No me lo esperaba, pero terminé cogiéndola

Llegué temprano a casa como todos los Viernes, lo primero que hice es sacarme el uniforme del laburo y calzarme los viejos joggins. Como hacía calor dejé mi torso sin nada. Una buena cerveza y a ver los canales de deportes. 
Me interrumpe el timbre, un poco contrariado y medio distraído abro la puerta. Una sonora cachetada me despabila y sorprende. 
-¿Quien te creés que sos para maltratar así a mi marido?- me pregunta Rocío 
-¿Qué hice yo?- repregunto aún un poco atontado 
-¿te parece poco?, lo humillaste delante de todos- afirma ella 
Su rostro tiene toda la furia de una fiera enardecida. 
-se lo merece, lo trato como hay que tratar a todos los pelotudos como él- le digo recuperando un poco el control de mi persona 
-¿Qué sabés vos como tratar a la gente?- me sigue desafiando 
-a vos también se como tratarte- le digo mirándola a los ojos 
La verdad es que Rocío me calienta, la deseo y me la quiero coger ya. 
Ensaya una nueva cachetada, tomo su mano en el aire y la arrastro hacia el interior de la casa. 
-¡soltame!- exige ella 
Ignoro sus palabras, con decisión la atraigo hacia mí. Intento besarla pero ella lo impide. Tomo sus dos brazos, la inmovilizo y la llevo contra la pared. Una mano mía alcanza para sostener sus dos manos sobre su cabeza. Sus ojos me queman, su mirada demuestra enojo. 
-yo no te voy a permitir que me tratés como al boludo de tu marido, ¿entendiste?- exclamo yo. 
Se revuelve y retuerce tratando de escapar, pero esta vez sostengo su rostro con mi otra mano. La beso a la fuerza. Por un instante devuelve mi beso, pero vuelve a resistir. 
-¡soltame!- ordena ella con recuperadas fuerzas 
Sus labios están apretados contra los míos, sus palabras apenas se entienden. 
Mi mano agarra una de sus tetas, la aprieto un poco, demostrando rigor pero no dolor. Su quejido me miente. 
-Me estás haciendo doler hijo de puta- me enrostra 
De abarcar por completo su teta, paso directamente a uno de sus pezones. Lo tomo apenas entre la punta de mis dedos. Aún por sobre la ropa siento que se ponen duros. 
-¿te gusta esto putita?- pregunto 
Ella sacude su cabeza negando, pero sus suaves jadeos me indican lo contrario. Mi mano suelta su pezón, baja hasta su vientre, donde su remera levantada por la posición de sus manos deja al descubierto su piel. Del ombligo bajo hasta la zona donde su pantalón se abrocha. Mis dedos no demoran en desprender el botón. 
-¿te gusta esto putita?- repito la pregunta 
Esta vez ella no responde, yo hundo mi mano por debajo de su ropa, incluso sobrepaso el borde de su tanga. Sin obstáculos rozo la zona de sus vellos, pero mi objetivo es llegar a su clítoris. Sus ojos fulguran mientras yo masajeo la parte superior de su vagina. Su suave respirar se ahonda, su boca se abre mientras me dispongo a besarla, pero a último momento me evita, gira su cabeza hacia el otro lado. 
Le bajo costosamente el cierre del jean, con algo de dificultad hago que su pantalón baje hasta la zona media de sus piernas. Ella no opone resistencia, apenas si mueve sus manos como para no facilitarme la tarea. La giro un poco para que su culo, apenas cubierto por su tanga se apoye en mi pija endurecida que pugna por alcanzar la libertad, aun presa debajo de mi ropa. Llevo sus propias manos contra su vientre, aprovecho la fuerza para sostenerla y apretarla contra mi. Mi mano libre vuelve a su raja, me sumerjo nuevamente entre sus piernas mientras le beso el cuello. Sus manos ya no fuerzan las mías, por el contrario sus palmas intentan hacer contacto con mis brazos. Su boca busca la mía por sobre su hombro mientras yo masajeo nuevamente su clítoris. 
-Te voy coger como nunca te han cogido- le advierto. 
-sos un hijo de puta- responde 
-y eso te encanta- observo 
No responde, vuelve a besarme, mi dedo mayor se hunde en ella mientras la palma de mi mano toma la posta contra su clítoris. Rocío responde con movimientos de su culo contra mi. Una y otra vez meto y saco mi dedo. Su respiración se agita mientras suelto sus manos y me ocupo de sus tetas. Su culo sigue atacando mi verga. 
-a tu marido lo maltrato, a vos te voy a hacer acabar- le digo 
Todo sucede en una rápida sucesión. Primero sonríe, luego gime y a continuación comienza a retorcerse. El orgasmo se apodera de ella. 
-haceme acabar…haceme acabar, no parés hijo de puta- exclama ella casi fuera de sí. 
Jadea, se queja y exhala una y otra vez. Su mano izquierda se aferra a mi brazo, 
mientras su derecha cruza sobre su hombro hacia mi cabeza. Me entrega su primer orgasmo. 
En lo que tendría que ganarnos la tranquilidad, ella se libera y gira, queda frente a mí. Muy apurada desprende mi pantalón, lo abre hasta que el bulto en mi boxer asoma. También quita de en medio mi ropa interior y mi verga surge como un animal agazapado que salta sobre su presa. Ella se arrodilla ante mí y con premura devora mi pija. Sus manos se apoderan de mis huevos, los abarca y aprieta mientras libera mi verga. 
-vamos a ver si sos tan macho, veamos cuanta lechita tenés- me dice mientras eleva sus ojos hacia mi. 
No puedo responder, no espera esa reacción de parte de ella. 
-no creas que sos el primero al que le chupo la pija- me dice 
-pero si el mejor- ensayo yo una respuesta 
-veremos…veremos- dice ella 
Su lengua recorre la cabeza de mi verga, baja lentamente mientras sostiene el tronco de mi pija, llega hasta mis huevos. Su lengua hace pequeños círculos en ellos, luego los besa, y finalmente los chupa, los deja un instante dentro de su boca. Los libera y me mira. 
-¿te das cuenta que sos mi juguete?- me dice 
-¿querías mi pija?- respondo con otra pregunta 
-me gusta la pija, ustedes los hombres son todos iguales- me dice despectivamente 
Comienza a masturbarme mientras su boca vuelve a mis huevos, los chupa ahora violentamente. Luego su boca se dirige a la cabeza de mi verga nuevamente, da un suave chuponcito. 
-Te hago acabar cuando yo quiera- me dice 
-sos una puta- me defiendo 
-siiii, porque eso es lo que le gusta a los hombres, que seamos bien putas- me dice 
 
Su mano incrementa el ritmo, su boca succiona una y otra vez, a veces con violencia, a veces suavemente. 
-vamos, dame esa leche, llename de leche si sos macho- ordena 
No puedo evitarlo, estallo en un borbotón de leche que llena su rostro. 
-¿Qué pasó bebé?, ¿te sacaron la lechita?, ¿donde está el macho aguantador?- se burla ella. 
Estoy recaliente, una acabada no ha sido suficiente, mi verga recupera la dureza en un santiamén mientras la tomo de los cabellos. 
Hago que se incorpore 
-desnudate- le ordeno 
Ella intenta aliviar el tirón con sus manos. 
-soltame hijo de puta- responde 
-desnudate- le ordeno nuevamente 
Ella obedece, termina de quitarse el pantalón, mi mano vuelve a su vulva mientras se quita la remera. Queda solamente con la tanga puesta. Advierto que una cola less, el cordón se hunde entre sus nalgas mientras ella se limpia los restos de semen de su rostro con su propia remera. 
Elijo la gruesa alfombra mientras le doy una orden 
-¡ponete en cuatro!- digo yo 
Sumisamente me obedece, su hermoso culo parece resplandecer ante mis ojos. 
-te dije que te iba a coger- le recuerdo 
Ella sonríe por toda respuesta mientras mueve su culo de un lado a otro muy lentamente. Mi mano acaricia su concha desde atrás, en el mismo movimiento subo hasta su ano. Mi dedo juguetea un instante alrededor del orificio. 
Mi verga está a punto, me acomodo para penetrar su vagina. Lo hago con fuerza mientras ella gime quejumbrosa. 
-¡que dura la tenés!- me dice 
Llego hasta el fondo y me quedo inmóvil un par de segundos. 
Ella arquea la espalda y desploma su pecho sobre la alfombra. Comienzo a moverme, lo hago profunda y lentamente. 
-¿así te coje tu marido?- pregunto 
-no…no…así no- responde apenas 
Doy un violento empujón, mi verga se clava en su concha con violencia. Intenta mirarme sobre su hombro. Pero una nueva arremetida hace que sus ojos se cierren de placer. 
-ayyy, me vas a partir, es muy gruesa- me dice 
Se perfectamente que lo dice para provocarme placer, no se por que a los hombres nos encanta que nos digan cosas así. 
Adquiero un ritmo casi enloquecido, mi verga taladra una y otra vez su raja. Mis manos se aferran a su cintura mientras ella copia mis movimientos. Nuestros cuerpos chocan repetidas veces. Sus jadeos y lamentos corean mis graves quejas. 
-dame verga, dame verga- repite ella 
-tomá yegua, te voy a partir, te voy a llenar de leche- exclamo yo 
-si…si dame todo, dame todo amor- agrega ella 
 
Son las últimas palabras coherentes antes que acabemos, lo hacemos a la par, mi leche inunda su concha mientras ella jadea abiertamente. Casi exhausto me desplomo sobre ella. Mi verga va dándose por vencida lentamente en su interior. Ella se recuesta para aceptar el peso de mi cuerpo sobre ella. Nos quedamos inmóviles. 
-uffff, que bueno estuvo amor- le digo 
-perdoname por la cachetada, se me fue la mano- se disculpa 
-no me dolió, por el contrario, me calentó- le aclaro 
Me acomodo mejor, me pongo a su lado mientras ella apoya su pierna sobre mi vientre. 
-te amo mi vida- me dice mi esposa. 
-yo también te amo- le respondo mientras cierro mis ojos para reponer fuerzas. 
Un juego más que culmina, una esplendorosa sesión de sexo de una pareja que lleva años de casados. 

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