Juventud, divino tesoro ( version de la hija 1ra. parte)

Hace un tiempo escribí el relato Juventud, divino tesoro, en tres partes. Pero siempre me pareció que faltaba otra mirada en esa historia. La de la hija. De eso va esta historia. Pueden si quieren leer el relato original, aunque no es fundamental. Este relato es autónomo, pero si lo leen puede resultar mas entretenido. A continuación, en tres partes, la historia de la hija. 

Hoy, con 20 años tengo ganas de contar mi historia. 
Mi nombre es Sabrina. Tengo una estatura normal y un lindo cuerpo. Desde los 16 que salgo con muchachos. Al principio eran de mi edad, pero enseguida me cansé de sus chiquilinadas y comencé a apuntar a muchachos mayores, de entre 20 y 25 años al comienzo y luego llegué hasta los 30. 
Tuve 3 ó 4 relaciones mas o menos serias, que duraron un par de meses. En esas relaciones fui aprendiendo todo sobre el sexo, y como complacer a los hombres. Pero lamentablemente luego de un tiempo, mis parejas se buscaban chicas mayores que yo y me dejaban. Además disfruté de varios encuentros ocasionales . En otra oportunidad contaré mis experiencias, pero ahora quiero contarles lo que estoy viviendo ahora, y que ha trastornado todos mis principios y me ha revelado la verdad sobre mi familia, cosa que jamás hubiera imaginado. 
Un día, a la salida de la facultad, se me acercó un muchacho, que comenzó a dialogar conmigo de manera muy inocente. Como tenía mas o menos mi edad, hablé con él, pero sin ninguna intención, ya que como dije, prefiero muchachos mayores. 
Esta situación se repitió durante varios días, hasta que por fin me invitó a tomar un café y yo sin saber bien porqué acepté.
En realidad, me había sorprendido que con su juventud, me tratara con una seriedad y madurez que no era habitual en jóvenes de su edad, y esto me hacía sentir cómoda. 
No aguanté la curiosidad y un día saqué el tema de su comportamiento. 
Estábamos con Miguel ( que así se llama él) en un bar y comencé a interrogarlo. 
- En verdad estoy muy cómoda contigo, pero debo confesarte que no acostumbre compartir nada con muchachos de tu edad. Me parecen muy inmaduros. Sin embargo en tí noto otro comportamiento. 
- Bueno, gracias Sabrina. Lo que ocurre que he tenido oportunidad de relacionarme con mujeres mayores y esto me ha dado otro conocimiento sobre las mujeres. 
Su respuesta me interesó. De pronto me dio mucha curiosidad. ¿ Mujeres mayores?¿ Es que este jovencito se dedicaba a eso? 
- Perdón, pero no entiendo. ¿ Cómo te relacionas con mujeres mayores? 
- No, entendiste mal. No es que me relacione con mujeres mayores, sino que he tenido relaciones con una mujer mayor y esto me ha dado otra experiencia. 
- ¿ Cuán mayor? 
- 45 años, mas o menos. 
- Ahh, una vieja. Tiene la edad de mi madre. ¿ Era casada y le metía los cuernos al esposo? 
- No, contestó, era divorciada. 
- ¿ Era o es ? 
- Era. No volví a verla. 
- ¿ Y porqué elegiste relacionarte con una persona de esa edad? ¿ Por dinero? 
- ¿ Que te crees que soy? Estás muy equivocada. Primero que era realmente atractiva, y segundo que lo que aprendí con ella difícilmente lo podría aprender con una nena como tú, dijo enojado. 
- No sabes lo que podrías aprender conmigo, así que no opines, dije haciéndome la importante. 
Luego de varios encuentros mas, me invitó a ir a bailar, y por supuesto acepté. 
Salimos una noche y en la disco, luego de tomar varios tragos y de bailar un rato, nos sentamos en los reservados. Fue sentarnos y que él empezara a avanzarme. Me besó con maestría, y comenzó a acariciarme. En cuestión de minutos me tenía exitada y apta para cualquier cosa. 
- Conmigo vas a hacer cosas que ni soñaste, me decía al oído sin dejar de acariciarme por todo el cuerpo. 
- No fanfarronees, le contesté acicateándolo. 
- No fanfarroneo. No sabes las cosas que he aprendido y que te mueres por que te enseñe, dijo entre beso y beso. 
Yo estaba totalmente sacada. Cuando me tomó de la mano y me sacó de la disco no me resistí, por el contrario, todo pasaba demasiado lento para mi gusto. 
Un taxi nos dejó en un hotel, y una vez en la habitación volvió a atacarme con todo su repertorio de caricias y besos. Sin darme cuenta me fue desnudando hasta dejarme solo con mi ropa interior. En ese momento me arrojó sobre la cama, mientras comenzaba a quitarse la ropa. 
Yo desde la cama, excitada y mareada por el alcohol, veía lo que ocurría como si fuera una película en cámara lenta. Vi caer su campera y su camisa, vi como bajaban sus jeans, y solo conservando su slip que mostraba un bulto excitante, se arrojó sobre mi. 
Debo decir que a la experiencia que mostraba, se unía una agilidad y fortaleza propia de sus 19 años. Yo había notado en los que se acercaban a los 30 esa misma experiencia , pero a la hora de la verdad, se agotaban más rápido. Este muchacho era una verdadera máquina sexual. 
Su cabeza se ubicó entre mis piernas y corriendo mi tanga, fue su boca la que se apoderó de mi sexo, para hacerme bramar de placer. Su lengua entraba hasta los más recóndito de mi cuerpo y me daba mucho placer. No se cuanto tardé en acabar la primera vez, pero fue muy rápido, más rápido que ninguna otra vez. Cuando me recuperé de mi orgasmo, se quitó su slip, buscó en los bolsillos un condón, encapuchó su pedazo y separando mis piernas lo colocó entre mis labios vaginales, para luego dejarse caer dentro de mi cuerpo, llenándome por completo. La sensación de plenitud me hizo gemir, y el pistoneo que empezó de inmediato, me conquistó para siempre. 
Fueron 15 minutos donde me sentí totalmente dominada por este macho, hasta que por fin se vació dentro mío, quedándose allí un buen rato más. 
Nos seguimos besando un buen rato, hasta que por fin desmontó. Se sentó en el borde de la cama, mientras se quitaba el preservativo y lo ataba. Luego se dio vuelta y me miró. 
- Te quiero aquí en el suelo entre mis piernas. Me la vas a chupar como sabes, me ordenó, y yo obedecí sin chistar. 
Me arrodillé ante él y me metí su vara en la boca. Durante un largo rato estuve allí, sintiéndola como se ponía cada vea mas dura. Miguel tirado para atrás gozaba como un marrano. 
- Así, putita, así, eso, sigue, sigue, que ya tendrá tu premio, me dijo y de pronto un caliente chorro de semen golpeó mi garganta. Me sorprendió. Nunca me habían hecho esto, y antes que pudiera reaccionar, mi boca se llenó de leche. Sus manos sostuvieron mi cabeza para que no me escapara y no tuve más remedio que tragar y tragar hasta vaciar mi boca y sus huevos. 
Cuento este primer encuentro para que se entienda el grado de sometimiento que desde el comienzo tuve para con este macho, y que significó mi total perdición. De ser una joven normal con parejas normales, pasé a convertirme en una puta obediente dispuesta a todo con tal de complacer a mi macho. 
La semana siguiente, me llevó al departamento de unos amigos, donde había una reunión. Había 5 chicos y 3 chicas incluyéndome a mí. 
Tomamos de todo, y Miguel se pasó la noche magreándome de a ratos y dejándome bien caliente, para irse a charlar con sus amigos. Al rato volvía a repetir la escena, ante la mirada sorprendida de las otras chicas, que por fin, decidieron irse, junto a los dos amigos que las habían traído. 
Yo quedé sola en el sillón, mientras los 2 muchachos y mi novio miraban una peli en la tv. Por fin, luego de un rato Miguel se acercó y tomándome de la mano, me llevó hasta el dormitorio del departamento. 
- Vamos desnúdate que te voy a dar tu ración, me dijo, mientras su mano acariciaba mi sexo. 
- Pero están tus amigos, dije con miedo. 
- No te preocupes por ellos, vamos, insistió y yo rápidamente me desnudé. 
Me puso en cuatro patas y me ensartó de una , haciéndome gritar de dolor. 
- Así me gusta, perra, montarte como una yegua, dijo mientras iniciaba un mete y saca lento y profundo. 
- Haaaa, me mataas, le dije tratando de que fuera suave, y el obediente, ralentó sus movimientos para permitirme gozar. 
- Hoy es tu noche, querida, hoy te harás mujer, me decía al oído mientras me clavaba. Yo no entendía nada, simplemente sentía. 
- ¿ Quieres sentirte como una mujer mayor? Me preguntaba 
- Si, lo que quieras, dije sin saber lo que contestaba. ¿ Qué tengo que hacer ? 
- Obedecer, simplemente. Obedecer, dijo mientras se vaciaba dentro mío. Su leche caliente hizo que mi orgasmo también explotara. Caímos los dos despatarrados sobre la cama. 
- Te quiero, le dije al oído. 
- Yo también, pero tienes que demostrarlo, me dijo 
- ¿ Como más quieres que te lo demuestre? Pregunte inocente 
- Tienes que mostrarle a mis amigos lo caliente que eres. 
Me quedé paralizada. 
- No entiendo, dije 
- Quédate aquí, dijo levantándose de la cama. 
- Julián, llamó desde la puerta, y al instante su amigo totalmente desnudo entró con su verga dura y preparado para poseerme. 
- No, Miguel no pienso hacerlo. 
- Lo harás si quieres que sigamos saliendo. Me voy a sentar en esa silla y voy a ver como te comportas con mis amigos. Dale Julián, es toda tuya. 
Julián, decidido, se acercó a la cama y se apoderó de mi boca, y de mis tetas. Traté de resistirme, pero el alcohol y el sexo que había tenido antes me había dejado muy floja. Estaba tratando de esquivar sus besos, cuando se ganó entre mis piernas y sin decir agua va, me clavó hasta el fondo, lo cual era fácil por que estaba totalmente lubricada y regada con el semen de Miguel. Una vez que estuvo adentro mío, se quedó quiero disfrutando . Su lengua recorrió mi cuello. 
- Hace mucho que quería poseerte, Sabrina. Eres muy linda, me dijo al oído para luego bajar hasta mis tetas y comenzar a cepillarme en toda regla. 
Yo sollozaba de remordimiento y furia. Nunca me había usado de esta manera. Jamás me habían poseído entre varios. Mis lágrimas en lugar de hacer que Julián se apiadara, parecía que lo calentaban mas porque aceleró sus embestidas. 
- Ten cuidado, no me la rompas, comentaba Miguel riéndose mientras observaba en detalle como su amigo me estaba cogiendo. Por fin Julián se vació dentro mío, y avanzando sobre mi cuerpo, me dio su verga chorreante para que la limpiara. Entre lágrimas y con los ojos cerrados, sentí como su verga entraba en mi boca y comencé a chuparla lentamente. Pero lo pero no había pasado. Apenas me había tranquilizado cuando sentí otra verga que me penetraba brutalmente. No pude gritar porque tenía la boca ocupada, pero esa verga me llenó como nunca antes me habían llenado. Era bestial. 
- Francisco eres muy impaciente, tenías que espera que yo te llamara, dijo Miguel riendo. 
- Ya no aguantaba mas sin tirarme a esta puta, dijo comenzando a sacudirme con ganas. 
Practicamente inconsciente, sentí a Francisco llenarme, y un poco después fue la verga de Julián la que se vació en mi boca. Por fin, los dos se retiraron y nos quedamos con Miguel, los dos solos. 
- Bueno Sabrina. Ahora te voy a llevar a tu casa, para que pienses en lo que ha pasado. Si no te gusta, basta con que no me llames nunca más. Si vuelves a llamarme, ya sabes que estarás a mi completa disposición. Vístete. 
Lo hice y me acompañó hasta casa. Tenía mucho que pensar.

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