Conociendo más a mis primos


 Las primeras veces cuando se ven películas pornográficas, se recuerdan con todo lujo de detalles las escenas más ardientes. Si hay alguien con quien compartes el sexo, no dudas en estar cerca de dicha persona y satisfacer juntos esos instintos que te han mantenido en estado de intranquilidad durante el tiempo que dejaste de ver la película hasta el tiempo que ya estás disfrutando.
Mientras esperas a tu amante regular, miras a tu alrededor y deseas a cada persona que se cruza cerca de tu lado, desear a tu madre, desear a tu padre, a tus tíos, a tus hermanos. Y cuando ya estás disfrutando nada más importa, todos los momentos se concentran en la pareja; y, después de hacerlo viene un estado de calma, de relajación, de tranquilidad, sonrisas dibujadas en los rostros que expresan el agradecimiento por los momentos excitantes que se sucedieron y en el cansancio físico hace que las caricias que nos demos sean más suaves y más lentas.
Así, transcurrían mis días, entre la intranquilidad y la satisfacción total. Durante los momentos que mis padres y hermano estaban en casa eran momentos de intranquilidad, deseando estar con todos ellos. Para calmar estos momentos decidí ir a visitar a mis primos que estaban a una distancia de 400 metros desde mi casa, tres hermanos ellos, dos chicas y un chico. Mis tíos, sus padres, llevaban una relación de amigos pues, se habían separado, hace unos años atrás y cada uno de ellos tenía su propia pareja. Mi tío vivía fuera de casa y llegaba casi todos los días entre las siete y ocho de la noche a visitar a sus hijos; mi tía trabajaba todo el día fuera de casa y llegaba entre las cuatro y cinco de la tarde a casa, mis primos preparaban su desayuno y comida de tarde esperando a mi tía, cuando mi tía demoraba, sin duda estaba en casa de algún novio que se había levantado porque era muy inquieta y muy ardiente.
Era evidente que en dichas mañanas que visitaba a mis primos estaban solos, sin sus padres. Nuestros momentos eran juegos, donde los tocamientos casi inocentes eran claros. El cansancio físico en nosotros era notorio, mis primas y yo, decidimos darnos un baño de chicas, las tres juntas y desnudas con el agua cayendo sobre nuestros cuerpos.
Lejos de calmarme, aumentaban mis calenturas y deseos. Era conocido en la cuadra y alrededores que la mayor de mis primas tenía el trasero más deseable en toda la pequeña ciudad y ese culo hermoso, estaba desnudo muy cerca de mí. No tuve más reparo que acercarme a ella pegar mi coño a una de sus nalgas y con mis brazos rodee su cuerpo y me frotaba despacio e insistentemente, con las simples palabras que le expresaba: “ay prima, te quiero mucho”. La humedad de mi coño se confundía con el caer del agua de la ducha y mi prima no lo notaba pero no tardó tiempo que mis primas notaron mi gran estado de excitación por estar desnudas y juntas, unido a la intranquilidad de mi ser. Ellas tomaron mi conducta como una rareza de mi carácter que muy pronto entendieron como el inicio de un inocente juego de chicas.
En un instante estábamos las tres juntas, tocándonos el coño, la nalgas, los pechos, cada una de nosotras tocando un coño ajeno, como explorándonos una a la otra. Estos tocamientos torpes se convirtieron en suaves caricias sin llegar a los besos.
Dentro de la casa, todos nuestros juegos eran de connotación erótica, como las veces que jugábamos a no dejarnos quitar el calzón en el caso de nosotras las chicas o el calzoncillo en el caso de mi primo. Era excitante como trataba de quitarle el calzón a mi prima mayor Rosa, o mi primo a mí o a su hermana menor. También estaba el juego de no dejarnos tocar el coño las chicas y la verga los chicos con castigos severos para el que se dejaba tocar de todos, tenía que ponerse en cuatro con las rodillas en el piso y las manos estiradas en el piso y quitarse la ropa dejando el culo al aire y todos los presentes le dábamos grandes nalgadas. También estaba el juego de papá y mamá, aunque ya estábamos muy grandes para ese jueguito pero lo hacíamos para varias de vez en cuando; como era la prima tenía que hacer de mamá y mi primo Julio hacía de papá, mis primas hacían de nuestras hijas. Llegaba el papá de trabajar de la calle y saludaba a la mamá con un beso en los labios y un abrazo, besitos a las niñas en la frente, luego en la mesa la mamá y las hijas sirviendo la comida, luego las hijas simulaban jugar y los padres viendo televisión y haciendo las cuentas de la casa y, finalmente llegaba la hora de dormir, en el cuarto donde dormían las primas tenía dos camas y en una cama hicimos dormir a ellas que eran las niñas y en la otra el primo y yo, que éramos los padres, nos acostábamos, nos abrazábamos, nos besábamos. Allí en la cama, el primo me decía: “mi amor, aprovechemos que las niñas duermen, he venido del trabajo con unas ganas de cacharte duro”, (hacer el amor o coger), nos quitábamos todo y volvíamos a abrazarnos, me acariciaba las nalgas y yo las de él, besaba mis pechos, yo acariciaba sus cabellos y su espalda, luego cogía su verga y el frotaba su mano en mi coño, después con su mano tomaba su verga dura y la rozaba por los labios de mi coño, me metía la puntita y luego me la sacaba y finalmente la tuve toda dentro de mi coño y se movía ruidosamente en la cama; como era de esperarse las niñas se levantaron de la cama y fueron hacia nosotros preguntándonos: “papi, mami, que están haciendo ustedes en la cama”. Con desgano saqué la verga de mi primo y le dije a las niñas: “es que nosotros ya somos mayores y nos amamos, eso se llama hacer el amor o lo que los chicos dicen vulgarmente coger o cachar, cuando sean grandes lo entenderán, ahora duerman tranquilas si no me voy a molestar con ustedes. Representamos esta escena tres veces, cada prima a su turno hizo de mamá y sólo el primo hizo de papá. Cada una era capaz de variar el libreto para salir de la monotonía. Es así que mi prima mayor, Rosa, dijo ante la pregunta de nosotras sus hijas:
  • “miren hijas, nosotros somos sus papás y podemos hacer esto todos los días, así las tuvimos a ustedes, su papá introduce su pene en mi vagina y deja una semillita que va creciendo en mi vientre y después de nueve meses nacieron ustedes”
  • Angie (hija 1):” mami, nosotras también podemos hacer eso que hacen ustedes”
  • Janeth (hija 2): “si mami, yo te oí, que le decías a mi papá que te lo meta más, que querías sentirlo todo dentro”.
  • Angie y Janeth: “si mami, enséñanos, como se hace eso”
  • Rosa (mamá): “ay hijas, pero su papá se puede molestar”
  • Julio (papá): se acerca a nosotras y dice, “que tanto hablan entre ustedes y no se duermen ya”.
  • Rosa (mamá): “mi amor, las niñas me están preguntando sobre sexo, ya que nos han visto aprovechemos y enseñémosle a las nenas”.
  • Angie y Janeth: “si papi, si papi”.
  • Rosa (mamá): “miren niñas este es el pene de su papá, cuando está así grande y duro significa que tiene ganas de hacer el amor, miren mi coño, aquí por donde meto mi dedo entra el pene de su papi y me deja la semillita que es un líquido espeso que se llama semen aunque vulgarmente le dicen leche”.
  • Angie: “ a ver mami que te lo meta para saber cómo se hace".
  • Rosa (mamá): “ay niñas, ustedes son unas traviesas, lo haré sólo por ustedes pero será nuestro secreto”.
  • Janeth (hija 2): “si mamá, será nuestro secreto, ya papi, méteselo a mami”.
  • Julio (papá): “miren hijas, así despacito se le va metiendo para no hacerle daño a su  mami, y me empiezo a mover despacio de adelante hacia atrás y mi pene roza con las paredes del coño de mamá, miren el gusto que siente su mami cuando se lo hago”.
  • Angie (hija 1): “papi, hazlo con nosotras, queremos saber cómo se siente, si, a mi primero métemelo y después a mi hermana”.
  • Julio (papá): está bien hijas, quítense la ropa para que aprendan lo que es el sexo en una pareja”.
  • Angie y Janeth: “si papá, así te vamos a querer más porque tú eres bueno con nosotras”.
  • Angie (hija 1): “ay papi, que rico se siente”.
  • Janeth (hija 2): “si papi, cáchanos así, todos los días (tener sexo)”.
Y después de todo esto, el juego se convirtió en una deliciosa orgía familiar, disfrutando y gozando. Como éramos cuatro en la casa, faltaban dos chicos para conformar tres parejas, así que me decidí por mi hermano y un primo que vivía no muy lejos de nuestras casas. Hicimos de la casa de Rosa el centro de nuestros juegos sexuales, de disfrutar deliciosos momentos de placer.
Un día, Rosa muy amorosamente le dice a su mamá, que había pensado en hacer una pequeña fiesta en la casa para entretenerse y pasarla bien entre ellas y los primos, que en la casa estarían más seguros que exponerse a los peligros de la calle, que sería en el día y la tarde, es decir mientras la tía trabajaba fuera de casa, a lo que la tía aceptó. En gastos nada, cada uno de los invitados llevaba algo pequeño de comer y beber pues sólo éramos seis los asistentes a la fiesta, este era un nuevo juego inventado por nosotras.
Llegó el día de la fiesta sin ninguna emoción de parte nuestra, estaban en casa Rosa y sus hermanos Janeth y Julio, llegamos mi hermano, nuestro primo Arturo y yo. Éramos tres hombres y tres mujeres, teníamos que asignar roles entre nosotros, Rosa era la novia de mi hermano, Janeth era la novia de Arturo y yo era la novia de Julio. Nuestros papeles eran de chicos acostumbrados a coger seguido, vulgares y sin reservas entre los asistentes.
En cada uno de los bailes, nos abrazábamos, nos acariciábamos, nos besábamos, nos apretábamos muy fuerte entre nosotros. Al final los roles importaron nada, queríamos aprovechas esos momentos a solas entre nosotros.
Julio y yo nos fuimos a la cama donde nuestras caricias nos habían excitado mucho, nos quitamos toda la ropa sin importar los demás, se inclinó en el piso de cuarto, me abrí de piernas y su lengua empezó a juguetear por los bordes de mi coño y luego dentro, yo lo tomaba de su cabeza con mis manos. A mi costado en la cama contigua, estaba mi hermano con mi prima Rosa, éste le mordía sus pechos y ella le apretaba su verga con las manos, los dedos de mi hermano entraban con facilidad en el coño de mi prima. Frente a mí, no habían más camas pero sí un mueble donde estaba sentado Arturo y sobre él, nuestra prima Janeth, veía su cuerpo de espaldas, apreciando todo su culo y notando como la verga de mi primo se veía a la mitad cuando se levantaba y como se dejaba de ver cuando ella se sentaba sobre él, gimiendo juntos en este sube y baja delicioso. Lo más rico fue cuando nos intercambiamos, como en una orgía y nuestros coños fueron penetrados por tres vergas familiares. La música se seguía escuchando pero nosotros estábamos en el cuarto disfrutando hasta una hora antes que llegue nuestra tía, ya sabíamos su horario, si es que llegaba.
Muchos minutos pasaron, la puerta de la casa ya permanecía abierta, veíamos la televisión, mi hermano en la cocina conversando con Rosa. Mi tía llega a casa tan silenciosa y risueña como es ella. Hacía un calor fuerte, va directo a la cocina por una bebida; observamos que mi hermano sale rápido de la cocina hacia la calle diciéndonos al pasar por la sala que salgamos rápido, desde la sala hablé a mi tía casi gritando, me despedí en nombre de todos y salimos rápido a alcanzar a mi hermano que se hallaba fuera de la casa. En el camino hacia mi casa mi hermano me fue contando lo sucedido. Nuestra tía había visto a Rosa, su hija, recostada sobre una de las paredes de la cocina y sobre ella pegada a su cuerpo él, que la tenía tomada de la cintura y sus rostros a cinco centímetros de distancia, y la mirada de nuestra tía sobre ellos la sintieron como un látigo en sus caras.
Durante algunos días no asomamos la cara en casa de nuestra tía y esperábamos su visita a la nuestra. Fue nuestra prima Rosa quien nos tranquilizó con su visita explicándonos lo que sucedió momentos después que salimos de su casa. Mi prima nos hizo ver que mi tía tenía sus sospechas y advirtió a su hija, nuestra prima, que tomáramos las cosas con cuidado por los demás.
Pocos días después retomamos nuestros juegos sexuales, cuando nuestra tía llegaba a su casa nos saludaba con una sonrisa como diciendo que sabía lo que pasaba en casa, y era cierto porque nuestra prima Rosa le había contado nuestros pequeños juegos sexuales.
Mi tía era conocida por ser una mujer fatal, es decir, salía con chicos que les doblaba la edad, ella tenía más de 40 años, sus novios estaban más cerca de la edad de sus hijos que de ella. Era una mujer alta, un poco gordita, de amplias piernas y un gran culo que heredó su hija mayor, nunca gustó de las chicas, a pesar de muchos coqueteos en los que ella mostraba picardía. Siempre que llegaba a casa la encontraba muy concurrida, por sus sobrinos e hijos.
La curiosidad pudo más que la tolerancia a nuestros juegos sexuales. Un día llegó más temprano que de costumbre. Cuando nos percatamos de ello, estaba de pie junto a la puerta del cuarto de sus hijas, estaba Rosa con Julio y yo en una cama, juntos y desnudos. La verga de mi primo estaba dentro de mi coño, él sujetándome de las piernas sin detenerse, el coño de mi prima Rosa, estaba en mi boca, metiendo mi lengua en los labios de su coño, mojando las paredes dentro de su coño y haciendo círculos con mi lengua para luego bañar con esos flujos el clítoris de ella mientras se lo golpeaba con la lengua. A los pocos minutos, Janeth salía del baño desnuda, acompañada de mi hermano y nuestro primo Arturo. Desde ese día ya no nos frecuentamos como antes, pero la experiencia vivida fue maravillosa, donde concurrían los placeres y deliciosos juegos sexuales.

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