LA PRIMERA VES QUE ME HICIERON SENTIR MUJERCITA

Mi nombre es Vanessa y tengo 17 años, bueno en realidad mi nombre es otro, pero de nena me llamo Vanessa, este relato cuenta la primera vez en que salí a la calle vestida de nena y regrese hecha una mujercita.
Ese día me levanté y me depilé todo el cuerpo de tal forma que mi piel quedara lo más suave posible al tacto, era increíble lo suave que se sentía a tocarme las piernas, estaba muy caliente y necesitaba calmar mi calentura, llevaba varios años vistiéndome de nena y mi cuerpo me ayudaba ya que era muy delicado, es decir lo más parecido al de una mujercita, pero aun no me habían hecho mujer, siempre me vestía, pero en mi casa, cuando no había nadie, hasta ese día que decidí salir a la calle vestida de mujer.
Ya era tarde y mientras se hacía de noche me vestí lo más sexy que pude, quería que me dijeran cosas a la hora de estar en la calle, que me vieran las nalgas, que me morbosearan, me di una ducha y me apliqué crema humectante en todo el cuerpo, y luego una crema Paris Hilton cubriendo mis piernas, mis nalgas, mi concha, mi cuello y mis senos, luego me puse un hilo rosadito de florecitas que se amarra a los lados, un sostén rosa que le hace juego, me puse una minifalda jeans súper cortita y apretadita que hacía poco había comprado y que se veía bien con los adornos de florecitas en su circunferencia, aquella faldita hacia ver mis piernas inmensamente bellas y suaves, me quedaba súper lindo, me apretaban las nalgas, pero eso era lo que quería, porque sé que a los hombres les encanta que las chicas se pongan minifaldas ya que les enloquece el hecho de ver las piernas.
Una blusita blanca de tiritas súper apretada y delicada, semitransparente que dejaba ver mi sostén y decía ?b e b é? en brillantes y con un buen escote, después me maquillé muy sexy, pero sin ser vulgar, base, polvos, delineador para ojos, y como los tengo verdes se veían súper ¡wow!, rímel, sombras, labial rosa suave, y un poco de rubor, tenía el cabello liso y largo así que no hubo problema con él, bastó una cepillada y listo, como soy rubia, sabía que llamaría la atención, cabello suelto hacia un lado y luego mis zapatillas con punta de aguja en color rosa, ya que me encanta verme como una princesa, tengo unas con 12 cm de tacón y tienes una sensación indescriptible cuando andas con ellas, te sientes femenina 100%, las zapatillas lograron que se me parara más las nalgas.
Me apliqué un gel de escarcha brillante en el pecho, me puse mis aretes con brillantes, un collar de corazón con brillantes, un par de anillos una pulserita y mi reloj (también de brillantes), decidí llevar una chaqueta, ya que hacía un frío de muerte y además me cubriría cualquier vestigio de lo que era, me pinté las uñas y me hice el francesito, me miré al espejo y no pude creer lo que mis ojos veían estaba hecha toda una mujer de pies a cabeza y lo que más me guastaba era ver como se veían mis piernas con aquella minifalda, eran hermosas y suaves y deseosas de ser tocadas por unas manos toscas de hombre.
Como toque final me apliqué brillo en los labios, tenía un aroma a fresa delicioso y me apliqué mi perfume favorito, casi me baño en él, tomé mi bolsito con algunos brillantes incrustados y salí? bajé al garaje, subí al auto y salí dispuesta a todo, mi idea era irme a la zona de las discos, pero luego se me ocurrió algo mejor.
Busqué un garaje para dejar el carro allí y cuando entré el vigilante se me quedó mirando al salir, no pudo disimular que me quería ver las piernas, y eso me puso más caliente, era el primer hombre que me morboseaba en la calle. Después caminé y muchos hombres me decían cosas como ?chao reina?, ?mamacita rica?, ?que piernas tan ricas?, ?que mini tan cortita?. Los taxistas y camioneros sonaban el claxon, me chiflaban, ¡era delicioso! sentir cómo te admiran y voltean para verte las piernas, sentir el sonido de los tacones al caminar, sentir el viento sobre mis piernas, sobre la ropa que usas, sentía cómo el hilito se metía en mi culo y eso me excitaba más, de repente y sin percatarme pasó un ciclista y me dio una palmada en las nalgas, en ese momento tuve mucho miedo y a pesar de que estaba solita, nadie sospechaba que no era una niña de verdad, pero ¡era una reina! una damita?
Pero yo quería más, estaba tan caliente que quería más, así que esperé en la calle y empecé a ver los microbuses que pasaban a esa hora, no era muy tarde, como a las 8 de la noche, muchas personas aún estaban saliendo del trabajo para sus casas, me subí en el bus más lleno que encontré fantaseando en lo que pasaría estando dentro y con la cantidad de gente.
Apenas subí, el chofer me miró la pierna pensando que no me daba cuen y eso me encantó, no fue el único, todos los hombres me miraban las piernas con mucho morbo, incluso algunos niños, invadí el bus con mi perfume y comencé a caminar hacia el centro del bus, bueno, en realidad como estaba muy lleno el desplazarme hacia la parte de en medio me llevo unos minutos y mientras lo hacía sin darme cuenta varias manos me acariciaban la pierna, algunas hasta las metían debajo de mi minifalda tratando de tocar mi tanguita, era lo más excitante que había sentido hasta ese momento, me sentía toda una nena deseada por los hombres, me encantaba sentirme mujer y por supuesto no decía nada hasta llegar en la parte de en medio, ya estando en la parte de enmidio muchos hombres se arrimaban más a mí, y sin darme cuenta quedé en el medio de dos de ellos porque una señora estaba delante de mí y no me dejaba pasar, uno era alto, moreno, de cabello negro y ojos negros y cejas profundas, atlético, y el otro mas joven y de ojos miel, más o menos alto y un poco robusto tal y como había fantaseado anteriormente.
De pronto, sentí unas manos entre las piernas, no podía saber quién era, había tanta gente que era imposible, pero me gustaba, y me hacía la que no pasaba nada, un pellizco, luego otro, después una sobada en mis nalgas por encima de mi mini, debía tener el culo súper empinado porque estaba agarrada del tubo del techo del bus, hacía mucho calor y con lo caliente que yo estaba debía estar súper rojita, entonces sentí que me tocaban mi culito por debajo de mi minifalda, ¡me estaban metiendo el dedo en el bus! ¡Era increíble! ¡ Era lo que siempre había soñado! Que alguien me metiera mano como si fuese una nena, Tuve que ir hacia atrás del bus pues la señora se movió y mientras pasaba sentí cómo me manosearon más de una vez, me sentía muy rica y deseada por lo hombres de aquel microbús.
Al fin alguien se bajó y me senté, el moreno se paró junto a mí y no quitaba la mirada de mis piernas que al estar sentada se veían hermosas y mas con la minifalda que tenia y después de unos minutos la señora que estaba a mi lado se bajo y quedo libre el lugar , e inmediatamente el moreno se sentó a mi lado y sin perder tiempo tomo mis piernas con sus manos varoniles y empezó a acariciarme por debajo de la minifalda mientras me decía , ?que suaves piernas tienes mamacita?, ?que suaves son, me gustaría besarlos?, eso me excitaba más y más, y solo contemplaba como sus manos recorrían mis piernas de mujercita y me veía a mi misma ser tocada por un hombre, así pasaron unos minutos y al poco rato vi que tomó una pluma y un papel y comenzó a escribir, luego disimuladamente me lo pasó, me dijo, tenga señorita. Casi me muero, él se bajó con su amigo y yo mientras tanto lo leí, decía: ?Hola nena, si quieres conocerme y que te haga sentir mujercita bájate dos calles adelante y nos vemos. Un beso?, por supuesto al instante me bajé, no sin antes recibir una manoseada en mi culo de parte de otros pasajeros que no paraba de verme las piernas.
Me bajé y no me di cuenta dónde estaba, era una zona poco transitada y ya eran las 9 de la noche, no había mucha gente, pero aún así no faltaba el que pasaba y me decía: ?adiós mamacita? o me hacían luces o chiflaban, eso comenzó a excitarme de nuevo y hacerme olvidar donde estaba, al rato, me detuve en un parque que estaba frente y me senté en una banca, saqué un cigarrillo y esperé? recordando cómo me habían metido mano y acariciado las piernas, quería tener para mi aquellas manos nuevamente acariciando mis nalgas, mis piernas y mi culo, ya estaba cansada esperando sentada en aquel parque, quería ser mujer definitivamente y esa noche lo conseguiría con aquellos hombres o con otros.
Al rato llegó mi hombre con su amigo, me dijo: ¡Hola! Yo no dije nada, pues la voz me delataría, aunque a esas alturas no sabía si se había percatado que no era una niña, me dijo, estás muy linda esta noche, ¿por qué no nos acompañas a dar una vuelta por el parque? Acepte con la cabeza simulando que no hablaba por estar fumando, me condujeron a un sitio más oscuro donde había muchos árboles, y no había nadie, mientras caminábamos, comenzó a sobarme el culo y a decirme lo mucho que le gustaban mis piernas y lo rica que estaba esa noche, el amigo solo miraba, cualquiera hubiese corrido, pero eran tantas mis ganas y mi deseo de ser mujer que no me importó, sólo quería una cosa: y eso era una rica verga.
Y no estaba mal, nos detuvimos y nos sentamos en una banca que había allí, él comenzó a tocarme y manosearme y a decirme cosas, rica, mamacita, pedazo de puta, ¿quieres ser mi puta? Y acepte nuevamente, entonces pórtate como tal me dijo, yo empecé a menear la nalga frente a él y a su amigo, imaginándome que escuchaba una canción, empecé a tocarme y parecía una prostituta, sobaba mi culo con sus penes, mi cara con sus, penes, empezamos a besarnos y me manosearon hasta el último rincón de mi entrepierna, por encima de la mini, y el moreno me decía cosas obscenas, sucias, eso me prendía aun más, estaba súper caliente, así que no aguanté más y le bajé la cremallera, metí mi mano y encontré lo que tanto quería? ¡Una verga bien rica y gruesa, como siempre imagine!
La besé, la chupé, la lamí, era como mi trofeo, la quería solo para mí, él era mi hombre y yo su mujer, bueno y también del amigo porque después a él también se la chupé. ¡Chupa perra!, ¡Chupa! ¡Eso perra! ¡Eres una zorra! Y yo feliz, chupaba y chupaba. ¡Perra! ¡Quiero metértelo! Me alce un poquito la minifalda y le ofrecí mi culo virgen, no podía hablar porque tenía la polla del amigo en mi boca, me dijo: ¡si que eres una zorra! ¡Te gusta que te rompan el culo! Bueno si eso quieres, voy a rompértelo y vas a gritar del dolor y vas a pagar que seas tan putita y zorrita, ¡quien te manda salir a la calle con minifalda, así de putita y zorrita! Ahora vas a ver.
Afortunadamente yo estaba preparada con algo de lubricante, me lo coloque y ya estaba preparada ´para todo. Se coloco detrás de mí y como estaba tan oscuro no percibió mi verdadero sexo, además no me subi totalmente la minifalda, me imaginé la escena, una nenita rubia con minifalda y zapatillas, todo una princesa con dos hombres en un parque, con la colita empinadita, chupándole la polla a uno y penetrada por el otro? me excité aún más, él comenzó a decir: que rico culito, tenía todo apretadito, y chiquito. En esas, el amigo me manoseaba sobre las tetas y yo le chupaba la verga, de pronto, sentí el dolor más grande de mi vida, y pegué un grito de mujercita? ¡Aaaaaaaaaayyyyyyyy! ¡El desgraciado me la había metido toda su verga de un solo golpe hasta el fondo de mi ser y mis entrañas!
Me dolió hasta el alma, pero después comencé a disfrutarlo, sentía esa verga dura, caliente, penetrándome, ufffffffff era lo máximo, mientras tanto que yo se la chupara a otro, era aún mejor, era el paraíso, ¡penetrada por mis dos hoyitos! Tratada como una puta, como una zorra, enculada y ensartada, ahhhh que placer, comencé a besar al amigo, a manosearlo, a chuparlo, de todo, ¡yo era una puta!
Meneaba mi culo, lo abría con las manos, en fin, seguí chupándosela al amigo mientras mi hombre me penetraba y de pronto sentí que mi hombre se iba a correr, pensé que lo sacaría, traté de moverme, pero no me dejó, me tomó con sus fuertes brazos por mis nalgas y mi cintura y no me dejó, se vino dentro de mi. Que sensación, un líquido caliente dentro de ti, y esos espasmos que produce la verga al salir cada chorro de leche acumulándose dentro de mi ser como toda una mujercita.
¡Aaaahhhhhh! De ver al amigo correrse, el otro también se excitó más y cuando estaba a punto de venirse, trató de sacarla de mi boca, yo ya no era yo, era una puta, ¡una zorra mamadora de vergas!, una puta de primera, una perra? así que no deje que sacara su pene de mi boca y me tragué su leche, estos dos no podían creer la forma en que mamaba sus penes y me tragaba toda la leche que derramaban.
Yo mientras tanto chupaba ese elíxir que salía de mi trofeo y aunque algunos chorros saltaron a mi cara, yo los dejé allí, chupé hasta la última gota de leche, y luego limpié con mi lengua esa polla deliciosa que tanto placer me había dado, luego, con mis dedos froté lo que restaba en mis mejillas y en mis labios y los junté a los dos y les mamé la verga al mismo tiempo, por unos minutos.
El moreno me dio una palmada en las nalgas y me subió la minifalda y me dijo: ¡nunca había visto una perra tan golosa! Se subieron los pantalones y se fueron, no sin antes manosearme las nalgas debajo de la minifalda y las tetas, yo los besé y les sobé la polla, se fueron y yo me termine de vestír.
¡Estaba feliz! ¡Por fin era una mujer! y mientras caminaba, sentía cómo me escurría sobre las piernas el semen que el moreno había dejado en mi conchita. Ahora caminaba con más soltura, y aunque me dolía, estaba dichosa, por fin me habían hecho mujer unos hombres de verdad.

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