Les voy a contar la historia mas caliente que me paso en mi vida, es larga pero vale la pena se los aseguro. Una noche mi novio, Juan y yo fuimos a un concierto de rock de Babasonicos. Ambos amamos la música, yo toco el piano y el la guitarra, hemos compuesto muchos temas juntos, pero aunque a mi me gusta mas la música clásica esta vez decidimos ir a este concierto porque todos dicen que es una banda muy buena y queríamos escucharlos. El concierto se celebraba en un estadio llamado Obras, era muy grande por cierto, nos quedamos muy sorprendidos cuando al llegar a las puertas había una fila enorme de gente esperando para entrar. Apenas llegamos a la cola un chico dijo… Mira que rubia? Esta buena? Me agarré fuertemente del brazo de Juan, sabía que se podía irritar por eso, siempre he intentado convencerle de que no se metiera en un lío por culpa de un simple comentario sobre mí, pero lejos de hacerme caso, se enfrentó a aquel chico. Que te pasa a vos chabon? le dijo en tono amenazante. El pendejo y los que estaban alrededor se rieron. Parecía inevitable que aquello acabase mal y volviendo a tomar a Juan por el brazo tiré de él hacia dentro intentando poner fin a lo que se avecinaba. Aún podían oírse las risas de aquellos guachos cuando desaparecíamos entre la gente, afortunadamente no pasó nada más. Yo le pedí a Juan que no hiciera tonterías, que no me tenia que demostrar nada a mi, y que habíamos venido a divertirnos. Al final pudimos entrar en el abarrotado estadio en el que no cabía ni un alma más. Desde luego no encajábamos para nada en ese tumulto y yo ni siquiera iba vestida acorde a las circunstancias, ya que llevaba un vestido blanco corto en vez de haberme puesto unos jeans mucho más apropiados para ese tipo de eventos. Así fue que el concierto comenzó entre ensordecedores gritos del líder del grupo que saltó al escenario para goce de todos los jóvenes que allí se congregaban y que vitoreaban distintos canticos. No paraba de entrar más y más gente en aquel abarrotado local y cada vez estábamos mas apretujados, podía notar como a mis espaldas alguno se apretaba a mí mas de la cuenta aprovechando la situación, pero lejos de decirle nada a Juan intenté concentrarme en el concierto y disfrutar dentro de lo posible. Para colmo los pendejos que estaban detrás nuestro se quitaron las camisas y cuando volví mi cabeza estaba rodeada de torsos desnudos y sudorosos. El grupo, formado por seis o siete chicos me miraban y se reían por mi cara de temor. El más cercano a mi me sonrió y me ofreció una pitada que con una forzada sonrisa rechacé. Juan estaba a mi lado y no me soltaba la mano pero era ajeno a lo que pasaba a mí alrededor. Cada vez me adaptaba mejor a la ensordecedora música cuando uno de los chicos del grupo me dijo al oído Que buena estas, perra... Yo me hice la desentendida, no quería problemas, sabía lo celoso que se pondría Juan y no le contesté. Pero él insistió: Digo que estas muy buena... Volví a hacerme la sorda y dejar pasar aquellos comentarios como si no fueran conmigo. Luego el chico colocó una de sus manos en mi culo y empezó a manoseármelo descaradamente, me di vuelta y Juan me preguntó: Que pasa? Nada, nada respondí. En buena hora nos metimos en aquel lugar, pero cómo no nos habíamos ido cuando llegamos a la puerta? La mano del pendejo volvió al ataque, me puse de costado y le dije con cara seria que se parase si no quería problemas. Aquello pareció divertirle aún más y se lo comentaba a sus amigos que reían a carcajadas. Volvió a comentarme al oído: Te voy a cojer bonita, te la voy a meter hasta el fondo. Me volví, puse mi cara lo mas seria que pude y..
.le contesté Deja de molestar ya, si no quieres que se lo diga a mi novio. A todo esto Juan seguía de mi mano pero sin percatarse de nada, seguía mirando tranquilamente el concierto. Decírselo a tu novio, así aprenderá como se coje a una perra como vos insistió. Volví mi mirada hacia delante, más asustada que otra cosa, ya que imaginaba que cuando Juan se diera cuenta de todo, aquello podía terminar en algo muy desagradable para nosotros, pues los chicos eran seis o siete. Oime turrita ¿el culito lo tienes virgen? Otra vez hice oídos sordos.... Me gustaría metértela por el culito y que vieras como entra una pija de verdad. Sus palabras cada vez más fuertes estaban empezando a calentarme de verdad, yo quería concentrarme en el concierto y olvidarme todo, pero el chico continuaba una y otra vez, para colmo su mano volvía a tocarme el culo, pero esta vez apretando mis nalgas con toda la desfachatez del mundo, le daba igual todo, seguramente de lo medio borracho que andaba ya. Yo no entendía muy bien que pasaba dentro de mi cuerpo, pero lejos de rechazar a aquel extraño, sentía cierta sensación de gusto por sus palabras, por su atrevimiento, por sus caricias. Muñeca, debes tener la conchita bien mojadita?. Juan me miraba de vez en cuando y me sonreía, ajeno totalmente a la situación, ¡si vos supieras! pensaba yo. El chico se apretujó contra mi cuerpo y podía notar su bulto contra mi culo, sus manos fueron subiendo de mi culo por mi cintura para llegar a mis pechos, que comenzó a acariciar por los costados, para luego tocarme las tetas, primero suavemente y luego con mas fuerza hasta pellizcarme los pezones por encima de la tela del vestido. Como yo no llevaba corpiño el contacto de sus manos contra mis tetas era delicioso para él y también, aunque me molestara, era delicioso para mí. Intenté por todos los medios separarme de él Para ya, pendejo, le dije quitándole las manos de encima bruscamente. Entre todo el lío, Juan al fin se dio cuenta que algo sucedía, Que pasa? No, nada, que me han empujado... contesté quitando importancia al asunto para evitar males mayores. Juan se volvió hacia los chicos Oigan boludos no molesten. El chico que estaba detrás de mi lo encaró … Que dices forro? Quieres ver como te fajamos? Agarré fuertemente la mano de Juan, porque sabía que iba a empezar un quilombo que se iba a descontrolar. A ver, vengan, empiecen a que esperan? grito Juan. Déjalo mi amor, por favor... solo me han empujado, sigamos viendo el concierto, no les hagas caso, por favor no te metas en líos. Me interpuse entre él y los chicos porque sabía que saldría mal parado, si es que siempre se lo digo que tiene la boca muy grande y luego no es consciente del peligro que corre. Las aguas se calmaron, al menos momentáneamente, ya que el tipo volvió al ataque volviendo a susurrarme cosas al oído. Lo que le pasa a tu novio es que no se le para, por eso te tiene desatendida, lo que vos necesitas es un macho... tienes que ver que pedazo de pija tengo yo para darte. Yo tragaba saliva y esta vez ya no me volví para evitar que la cosa acabase en pelea. Yo ya no sabía que hacer, si se lo decía a Juan se podía armar un buen lío, si me callaba estaba a expensas de lo que me hiciera a aquel tipo. Era mejor no hacerles caso, así se calmarían, pero... ¡qué equivocada estaba! Otra vez mis tetas fueron rodeadas por sus potentes brazos, mientras seguía susurrándome al oído. Veras que polvo te voy a echar, vas a ver las estrellas, bomboncito. Me volví hacia Juan y le pedí que nos fuéramos de allí. Ahora no cariño, me contestó, van a tocar unos temas nuevos cuando acaben nos vamos si? Estaba metida en un buen lío del que seguro no podría salir bien parada, hice de nuevo oídos sordos a todo lo que me decía aquel chico pero él insistía una y otra vez. Me gustas mucho amor, tengo la verga como una piedra, veras que polvo te voy a echar. Entre sus frases y sus manoseos a mis tetas, que cuando me las acarician como él lo estaba haciendo, me recaliento, ya no podía evitar sentirme sacada y como mis pezones se ponían cada vez más duros. Vaya tetas que tienes nena, casi no me caben en la mano, duras, redondas, como a mí me gustan... mmmmmm, que pezones más duros. Cerré los ojos, pues el gusto me iba en aumento, los latidos de mi corazón se aceleraban y mi conchita empezaba a humedecerse, no podía evitarlo, quería que todo aquello acabase pero por otro lado deseaba que no tuviera fin. Tan abarrotado estaba aquel lugar, que aunque Juan mirase de vez en cuando, estábamos muy pegados y no podía ver nada de lo que sucedía. De vez en cuando yo le apretaba la mano ya que no podía tenerme casi en pie debido a las caricias que me estaba proporcionando aquel extraño. Las manos de aquel tipo volvieron a mi culo y siguieron tocarme y tocarme sin movérsele un pelo, pero más allá llegó su atrevimiento cuando una de sus manos se introdujo por debajo de mi vestido y comenzó a acariciar la parte interna de mis muslos. Se me escapó un suspiro. Mmmmm, que gambas tienes, suaves, como terciopelo.... veras que bien lo vamos a pasar, volvió a susurrarme el muchacho. De pronto noté como buscaba mi tanga, desde luego que se proponía quitármelas el muy turro, yo intentaba moverme para separarme de él, pero lo hacía con movimientos muy lentos para que Juan no se diera cuenta...de nada, si en algún momento les veía, la cosa acabaría en pelea. Déjame quedarme con tu tanguita, bonita, al menos tendré un recuerdo tuyo, me decía el tipo mientras seguía intentando bajármelas. Yo me resistía y me sostenía mi tanga por encima del vestido con la mano que tenía libre, pues la otra estaba de la mano de mi novio. Para ya, por favor, suplicaba yo, poniéndole cara de pena. El tipo seguía en su intento cada vez con más voluntad, metió sus dedos en mis caderas bajo mi vestido y tiraba de mi tanga hacia abajo mientras todos sus amigos parecían divertirse y se reían sin parar. La situación les debía parecer muy cómica, pero yo estaba asustada, aunque al mismo tiempo esa situación me provocaba algo extraño, me odiaba a mi misma porque el placer me invadiese, pero era inevitable, estaba atrapada! En el tira y afloja de bajarme la bombacha, el pendejo lo hizo por ultima vez de un tirón que en el forcejeo llegó a rasgar parte de la tela de la prenda, eso pareció gustarle, así que en vista de que bajarlas le resultaba difícil, lo que intentaba ahora era arrancármelas, tiraba una y otra vez hacia él y mi bombacha iba rajándose cada vez mas, las costuras iban cediendo y la parte delantera se pegaba a mi piel, al mismo tiempo la tela se metía en mi conchita y eso me proporcionaba mas gusto todavía, siguió tirando y tirando, hasta que las rasgó por completo llegando a hacerme daño, quedando prácticamente en una tira pegada a uno de mis muslos, pero el chico dio un último tirón y al fin me las arrancó, haciéndome tambalear hasta llegar a empujar al que tenía delante. Juan volvió a percatarse de algo, pero no entendía muy bien a que iba todo aquello, Que te pasa? volvió a preguntarme. Nada, nada, que he tropezado, contesté asustada. Aquel tipo había conseguido arrancarme la bombacha y ahora se las iban pasando entre todos. Yo sentía como el aire fresquito se colaba por debajo de mi vestido, que era la única prenda que llevaba sobre mi piel. De nuevo aquel muchacho introdujo sus manos bajo mi vestido subiendo por la parte exterior de mis muslos. Mmmmmm, qué caderas, que culo tan suave. Yo cerraba los ojos y aquella sensación me tenía confundida, parecía todo un sueño, pero era real, demasiado real como para poderlo evitar. Juan, por favor, vamonos le supliqué de nuevo a mi novio. Espera un poco, media hora y nos vamos si? Es que tengo mucho calor. No me hacía caso, estaba destinada a caer en las manos de aquellos desconocidos sin desearlo… o realmente lo deseaba?. Tienes calor preciosa? me decía el joven. Yo voy a apagar ese fuego, veras. Esta vez sus manos se metieron por la cara interna de mis muslos y comenzó a subir su mano, notaba su calor y su sudorosa mano ascendiendo centímetro a centímetro en mi piel. De pronto noté como uno de sus dedos llegó a mi concha. Se detuvo, acarició mis ingles lentamente, hasta que su dedo acarició mi húmeda conchita pudiendo darse cuenta de mi calentura. Volvió a mi oído y me dio un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja mientras me susurraba, vaya... estas caliente, bien caliente y mojada, veras que bien te entra mi dedo. Se volvió a sus amigos, esta putita esta recaliente. De fondo sonaba una canción que decía quiero revolcarme con vos…, parecía que todos lo sabían, menos Juan. Su dedo siguió jugando con mis ingles, con mis pelitos y de pronto se introdujo en mi concha sin dificultad, debía ser su dedo mayor, muy largo por cierto. Fue inevitable que yo soltara un nuevo suspiro y un gemido casi inaudible. El vestido se me pegaba por el sudor y con su mano libre seguía palpando mi culo, mi cintura y a continuación volver a refregar sus dedos en mis tetas. Yo miraba de reojo a Juan, pero no se daba cuenta de nada, pobrecito... me estaban metiendo mano de lo lindo y él mirando al escenario como si nada. El habilidoso dedo de aquel desconocido se introducía una y otra vez en mi concha, proporcionándome un placer bestial...
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