Ella se deja...


Luego del fuerte primer encuentro, iniciamos con Mica una relación que nos dio muchas satisfacciones. Germán aún no imagina lo que ha comenzado a suceder, y transita por la vida ignorando que yo, uno de sus nuevos amigos, le está haciendo crecer unos buenos cuernos. 
Segundo encuentro 
-esta tarde te quiero coger, prepárate- le dije seriamente 
Ella tardo en responder, pero finalmente mi teléfono reprodujo su respuesta 
-no creo que podamos, hoy Germán está en casa- dijo ella 
-¿Qué me importa?, ¡nos vemos en otro lado!- dije pacientemente 
-¿te parece?, ¿y si se da cuenta?- preguntó algo agobiada 
-te espero a las cinco, en la esquina de tu casa- ordené 
-no se si pueda- intentó disculparse de antemano 
-más te vale que estés allí- exclamé suavemente antes de cortar la comunicación 
Adiviné en ella un gesto de preocupación. Pero estaba seguro de que era lo que ella quería. Aún resonaban en mi mente sus propias palabras: 
-hay momentos en que no quiero que me respeten- 
Eran puntualmente las cinco de la tarde cuando ella apareció caminando, rápidamente coloqué el auto a la par de su camino, casi sin detenerme abrí la puerta del coche y ella subió casi de un salto. No le di tiempo a nada, pues ella iba a saludarme, pero yo, de un solo movimiento la tomé de la nuca y llevé su rostro contra mi verga, que la esperaba erecta y a plena vista. 
Sorprendida tardó unos instantes en reaccionar, pero sin pensar abrió sus labios y se llenó la boca con mi verga. Los oscuros vidrios polarizados de mi coche la pretegían de vistas indiscretas exteriores. 
-chupá perrita, saludame al amigo- le dije 
Mica no ofreció ningún tipo de resistencia, se prendió a mi verga y comenzó a darme una chupada monumental. Chupaba con fuerza, casi con desesperación. Yo intentaba mantener el camino mientras ella se ocupaba de mi pija. Largas lengüeteadas recorrían el largo de mi verga, suaves besos se alternaban con chupadas a mis huevos. Delicados roces de sus labios en la punta de mi verga indicaban el reinicio del circuito. 
-¡como te gusta mi verga!, ¿no?- pregunté 
-¡me encanta!- respondió ella mientras sostenía mi pija con una mano, luego volvió a dedicarse a chupar. 
Llegamos a un oscuro hotelito de mi ciudad, una vez en la cochera cubierta, ambos bajamos del coche, yo apoyé mi mano en su culo y así la llevé hasta la habitación. En un principio ella intentó quitar mi mano. 
-¡ni se te ocurra!- ordené 
Ella aceptó mi orden con una sonrisa. Cuando ingresamos a la habitación quiso besarme. Yo lo evité alejando mi rostro del de ella. 
-desnudate- le dije 
-besame- me rogó 
-desnudate- repetí mientras me sentaba en un sillón individual algo desvencijado. 
Lentamente comenzó a desprenderse la camisa, dejó a la vista un cuidado sostén de encaje al quitársela. Siguió con sus jeans ajustados, que costosamente comenzó a bajar. Una delicada tanga cola less haciendo juego con el sostén dejaba en claro que a gusto se había preparado para nuestro encuentro. Ya solamente con la lencería puesta, se dio vuelta, dejando que yo admirara su precioso culo. 
-¿te gusta?, me lo puse para vos- dijo mientras movía su culo de un lado a otro de forma muy sexy. 
-¡desnudate completamente!- volví a ordenar siempre con el mismo tono de voz. 
Algo desilusionada por no haber conseguido el efecto deseado en mí, se quitó la lencería rápidamente. Ya totalmente desnuda me miró 
-¿así le gusta al señor?- su voz reflejaba algo de enojo. 
-Caminá para allá- señalé hacia el costado más alejado de la habitación. 
Mica obedeció sin chistar. Me gustó verla caminar desnuda, mientras sus nalgas se movían rítmicamente de un lado a otro. Vi que cuando giró hacia mí su rostro seguía serio. 
-¡sos hermosa desnuda!-le dije 
Fue como cuando uno le hace una caricia a una mascota, una inmensa sonrisa cubrió su rostro. 
-¿de verdad?- preguntó algo incrédula 
Como única prueba liberé mi verga, que se mostró tremendamente dura. Su rostro sonriente mostró una ternura casi maternal. 
-uyyyy, pobrecitoooo- exclamó 
Yo movía mi verga lentamente, Mica comenzó a acercarse 
-¿quiere que le haga unos mimitos?- preguntó dulcemente 
Llegó junto a mí, se arrodilló entre mis piernas mientras muy suavemente tomaba mi verga en sus manos. Pequeños besitos en la cabeza de mi pija indicaban el amor que le ponía a la tarea. Yo seguía casi inmóvil en mi sillón. 
-cabalgame- le ordené mientras me recostaba en el suelo sobre una vieja y gastada alfombra 
-me hacés sentir una puta- dijo ella 
-¡sos mi puta!, mi puta preferida- exclamé como respuesta 
-¿soy tu puta?, ¿tu putita?- interrogó 
No esperó mi respuesta, se colocó de frente a mí y comenzó a sentarse, muy lentamente fue acercando su raja a mi verga. Cuando hizo contacto lanzó un suave y largo gemido mientras su cabeza se volcaba hacia atrás. Mientras más entraba mi verga más se volcaba. Sus tetas se expandían frente a mis ojos. 
-ayyyy, que buena verga, ¡como me gusta!- exclamó 
Cuando la penetración llegó al máximo se tumbó hacia adelante, apoyó sus brazos a mis costados y comenzó a moverse, al principio muy lentamente, pero a medida que transcurrían los segundos fue acelerando sus movimientos. 

 

-¡dame esa verga, dámela toda!- parecía exigir mientras se movía 
-¡que bien te movés, sos toda una yegua!- le dije 
-si, una yegua, tu yegua- respondió 
-una yegua muy puta- agregué 
-ayyyy, voy a acabar- exclamó mientras intentaba conservar el ritmo. 
Sus manos se apoyaron en mi pecho, sus sentones se volvieron casi violentos mientras los temblores se adueñaban de su cuerpo. Sus gemidos se volvieron quejidos mientras sus uñas amenazaban con lastimar mi piel. Su respiración chocaba contra mi cuello. Con mis manos en su espalda la apreté contra mí, sus tetas se aplastaron contra mi pecho mientras exhalaba su orgasmo. 
Fueron unos pocos instantes de quietud, en los que ella comprendió que mi verga seguía dura y clavada en ella. Sin mediar palabras giró encima de mí, dándome la espalda. Ahora tenía su hermoso culo frente a mis ojos. Se tumbó hacia adelante, dejando que yo pudiera admirar también una buena parte de su concha penetrada por mi pija. 
Comenzó a moverse nuevamente, elevaba y bajaba su culo mientras sus rodillas apretaban mis piernas. El hermoso espectáculo de sus nalgas me hicieron comenzar a transitar el camino de mi propia acabada. Ella parecía remontarse nuevamente. Poco a poco sus movimientos me conducían por el camino del placer. 

 

-dame tu leche, lléname la concha de leche- exclamó. 
Escuché mi propia respiración que se agitaba, Ahora era yo quien temblaba mientras me derramaba en su interior. 
Me quejé amargamente mientras acababa. Ella cabalgó unos segundos para luego quitarse de encima de mí, se puso entre mis piernas y comenzó a chupar mi pija. 
-te la voy a dejar sequita- me dijo 
-como corresponde- afirmé 
-y que conste que esto a Germán no se lo hago- agregó. 
Mi verga quedó perfectamente limpia, ella se ocupó de lamer y limpiar cada gota de mi propia leche que había sido derramada. 
-estoy loca por vos- dijo mientras se recostaba a mi lado 
-¿por mi o por lo que yo significo?- le pregunté 
Me miró inquisitivamente 
-no te entiendo- afirmó 
-por mi en especial, o por el morbo que te produce que te coja el amigo de Germán 
-un poco las dos cosas- respondió 
-no nena, a vos te vuelve loca que te dominen, que te hagan sentir una puta- le dije 
-¿de verdad crees eso?- su mirada aún era inquisidora 
-por supuesto, y te lo voy a demostrar, sos una putita reprimida- le dije 
-¿Qué vas a hacer?- 
-¿yo?, nada. Sos vos la que va a hacer cosas que no te vas a olvidar más. 
Su mostró una mezcla de entusiasmo y curiosidad. 
-por favor, decime que vas a hacer- me interrogó 
Pero yo no respondí, los hechos le calmarían la incertidumbre. 

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