Revolcón de exposición!

En agosto del 2000 Agustina tenía una exhibición de sus trabajos en la ciudad de Rio de Janeiro, esto ponía de la cabeza a Martín, que nunca toleró las actividades de su esposa ni tampoco la gente del ambiente. Despreciaba la gente con mucho dinero que compraba arte y mucho más a los artistas por considerarlos gay y promiscuos. Me acuerdo que por esos dias le decíamos "pará la mano Martín, a tu mujer le va bien y gana mucho dinero con su arte", pero el siempre despreció el dinero que ganaba Agus. 
Aquella vez hubo una recepción a todo trapo bancado por Agustina donde corría el champagne y los bocaditos para todos y la música de Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan y Billie Holliday endulzaba el ambiente. 
Agustina estaba hermosa, un vestido largo muy adherido al cuerpo y muy sugestivo, zapatos con tacos altos, una cadenita de oro que alguna vez le regalo un empresario ruso y aros colgantes que se destacaba por sobre el cabello recogido. En tanto Martín, que no le gustaba ese tipo de eventos no se lo veía por ningún lado. Tiempo después supimos que estaba con dos prostitutas en un burdel de mala muerte. 
La velada estaba a pleno cuando al salon principal entra un hombre algo mayor, pero muy distinguido y delgado. Su cabello estaba peinado con fijador, su traje oscuro era costosísimo y de sus dedos brillaban unos anillos grandes de oro. Se acercó a Agustina y besándole la mano la felicitó por el éxito de la exhibición con una catarata de elogios que, por cierto, los tenía bien ganados. Tomándola de la mano la guió al salón adjunto yle indicó una estatuilla.Era una diosa de la fertilidad y su forma era la de una mujer desnuda con pechos grandes. Hablaron por un rato largo de arte y música hasta que Agustina se alejó para llamar a su marido que se estaba demorando. 
-¡Si! ¡Si mi amor, estoy en camino! -dijo presuroso Martín. 
Sin embargo ella se dio cuenta que su voz se escuchaba turbia, quizás por el exceso de alcohol, y se escuchaba música alegre de fondo. 
-No te preocupes, vení tranquilo... 
En la sala de estar Agustina, con su rostro mostrando una mezcla de tristeza y bronca, agarró una copade champagne y la bebía a sorbos mirando a lo lejos. De atrás apareció el hombre mayor interesado en la estatuilla y le susurró algo en el oido. Ella se estremeció y emitió un suspiro, por un momento el tiempo se detuvo como todo a su alrededor, su respiración se entrecortaba y su boca quería emitir algo parecido a una palabra pero quedaba entreabierta. 
Sin esperar ninguna reacción aquel hombre la tomo de la mano y casi a la rastra la llevó hacia el depósito donde se hallaban otros trabajos de Agustina. Allí la empezó a besar por el cuello y su cara, sus manos hacían caer los breteles del vestido dejando que la gravedad haga el resto. Ella empezó a acariciar con fuerza el bulto que se le formó en el pantalón y arrodillándose bruscamente y sabiéndose desnuda y excitada saco el pene de su amante para darle una exquisita mamada. Aquel pene era grueso, largo, su glande se destacaba con un color rojo púrpura. 
Ella, como una porno star, lamía y chupaba por igual ese pene mirándolo fijamente a su amante y poniéndole la mejor cara de puta que podría. Ambos se dejaron caer al suelo, desnudos, y continuaron con un 69 que ponía al hombre de los pelos. Aquel preludio amoroso se extendía como si el tiempo no corriera para ellos, afuera todo transcurría con normalidad. 
El hombre tomo por detrás a Agustina en posición de perrito y le metió salvajemente el vigoroso pene por su vagina lubricadísima, ella acusó recibo dando un gemido fuerte y seco. Mientras bombeaba a un ritmo frenético, el hombre empezó a meterle los dedos uno por uno dentro del ano de ella. Sus fuertes gritos eran tapado por la música del salón y sus manos se tomaban de una tela que colgaba para asirse con firmeza. Los dos acabaron juntos mientras el quedaba abrazado a ella por detrás. Ella se paró de repente, se limpió los restos de semen que corrían por sus piernas y disimuladamente se fue al baño para peinarse lo más posible y maquillarse de nuevo como si nada hubiera pasado. 
La exhibición estaba llegando a su fín y Martín, que no se imaginaba que unos regios cuernos adornaban su despreocupada cabecita, no aparecía por ningún lado. 
Visiblemente enojada Agustina se despidió de todos y se acercó al estacionamiento para tomar el auto alquilado cuando nuevamente aquel hombre apareció por sorpresa, la besó apasionadamente y la dio vuelta empujándola de modo tal que tenga su cola expuesta y su pecho apoyando en el capot del auto. 
-Tengo algo pendiente con vos 
-No, está por venir mi marido. 
-Shhhhh!!!! Calate y gozá puta!!!!! -le dijo mientras le daba una palmad en sus nalgas descubiertas 
-Ayyyy!!! Me duele, no lo hagas... 
Él, que en un principio le había descubierto el culo a ella, le arrancó violentamente el vestido dejándola con sus tetas a la vista de quién las viera. Una pareja mayor se horrorizaban ante ese espectáculo. 
Pese a todo ella estaba gozando como loca, se pellizcaba sus pezones mientras su amante estimulaba su ano para dilatarlo y recibir al fín ese penefirme y viril. Con paciencia y trabajo el hombre logró su propósito y con lentitud empezó a penetrarla por el ano en medio de los gritos de dolor de ella. Cuando logró meterla toda espero que se calme y que cambie la sensación de dolor por la de placer. Así pudo bombearla paulatinamente en medio de sonoros gemidos. 
-Ay, ay ay... no puedo maaaaaásssssss...rompeme toda...ay,ay,ay,ay...rompeme toda... 
-Snf...¡Que buena ...puta resul...taste ser! 
-ay,ay ay...llename el culo de leche... 
El pedido de Agustina no se hizo esperar y recibió toda una andanada del más calentito semen dentro de su culito hermoso, quizás el premio más deseado por los hombres que la conocen (en el que me incluyo). 
-No me dejés la pija así!!! Limpiámela con la boca!!! 
Las palabras de aquel extraño eran órdenes para ella que se sabía sumisa y obediente a los caprichos de su amante. Aún desnuda y junto a su auto se la empezó a limpiar chupándola con la idea de sacarle más leche cuando viene llegando su marido Martín algo ebrio pero lúcido como para ver a su esposa chupar pene en un lugar público y con su cola chorreando semen. 
Cuando Martín le quizo poner una trompada aquel extraño se zafó de Agustina y se defendió con una trompada que impactó de lleno en el rostro de mi aturdido amigo. Lo que vino después fue triste y digno de otra historia en poringa. Aún recuerdo como a Martín con una autoestima a prueba de balas se le vino el mundo abajo.

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