LA AUXILIAR 1

Para fines lógicos a ella le llamare Camila, para ese entonces, contaba con 19 años y estaba haciendo sus practicas en un consultorio odontológico, yo era paciente regular de este lugar y cuando la vi por primera vez supuse que habían despedido a la chica de siempre, que dicho sea de paso nunca inspiro un mal pensamiento.
Luego supe que solo estaría por un tiempo, y nada más.
El caso es que Camila, se veía interesante sobretodo por ese culito respingón que por la tela semi transparente de su uniforme dejaba ver que siempre se colocaba bóxer, lindo de verdad, de esos que te dan ganas de tocar y tocar varias veces.
Su carita de niña, estaba adornada por unas pecas realmente lindas, pequeñas, dispersas como las de las muñecas de dibujos animados, su cuerpo en general era típico sin mayores atractivos excepto como ya dije por su colita.
Tras algún tiempo en que mi relación con ella solo se limito a el saludo y programar la siguiente cita, solo cruzábamos algunas miraditas de discreto coqueteo, hasta que un día en que por otros asuntos cruzaba por el sector del consultorio aproveche para reprogramar la cita que tenia para unos días después, en ese momento me acompañaba un gran amigo, Fidel, a quien de vez en cuando me gusta demostrarle ciertas habilidades de galantería que conozco, con el fin de demostrar la eficiencia de las mismas.
En verdad no tenia nada planeado, pero apenas se dio la oportunidad y mientras Camila escribía en la agenda la nueva cita le dije:
¿Me imagino que te habrán dicho millones de veces que tienes una cara angelical, muy linda? Y si no te lo han dicho te lo digo ahora.
Ella levanto solo su mirada de manera fugas y respondiendo que no le habían dicho algo igual se sonrojo resaltando aun más sus pecas.
- Entonces mucho menos te habrán dicho que tienes un cuerpo fenomenal y sobretodo una cola linda.-
Dicho esto su estupor fue aun mayor, para cerrar le dije que ella me gustaba mucho y que por el momento no le diría nada más para evitar que se volviera engreída y me despedí.
Al siguiente día volví al consultorio a una hora que calculaba no estaría ninguno de los doctores por el cambio de turno, pero si ella quien además almorzaba en el mismo lugar.
Cuando abrió la puerta pude notar su sorpresa y nuevamente su color rojito de la pena, le dije: -Solo vine a verte al menos unos segundos- y sin esperar mayor reacción la bese en la boca con un beso lento y delicado, cerré la puerta y me fui.
Cuando asistí nuevamente a la consulta, ella evitaba mirarme, tal vez para no delatar sus emociones frente al doctor, pero ahí mi atrevimiento fue el máximo, ya que cuando el doctor estaba interviniendo en una carie, ella sostenía un extractor en mi boca, yo por mi parte deslice mi mano por sus piernas cubiertas por la delgada tela del pantalón de su uniforme.
Llegue a la gloria cuando alcance a rozar con la yema de mis dedos el borde inferior de su colita a lo que ella respondía con miradas de asombro como rogándome que no lo hiciera más, cuando el doctor termino su intervención me indico programar la siguiente cita, despidiéndose se retiro un momento del consultorio, yo aproveche para arrinconar a Camila contra la pared acariciar más descaradamente su lindo culito a dos manos y comprometerla para que se encontrara conmigo una vez terminara su turno.
Así fue que hacia el final de la tarde muy cumplida llego al lugar convenido, con su uniforme y una chaqueta para el frió que llevaba cerrada hasta el cuello. Nos saludamos y hablamos nerviosamente de cualquier cosa, en medio de la conversación me indico que se sentía nerviosa por lo que había ocurrido y por lo que podría pasar, me dijo además que tenia novio y eso también la hacia sentirse extraña.
Estas aclaraciones en lugar de detenerme me excitaron aún más y le dije que antes de que se arrepintiera fuéramos a algún lugar para estar solos, a lo que me respondió que ni a un motel ni nada parecido por que le daba asco.
Entonces pensé –en donde diantre quiere la niña-, y el destino me dio la respuesta, mientras caminábamos un chico me entrego un volante en donde se anunciaba un lugar de proyección de películas para adultos en cabinas separadas, entonces. Sin decir mucho llegamos al lugar escogimos cualquier película, el dependiente le solicito su identificación para asegurarse que no era menos de edad.
Una vez en la cabina comenzó la película, era de unas mujeres rubias teniendo sexo con hombres negros, ella me dijo que nunca había visto algo parecido, no e si se refería a la película o a los negros de penes grandes.
El caso es que algunos instantes después estábamos besándonos ya delicadamente ya apasionadamente, al tiempo mis manos regresaban a su tarea con el culito divino, ella aunque tímidamente acariciaba mi pene erecto por encima del pantalón.
Sin recordar claramente me Vd. sentado con los pantalones en los tobillos y ella arrodillada dándome una mamada de ensueño –que tímida pensé-, de vez en cuando que sacaba mi pene de su boca sin dejar de pajearlo, lo ponía en contacto con su carita al tiempo que me decía cosas como –que rica la tienes- - estoy calientita-.
Yo como podía estiraba mi mano hasta su culito y desde atrás hasta su cuquita, que se sentía caliente e inflamadita, caricias que ella respondía con pequeños gemidos.
Luego de algunos minutos de la misma maniobra, la tome de su carita y le pedí que se levantara, me ubique detrás de ella y en medio de más caricias baje su pantalón y su bóxer muy lentamente hasta la mitad de sus piernas, ella apoyo sus manitos en el espaldar de la silla y yo me agache para ver sus agujeritos, su cuquita estaba brillante de la humedad y con mis dedos la esparcí hasta su anito.
Pase mi lengua, mis dedos y la mano abierta desde su cuquita a su anito varas veces, de vez en cuando, introducía la punta de un dedo en su cuquita y otra en su anito, no muy profundo solo un poco para que su excitación fuera mayor, hasta que me dijo –" me lo vas a meter?" yo respondí ¡a.C.! – " por donde?" –por todas partes cariñito " despacio porfa"
Dicho lo anterior procedí a penetrar esa jugosa cuquita, moviendo inicialmente la punta de mi pene a lo largo de su rajita, con una mano habría sus nalgas para verle el ano, desde la punta hasta los testículos se la metí, despacio, ella respondió con un gemido largo.
En el frenesí del mete y saca, le tocaba sus nalguitas, las separaba, llevaba mis manos bajo la ropa que aun llevaba el su torso hasta alcanzar sus senitos, ella giraba de cuando en cuando su cabecita con la oca abierta para que la besara, nuestras lenguas se encontraban y nuestros alientos se intercambiaban.
En un momento cambiamos de posición y ella se sentó en la silla retiro completamente su pantalón y panty, abrió sus piernas y las puso sobre mis hombros, al tiempo que nos besábamos y la penetraba pasaba mis dedos por su ano palpitante que ya estaba súper mojado, le dije que si quería probar por ahí, ye me confeso que siempre había querido pero que no lo había pedido a su novio por vergüenza, además que él también era tímido para pedir esas cosas.
Si más le di la vuelta ella ubico su vientre el borde de la silla, sus rodillas en el piso sobre la ropa y una de sus manos en el espaldar de la silla.
Al fin estaba por lograr penetrar ese culito divino, Separe una nalga con una mano y con la otra lleve mi pene hasta su agujerito, volvió a indicarme "despacio porfa" yo le dije -tranquila si te molesta mucho me indicas y paro-
Pero las cosas fueron de otro modo, sus gemidos para nada fueron de dolor, mi pene se abrió paso lento pero seguro hasta que mis testículos sintieron la humedad de su vágina abierta y la tenia penetrada hasta la base.
Comenzamos con un ritmito moderado, para luego acelerar, la cogida anal, otra vez los besos, otra vez, los gemidos, ese culito era un succionador de verga, que delicia, le habría la vaginita con una mano y metía un dedo, que se encontraba con la sensación de mi pene entrando y saliendo de ella.
Tras un rato así, se puso de pie contra la pared y me dijo: "sigue abriendo mi culito, sigue para entregártelo otra vez cuando quieras, me encanta lo que me haces dale, dale a mi culito. Con ambas manos abrí sus nalgas y dirigí nuevamente el pene hasta el fondo que a esta altura entraba muy fácilmente, rato después los gemidos eran más intensos por parte de ambos, el orgasmo de ella se hizo sentir en mi mano por sus piernas, en su voz, por mi parte apreté los dientes y descargué mi semen bien al fondo de su culito que agradecido me daba uno que otro apretón.
Fatigados por la faena y mi pene aun dentro ella me beso me dijo que le había encantado y que teníamos que repetirlo, lógicamente yo no me haría de rogar.
La película ya había terminado no se hacia cuanto, cuando salimos de la cabina el dependiente con una mirada cómplice nos dijo, "que vuelvan pronto"

0 comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.