En manos de su vecino

Juliana tenía todo lo que uno buscaría en una mujer. Tetas hermosas y un culo dibujado, su rostro era la mezcla perfecta de gata y mujer. Era un ama de casa absolutamente normal, casada y enamorada de su marido, pero sentía debilidad por el sexo virtual. 
Frente a su computadora ella se transformaba, a veces se sentía una adolescente deseada por cientos de desconocidos, y a veces era una mujer fatal, capaz de manejar al hombre que ella quisiera. Obviamente que todo este submundo ella lo vivía a escondidas de su marido. 
En ese momento, ella estaba con sus tetas al aire, frente a la computadora. Que un desconocido la viera desde un punto distante del planeta la calentaba. Mientras ella acariciaba sus tetas apasionadamente en su monitor veía una verga tremendamente parada y dura, la mano del tipo subía y bajaba masturbándose con la imagen que ella ofrecía. 
-Sabés que te estoy grabando ¿no?-la voz del tipo sonaba un poco metálica, deformada por algún tipo de programa. 
-si, eso me calienta- respondió ella 
-¿te gusta mi verga- preguntó el desconocido 
-si, me encanta- respondió ella 
-si estás caliente masturbate, te quiero ver- dijo el desconocido. 
Juliana acomodó la cámara para que él pudiera ver su entrepierna, la mano asomó por un costado de la imagen, lentamente comenzó a acariciarse, los suaves gemidos se escuchaban perfectamente, a medida que los dedos incrementaban el ritmo también lo hacía el volumen de sus exclamaciones. 
-sos mía, sos mi putita- decía el tipo 
-si…me estás cogiendo, me estás dando con todo- respondía ella 
-así me gusta…Juliana- agregó el desconocido 
Tardó unos instantes en darse cuenta 
-¿como sabés mi nombre?, yo no te lo he dicho- dijo ella curiosa 
La imagen aún mostraba la verga del tipo. Un click electrónico sonó a través de los parlantes de la computadora, la voz sonó ahora más clara. 
-conozco los pisos de tu casa, es más hasta conozco el mueble que veo de fondo, te podría decir cuantos portarretratos tenés allí mismo- dijo el extraño. 
-¿Carlos?, ¿sos vos?- dijo ella mientras corría la cámara para quitar su imagen de ella. 
El tipo también corrió la imagen, su cara apareció en el monitor. 
-no me quites el placer de mirarte- dijo Carlos 
Desesperada Juliana apagó la computadora, no se dignó siquiera a contestarle. Carlos era su vecino, un tipo soltero, bastante pintón, pero a la vez de mala fama. Su esposo no se lo bancaba, pero existía una convivencia respetuosa entre ellos. 
Diez minutos después golpeaban a la puerta, Juliana confirmó sus miedos por la mirilla. Carlos miraba fijamente hacia el pequeño orificio de la puerta. 
-Se que estás allí Juliana, abrime- dijo él 
Juliana se mantuvo en silencio, aterrada no sabía que hacer. 
-¿tu marido sabe que andás mostrándote en bolas?, yo le puedo pasar algún videito…vos elegís- agregó Carlos 
Suavemente se abrió la puerta. El rostro de Juliana asomó por la pequeña abertura entre la puerta y el marco. 
-no me podés hacer esto, yo no lo engaño, es simplemente un juego- dijo ella con rostro suplicante. 
-puedo hacer lo que quiera, ¿me dejás pasar?- Carlos sabía que era él quien manejaba la situación. 
Juliana abrió la puerta completamente, se sabía vencida aunque sintiera ganas de asesinar a ese hijo de puta. 
Carlos ingresó en la casa, lo hizo como si fuera el verdadero dueño. Al pasar junto a ella la tomó de la nuca, rápidamente la atrajo hacia él y le dio un corto beso. Ella sorprendida no tuvo tiempo de reaccionar. 
-sos un hijo de puta- insultó ella 
-vos le ponés los cuernos a tu marido, y yo soy el hijo de puta?, creo que te equivocás- Carlos sonreía sin perder el control. 
-No lo engaño, es solamente un juego- se defendió ella 
-contale entonces, ¿o lo hago yo?- Carlos la miró fijamente 
Juliana bajó su vista, estaba vencida. 
-¿Qué querés?- preguntó casi lastimosamente conociendo de antemano la respuesta. 
-mirá todo esto fue una mala coincidencia, para vos, por que para mi es excelente. Me calentaste siempre, ¿sabés?, no me canso de mirarte el culo, incluso cuando pasás con tu marido- Carlos ya se acomodaba en uno de los sillones de la casa. 
-¿Qué querés?. Ella repitió la pregunta 
Se habría abalanzado sobre él, le habría pegado con furia, hasta le hubiera gustado lastimarlo, pero sabía que no podía, él llevaba todas las de ganar. 
-sacate la remera, mostrame las tetas, quiero verlas en vivo y en directo- mientras hablaba Carlos hacía con sus manos como si las estuviera tocando. 
Juliana dibujó en su rostro toda la furia que sentía, pero obedientemente se sacó la prenda, por el apuro no se había puesto sostén, por lo que sus tetas quedaron inmediatamente a la vista de su dominador. 
-uhhh, son hermosas- dijo alegremente Carlos 
-te juro que te mataría- dijo ella impotente 
Carlos miró a su alrededor, detuvo su vista en la botella de whisky sobre el mueble. 
-servime un vasito- dijo mientras su dedo apuntaba hacia la botella que contenía el dorado líquido. 
-¿me puedo vestir?- dijo ella a punto de perder la calma 
-¡ni se te ocurra!- exclamó el 
Juliana se acercó a la botella, tomó uno de los vasos y sirvió una abundante medida. De espalda a Carlos escupió en el vaso. Era su pequeña venganza. Luego se lo acercó. Sus tetas se balanceaban a cada paso. 
Despreocupado Carlos tomó el primer trago. 
-¿Qué querés?- ella repitió una vez más la pregunta 
-que me chupes la verga- Dijo él mientras extraía su pija entre sus ropas 
-¡sos un malparido!- maldijo ella 
-soy el malparido al que le vas a chupar la pija- rió él 
Juliana miró a su alrededor, parecía buscar algo que la detuviera, por fin vencida por las circunstancias, comenzó a acercarse. Ni en sus más recónditos sueños podría aceptar lo que le estaba comenzando a suceder. La dominación de la que era objeto estaba comenzando a excitarla. Escondió sus sensaciones debajo de una cara de desprecio. Su mano fue directo a la pija mientras se arrodillaba entre las piernas de Carlos. 
-¿sabés cuanto tiempo soñé con esto?- exclamó Carlos 
Ella quiso insultarlo una vez más, pero no pudo, ya la verga estaba a pocos centímetros de su boca, y reticente abrió sus labios. Carlos la tomó de la nuca, en un rápido movimiento la penetró oralmente. Ella ajustó su mano entorno a la pija mientras sus labios se ajustaban al contorno. No pudo evitar cerrar sus ojos, como tampoco la pasión que se adueñó de ella. En pocos instantes se encontraba recorriendo todo el largo de la verga con su lengua hacia abajo, los testículos fueron un bocado que ella no quiso obviar. Los besó acaloradamente y luego se los introdujo entre sus labios y los chupó dulcemente. 
-así me gusta, que me demuestres quien manda- dijo él 
A cada humillación de él, ella sentía como se incrementaba sus deseos de ser dominada. 
-¿querés que te llene la boca de leche?- preguntó él 
Ella no respondió, aunque hubiera querido gritarle que sí. 
Ya la mano de Juliana subía y bajaba, sus labios se ajustaron a la cabeza de la verga mientras chupaba suavemente. Realmente no quería dejar escapar ni una sola gota de semen, quería sentir el sabor de la supremacía de Carlos en su boca. 
El resultado no se hizo esperar, un potente chorro la colmó de sensaciones. Una inconciente sonrisa se dibujó en su rostro mientras sentía como Carlos temblaba suavemente en sus manos. 
-¿quien es tu dueño?- preguntó él 
-vos- respondió apenas ella 
-¿querés que te coja?- continuó interrogando Carlos 
-no…por favor- mintió ella mientras daba los últimos suaves chupones a la dura verga que no perdió su dureza en lo más mínimo. 
Carlos se puso de pie, y la atrajo hacia arriba tomándola de uno de los brazos, la llevó hasta la mesa y allí la hizo recostarse, aplastando sus tetas contra la tabla. 
-por favor…no me hagas esto- rogó ella con voz apenas audible. 
-¿vos escupiste en mi vaso?- preguntó Carlos 
Ella giró su rostro hacia él, su rostro mostraba sorpresa por haber sido descubierta, no pudo articular palabra mientras él lentamente le subía la falda por arriba de la cintura, dejando su hermoso culo al aire. Con la misma lentitud le bajó la tanga hasta las rodillas. 
Con la suavidad de quien acaricia una suave tela, Carlos comenzó a recorrer con sus manos las nalgas de Juliana, ella inmóvil suspiraba hondamente con cada caricia. Los dedos de él llegaban hasta sus muslos, se adentraban hasta la parte interna de las piernas, para luego subir con extrema suavidad, apenas rozaba los labios vaginales se desviaba nuevamente hasta las nalgas, recomenzando el recorrido. 
-¿vos escupiste en mi vaso?- preguntó Carlos nuevamente 
-si…perdoname- dijo ella 
-acá tenés de vuelta tu saliva- exclamó él con sarcasmo en su voz. 
Juliana sintió como la saliva de Carlos caía entre sus nalgas, y se deslizaba hacia abajo, llegando hasta su ano. Con un dedo él comenzó a jugar en torno al orificio, introduciendo luego apenas un pequeño tramo de su dedo. Los músculos de ella se contrajeron, pero no pudo evitar que el dedo la lubricara. A medida que él más introducía su dedo, ella más se relajaba y sus suspiros se convertían en gemidos muy suaves. 
-te voy a hacer la cola, ¿sabés?- Carlos usaba un tono muy suave para hablar. 
-no…el culo no- respondía ella mientras movía su culo al compás de los juegos dactilares de él. 
El ano ya lucía levemente dilatado, por lo que el dedo entraba y salía con extrema facilidad. Otro poco de saliva cayó esta vez directamente en el orificio. 
Juliana estaba imposibilitada de pensar claramente, estaba sobrepasada por el placer y el éxtasis. En el primer instante pareció el mismo dedo, pero fue solo un microsegundo, pues la penetración fue casi violenta, la gruesa verga se deslizó casi sin resistencia hacia adentro. Juliana sintió como su culo se abría obedientemente al paso de la pija de Carlos. 
-des…pacio, por favor, está muy dura- exclamó ella mientras se aferraba al borde de la mesa y volvía a intentar mirar el rostro de su dominador. 
Él atropellaba con fuerza, mientras tomándola de los cabellos la obligaba a hacer su cabeza hacia atrás, ella perdió el control de sus sentidos. Se desmoronó sobre la mesa, su boca se abría desmesuradamente exclamando su placer con cada gemido. 
-sos mi puta, ¿me escuchaste?- 
-si…si…tu puta- respondió ella 
-tu culo, es mío…mío- 
-si, todo tuyo, todo tuyo- 
-¿te gusta sentir mi verga clavada?- 
-si…si…si- 
Las arremetidas de Carlos eran rápidas y profundas cargadas de mucha fuerza, que ella sentía con inmenso placer en sus propias carnes. Una de las manos fuertes de Carlos se había apoderado de su cintura, y ella era un mero juguete en manos de su dominador. 
-¿te gusta que te haga el culo?- 
-si…si…si- seguía repitiendo ella 
Todo se volvió borroso en Juliana, incluso la voz de Carlos, lo único patente que ella sentía era la dura y gruesa verga de él entrando y saliendo a voluntad de su indefenso culo. Los gemidos se volvieron jadeos, sus propias manos se aferraron con más fuerza al borde de la mesa y sus rodillas flaquearon. El orgasmo se hizo presente de forma avasalladora mientras sus nalgas se estrellaban una y otra vez contra Carlos. 
-me voy…me voy…me vas a hacer acabar- exclamó ella. 
Él gemía gravemente mientras su propio semen ya invadía el interior de Juliana. 
Ella jadeaba profusamente, no podía dejar de hacerlo pues su propia acabada parecía eterna. Por largos minutos se vio sometida al imparable goce de su orgasmo. 
Él comenzó a aminorar el ritmo, mientras ahora sí su verga perdía de a poco su dureza. El semen ya recorría el camino descendente hacia la parte inferior de las piernas de Juliana. 
Ella permaneció inmóvil, recostada aún sobre la mesa. 
-¿gozaste mucho?- preguntó él con su característico sarcasmo 
-sos un hijo de puta, me obligaste- respondió ella tratando de justificar su propio goce. 
-¿así que te obligue?- Carlos la tomó nuevamente de un brazo y la hizo girar. 
Ella respondió con suavidad, pues no tenía la menor posibilidad de oponerse. La mano de Carlos fue directamente a la vagina de Juliana. Con rapidez y facilidad un par de dedos se adentraron en la vagina de Juliana, que abrió sus piernas sin ofrecer resistencia. El goce fue inmediato mientras él comenzaba a acariciar su clítoris, ella debió abrazarse a él mientras apoyaba su rostro contra el hombro de quien la manejaba. 
-te voy a hacer acabar…en mis brazos- dijo él 
-no…no…por favor- exclamó ella 
Pero su cuerpo gritaba otra cosa, pues nuevamente era sometido a un vendaval de sensaciones, esos dedos eran completos dueños momentáneos del sexo de Juliana, también de los gemidos lastimosos que ella lanzaba. 
Él le dio un beso en la mejilla, ella buscó la boca de Carlos con sus propios labios. Ya sus sentidos estaban abarrotados, el placer y el éxtasis se adueñaban de ella. 
-vamos, dame otra acabadita- dijo él 
-ayyy…ayyyyy…sos un hijo de puta- Juliana era presa de sus propias sensaciones 
-si, el hijo de puta que está haciendo acabar- agregó él 
Ella lo besó, apasionadamente y por largos segundos mientras el orgasmo volvía a apoderarse de ella. Sus ojos se cerraron con fuerza y pareció perder el equilibrio. Ahora él parecía sostenerla mientras seguía moviendo sus dedos y ella jadeaba con fuerza. Intentaba mirarlo, pero no podía sostener sus ojos abiertos. Su boca dibujaba una gran sonrisa de placer y satisfacción. Carlos le había robado dos tremendas acabadas. 
Carlos por fin buscó sentarse en una silla, y ella lo hizo sobre él, de costado y reposando sobre el hombro. Estaba relajada, mas bien diría que entregada. Ahora él la acariciaba suavemente, la mano iba de su cabeza hasta su brazo, pasando por su espalda. 
-¿sabés que esto no termina acá?- preguntó él 
-si, lo sé- respondió ella 
-¿sabés que te voy a coger muchas veces mas?- continuó Carlos 
-si, también lo se- Juliana no pudo dejar de mirar los ojos que ya la dominaban completamente. 
Nuevamente se recostó sobre el hombro de Carlos y así permaneció por largos minutos. 
La mano de Carlos bajó por su espalda, llegó hasta una de sus nalgas. 
-te quiero volver a coger- dijo él 
Ella sonrió complaciente. Su dueño la requería otra vez. 

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