidos, Mario lubricó con saliva el orificio, ella giró un poco su cabeza para mirarlo. Le excitó observar como la pija muy dura apuntaba ya a su culo. 
-¿Vos sos la que no quiere ser mi yegüita?- preguntaba Mario 
Camila por orgullo quiso contestar, pero no pudo. Realmente se sentía como una yegua que espera a ser montada por su dueño. 
-¿Y que pasa?¿no vas a contestar? 
Un suave contacto le indicó a Camila que la verga estaba a punto de introducirse. Se apoyó en sus codos, para dejar el culo un poco más en alto. El pene se introdujo y le arrancó un quejido de dolor y placer. Mario empujó suavemente, metiendo un poco más el miembro. Ella agachó la cabeza, el placer de sentirse humillada, era mayúsculo. Mario que la tenía penetrada se quedó quieto. 
-¿Haber como cabalgas? Exclamó él. 
Camila empezó a moverse lentamente, cuando sintió que las manos de Mario la tomaban de la cintura, aumentó más el ritmo. Ahora ambos se movían al unísono, él la embestía con fuerza, arrancando expresiones de placer de la mujer que era dominada. 
-¡Hijo de puta!, sos un hijo de puta, partime, cojeme así – decía Camila 
-¿Te gusta que te cojan así? – preguntaba Mario 
-Siii, cojeme, haceme el culo así – exclamaba con placer ella 
Los brazos de Camila ya no la sostenían, ahora con la cabeza contra la cama, entregaba todo lo que tenía, se movía a voluntad de Mario, que seguí atacando ese culo que ella le había entregado. Ahora jadeaba con fuerza y ya sentía el clímax, el orgasmo le recorría el cuerpo, haciendo que temblara al son de su dominador, que ahora temblaba mientras le llenaba el culo de semen. Ella creyó que se moriría de placer en ese instante, y fueron deteniéndose lentamente hasta que ella cayó rendida. 
-Te dije que te iba montar- Le dijo Mario 
-¿y ahora como sigue esto? – preguntó Camila 
Camila ya sabía la respuesta. Ese hombre era su dueño, y por más que ella luchara, no podría ni quería liberarse de él. El la había convertido de Esposa a puta. 

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