EL HACENDADO

Me llamo Camila, tengo 21 años. Físicamente soy una mujer deliciosa, mis tetas miden 105 y mi culo es bastante grande, redondo y paradito. Soy de tez morena clara, cabello castaño claro, largo, rizado mis ojos son color avellana y grandes y de estatura mido 1.68. Mi primera vez fue a los 13 años, razón por la cual llegué a desarrollar mucho más rápido que mi hermana que me lleva 5 años de más. Desde esa vez no me han dejado de gustar las pollas, me gustan de todos tamaños y formas, pero lo que más me gusta es provocar a los hombres. Como soy la menor de tres mujeres, siempre fui la niña de los ojos de mis padres, para ellos soy la niña más tierna y linda de todas, pero en realidad soy una puta, me gusta el sexo, siempre me ha gustado desde muy temprana edad empecé a masturbarme y mi virginidad la perdí con un hombre mucho mayor que yo, él tenía 27 años y yo solo trece, pero eso es otra historia. Este relato es casi un 90% real, y trata de cuando yo tenía 18 años y cogí con un hombre de 25 años.

Su nombre era Sebastián, tez morena, cabello negro, ojos del mismo color y muy expresivos, un hombre musculoso y bastante alto (1.90), con una polla de casi 27 cm de largo. Era el hacendero de la finca de mi padre y lo conocí en la época de víspera navideña.

Desde que mis padres se divorciaron, todos los años mis hermanas, mi madre y yo vamos a la finca de mi padre para la época de navidad y año nuevo, ya que casi en todo el año no pasamos tiempo junto a él y la propiedad queda en un lindo lugar para descansar y vacacionar.

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Eran las 7:30 a.m cuando desperté, salí de mi cama y fui a seguir mi rutina de aseo diaria, luego de bañarme, volví a mi habitación y me vestí con un vestido blanco por las rodillas, como era holgado y de manta no se veía tan largo, dejé mi cabello suelto con los rizos alborotados y me puse una diadema. Estos accesorios hacen que luzca más tierna y de menor edad de la que tengo. Bajé a desayunar, en casa todos se despiertan temprano por eso ya estaba preparado el desayuno y la mesa estaba servida. En la mesa cada quien tiene su lugar de sentarse, mi padre y mi madre van en las cabeceras de la mesa, mis hermanas siempre se sientan juntas, frente a mi, yo me siento al lado de mi padre, es la costumbre, menciono esto, por que cuando iba a sentarme en mi lugar, este estaba ocupado por un joven moreno y de cabello negro y lacio.

-hija, siéntate en otro lugar -dijo mi madre al notar mi incomodidad, fingí una sonrisa y me senté al lado del joven moreno.
-¿quién es él? -pregunté inquietay nerviosa, ya que él me recordaba a Marcos, mi mejor amigo y amante de ocasión.
Mi padre me vio con el ceño fruncido, pero luego sonrió -buenos días, Camila, él es Sebastían el hacendero.

Es una costumbre de mi padre traer a la mesa a los trabajadores de la finca. Cuando mi padre respondió vi a Sebastián y él me mostró sus dientes blancos, perfectos y grandes en una sonrisa de picardía, lo pude notar en sus ojos -mucho gusto -dijo él sin dejar de sonreír.
-el gusto es mío -dije tranquila.

Luego, la mesa se llenó de palabras y conversaciones entre mis hermanas, mis padres y Martín, yo me quedé en silencio mientras terminaba de desayunar, siempre he sido muy lenta para comer y eso es algo que hasta la fecha, no ha cambiado. Al terminar de comer mis hermanas y yo nos encargamos de recoger los platos para llevarlos a la cocina y lavarlos. Luego de eso no volví a ver a Sebastián, no hasta que quise ir a ver a Beltza mi caballo, es un pura sangre negro y lo tengo desde que nació, hace cinco años, su madre Akita lo tuvo en la finca el día de mi cumpleaños número 11 y por eso mi padre decidió dármelo como regalo de cumpleaños.Ya me había cambiado de ropa ahora andaba un chor negro y corto y una blusa ajustada que pronunciaba mi escote, andaba botas de hule que son las que se usan para entrar al potrero y esas cosas. Estaba peinando a Beltza ysentí la presencia de alguien, me asusté un poco pero luego supe que era Sebastián, él empezó a hablarme.

-¿es el tuyo? Tu padre me comentó que cada una de ustedes tiene un caballo.
-sí, este es el mío.
-es el mejor de todos, por cierto.
-lo sé -quería ser cortante con él, ya que si me comportaba de manera diferente terminaría follando con él en cualquier otro lugar de la finca.
-¿porqué eres tan cortante, princesa? ¿acaso... tienes novio?
-no, no. Nada de eso, es solo que... -lo vi a los ojos y fue lo peor que pude hacer, o más bien lo mejor que pude hacer, él andaba sin camisa y sus músculos marcados me hacían casi que perder la cabeza.
Él sonrió al ver mi cara de boba -puedes tocar si quieres.
-¿qué dijiste? -dije haciéndome la desentendida y volviendo con Beltza.
Sebastián agarró mi mano derecha, con la que estaba cepillando a Beltza y me quitó el cepillo, sus manos grandes, fuertes y carrasposas me hicieron soltar un jadeo suave -sé que quieres tocarme. Se nota en tus ojos.
Sonreí, él tenía toda la razón -¿o me equivoco?
-no, no te equivocas. Y no solo quiero tocar.
Sus dos manos pasaron a mi cintura, apretándome contra su duro cuerpo -¿qué más te gustaría?
-lamerte y tenerte bien adentro-sentí como su polla se puso dura debajo de su pantalón.
-cuando quieras, princesa -susurró suavemente, tan suave que apenas alcancé a oír lo que había dicho.
-ya, quiero ya, Sebastián.
-date vuelta.

Ni siquiera me dio chance de obedecerle, él mismo me dio media vuelta con sus manos y puse mis manos en la baranda más cercana que vi. Sus manos empezaron a andar por mis piernas, no aguanté mucho, quería que me chupara, que me comiera el coño y que me metiera su verga bien adentro. Eso no se hizo de esperar mucho. Desaté mi chor y lo bajé hasta las rodillas, no llevaba ropa interior, sentí sus manos meterse entre mis piernas y empezar a acariciar mi rajita que ya estaba húmeda por el deseo de tenerle adentro.

-que rica estás, mamita. Que bella te ves en esa posición. Pareces una perra ofrecida y regalada.
-es lo que soy -sentí uno de sus largos dedos introducirse en mi cuevita caliente y solté un jadeo. Sebastián empezó a mover su dedo en círculos, buscando mi punto G y no fue difícil para él encontrarlo, en menos de cinco segundos ya me sentía en la gloria y paré mi culito un poco más para darle a entender que también mi culo necesitaba de su atención. No se hizo de rogar y empezó a pasar su lengua por mi ano, es algo que me gusta mucho, aunque para esa entonces era virgen por el culo pero me encantaba cuando me pasaban lengua por allí. Dejé de sentir sus dedos y lengua en mis hoyitos, y luego escuché el sonido de una bragueta. Él me dio media vuelta haciéndome quedar frente a él, me tomó por los cabellos y me hizo incarme frente a su enorme polla morena, gruesa y deliciosa. La agarré de la base con mis dos manitas y empecé a masturbarlo, luego con una mano agarré sus huevos y empecé a estrujarlos. Su polla se veía bastante apetitosa así que no tardé mucho en meter la cabeza de su pollón en mi boca y empezar a lamer con ganas, la metía hasta sentirla en la garganta y me encanta sentir las pollas bien adentro en mi garganta ya que con cada arcada siento como me bajan los fluidos y me mojo mucho más y fácilmente.

-para, puta me voy a correr.
-es lo que quiero, papi -le dije mientras me guiaba por su mano enredada en mi cabello para halarme hacia arriba y quedar de pie.
-yo también quiero correrme, pero quiero disfrutar más, perrita mía.
-si, papi... dime que soy tu perra, tu puta.
-eres mi puta, mía y de nadie más.
Reí ante su comentario, mientras me daba vuelta de nuevo y me apoyaba con mis manos en la baranda donde me apoyé antes. Sentí la punta de su verga en la entrada de mi rajita, y de un solo golpe la metió hasta el fondo. Solté un grito desgarrador ya que nunca en mi vida había sentido una polla tan grande y gruesa en mi vida. El hacendero me culeaba con salvajismo y aún así yo quería que el cabrón me reventara aún más.
-aaaaaghhh... si papi, dame más. Más, más duro papi.... reviéntame el coño.
Sebastián gruñía y jadeaba y yo como buena putita apretaba y aflojaba mi coño para que lo sientiera apretado y con vida.
-si, puta sigue haciendo eso. Me encanta tu panocha tan apretada y rica. Bien mojadita mamita -sacó supolla de mi coño para darme vuelta y sentarme en la baranda, bajó mi blusa un poco para sacar mis tetas y empezó a chuparlas y morder y succionar mis pezones hasta dejarlos duros como una piedra. Con sus manos abrió más mis piernas y hundió su cabeza en mi coño.
-Dios.... sii papi sigue así -agarré su cabello con mis manos y empecé a empujar su cabeza hacia mi panocha para que me comiera más rico y no dejara de hacerlo- que rico me comes papito... aghh sigue... voy a correrme... sii papi cómeme el coño cabrón... voy a correrme, sigue papi... ahhhh -solté un grito cuando sentí el orgasmo apoderarse de mi cuerpo, solté mis jugos como si fuera una manguera, algunas personas le llaman squirting nunca me he avergonzado de eso y me gusta correrme de esa manera tan brutal.
-huy mamita que rico te corres -es lo que me dicen todos los hombres con los que me he acostado. Sebastián metió su polla de nuevo en mi coño y no dejó de bombear duro y fuerte.
-si papi, vamos dame duro, quiero más... sii papi, más duro, más duro cabrón, quiero que me revientes el coño. Dame duro.
-¿así te gusta? -me daba duro y cada vez con más fuerza, la sacaba casi del todo para volver a meterla hasta el fondo.
-si, papito, así me gusta, me encanta que me des tan duro. Me encanta tu pija. Me tienes muy mojada. ¡Como cojes cabrón! ¡Dame más!... ¡Voy a correrme de nuevo!
-si, si, si... córrete de nuevo, córrete para mi. Quiero ver como salen tus juguitos para mi.
-dame duro cabrón, quiero más duro... ¡ayy cabrón me duele!
-¿quieres que me detenga?
-no papi, sigue así, aunque me mates pero dame duro, lo más duro que puedas que no tardo en correrme.

Sebastián me daba con fuerzas y con todo lo que podía, ya sentía el coño adolorido pero me encantaba, estaba súper mojada y su polla entraba fuerte y rápido en mi, cada vez estaba más cerca del orgasmo y fue algo brutal, el muy animal de Sebastián no dejaba de cogerme, cuando su polla se iba a salir para expulsar mis jugos, él me cogía fuerte de la cadera y me la metía más duro. Fue el mejor y más largo orgasmo que había tenido en mi vida, y fue algo rico y delicioso.

-saca tu polla cabrón -le grité sin poder aguantar más, él así lo hizo y empecé a tocarme con furia y muchas ganas mientras salía de mi hasta la última gota de fluidos, cuando terminé de correrme, Sebastián hizo que me arrodillara frente a él, abrí mi boca para recibir su lechita caliente -quiero tu lechita, dame lechita caliente que tengo hambre...
-si, puta ahí te va mi putita caliente... toma puta -metió su polla en mi boca, hasta la garganta y allí senti su semen hirviendo y espeso, él me agarró la cabeza dejando su polla en mi garganta mientras terminaba de eyacular- traga puta, traga mi leche -embistió un par de veces y luego dejó de presionar mi cabeza contra su pelvis, sacó un poco su polla pero me dediqué a limpiarle un poco y terminar de tragar su leche.

Sebastián se acomodó su pantalón y yo me acomodé la blusa y el chor, limpié mis piernas que estaban embarrialadas de cuando me puse de rodillas para mamar su polla.

-has estado de maravilla, ¿donde aprendiste todo eso?
-experiencia -dije en todo divertido.
-¿crees que podamos repetir? -reí estruendosamente.
-no, papito. Eso no va a pasar, no me gusta repetir -le cerré un ojo y salí del establo, estaba lloviendo a cántaros, pero aún así pude escuchar que Sebastián dijo:
-eso no te quita lo puta.

Exacto, soy una puta y me gusta serlo. Hoy en día tengo un novio, con él llevo ya dos años y medio. Somos muy liberales él sabe como soy yo y él es parecido a mi en ese aspecto de tener sexo esporádico, todo lo que he vivido con mi novio será otra historia.

Espero que les haya gustado el relato, me gustaría saber su opinión.

Les dejo mi mail, no es mi mail personal pero aún así estaré revisándolo.

locaporpollas@gmail.com

Besitos.

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