Tres orgasmos en el tren... y lechita

Pasaron dos días de aquellos deliciosos dos orgasmos en el tren... 
Nada podía sacarme esa imagen de la cabeza... pero sobre todo sentía que mi cuerpo no podía, se resistía a olvidar las sensaciones que me provocaba ese hombre y se apoderaban de mi cerebro convirténdome en una puta... en una putita (como me llamó), en “su” putita... 
Había fallado el día anterior, éste no fallaría! 
Noté que desde que lo conocí, no pensaba en mi ropa basándome en mi comodidad y en mi gusto, como lo hice siempre, sinó en provocarlo, en excitarlo! Busqué desesperadamente una mini de lycra negra... la encontré, era demasiado corta... Perfecta! Tanga negra; no me puse corpiño, completé con una pupera (remera suelta y corta...) botas de taco, campera y salí! 
A medida que caminaba hacia la estación percibía transformaciones en mi cuerpo que no puedo explicar, la dureza en mis pezones, el arqueado de mi cintura, la textura de mi piel en las piernas, hasta en mi actitud había cambios. Llegué a la estación. Me quité la campera. Percibía las miradas de los hombres, algunas acompañadas de deliciosas guarangadas que me hacían predisponer cada vez más! 
El tren llegó, subí en el vagón habitual, muuuucha gente, gracias a Alá! 
Llegamos a Padua, las puertas se abrieron y pude verlo. Oh sorpresa y desilución cuando lo ví hablando con otro hombre, tan grandote como él, con su misma onda aunque rapado y más metalero. El tren se detuvo al fin, yo bajé la mirada ya sin esperanzas de que pasara algo cuando siento su mano en mi cintura y arrastrarme en el amontonamiento como otras veces al rincón, a nuestro rincón! Fueron múltiples las quejas de los demás pasajeros por su brutalidad para ganar ese espacio pero al fin reinó la calma. Me puso frente a él, mi espalda contra la pared, con su mano levanto mi pera y me dijo: “Hola nenita!” Antes de contestarle observé sus ojos, su barba, su boca; “Hola papi!” Bajó su cabeza y me comió la boca, literalmente, sentí su lengua dentro de mi boca invadiéndome, revolviendo la mía como un animal! Era la primera vez que me besaba así! Mis manos que estaban todavía en su pecho y su panza, bajaron lentamente hasta su pantalón y sin dudarlo se apoderaron de su bulto, que no demoró en demostrarme su placer moviéndose, marcándome exactamente la posición de la pija. Se la agarre y la apreté suavemente al mismo tiempo que mi boca le devolvía el beso esta vez siendo yo quién le rodeaba la lengua con la mía en tanto tragaba su saliva espesa y deliciosa. 
Escurrimos el beso, él empujó con su pija en mis manos, acomodándose. Yo volvía del beso cuando me ví rodeada y lo escuché decir en voz baja: “Qué te dije, boludo?” Giré la cabeza, la alcé y lo vi, el hombre con quién hablaba antes de subir! No lo había registrado! Estaba pegado a nosotros, a mi costado, enorme también, de su misma edad, tipo 40 y tan fuerte como él! “Hermosa!” le contestó y me miró hasta donde pudo, desnudándome. Me di cuenta que estaba tapada por los dos como en una cabina... jajaja! Mis 1,56 y mis casi 50 kilos no existían detrás de semejantes moles! Me acurruqué en el pecho del barbudo, pensé en si se pondría esas camisas abiertas para mí... Rocé como sin querer mi cara en los pelos de su pecho oliéndolo, sin dejar de acariciarle la pija que no paraba de crecer y endurecerse en mis manos. Le acaricié los huevos calientes, grandes y mis dedos rozaron lentamente su pija intentando sentir cada vena, reconociendo cada milímetro de la verga de ese macho que buscaba una puta que lo complazca... y la había encontrado! 
Sentí su mano en mi cintura, debajo de la remera, subió por mi costado deteniéndose en mi axila, acariándome con su pulgar, en círculos, el pezón, tan duro como a punto de estallar. Su otra mano acarició las mías sobre su pija... me agarró la derecha y la llevó hacia un costado, yo me dejé guiar hasta que sentí que chocaba el pantalón de su amigo, intenté retirarla, no me la soltó, lo miré. Su mirada me impone obediencia, sumisión, no se explicarlo... pero me encontré abriendo la mano y dejando que la suya me guíe hasta apoyarla sobre el bulto de su amigo. Me hizo moverla para que sintiera la otra pija y me soltó, ordenándome con sus ojos que se la acariciara como a él. Bajé la vista... y obedecí, reconocí el tronco de la verga de su amigo y empecé a pajearlo sobre el pantalón también a él, en tanto sentía la mano del pelado también meterse debajo de mi remera y empezar a manosearme. Salía de la sorpresa para empezar a sentirme halagada, parando las pijas de dos desconocidos con mis manos y entregando mi cuerpo a sus manoseos. 
Hablaron entre ellos... yo volaba! La verga del pelado se habia puesto enorme también y el manoseo que me estaban pegando entre las piernas por la concha y por la cola era infernal! En un movimiento cuando subía y bajaba gente en Ituzaingo, solté sus pijas y se acomodaron de manera que quedé entre los dos, el pelado detras mío y el barbudo adelante, no hizo falta ponerme en puntas de piés, sentí bajar al pelado, poner sus rodillas detras de las mías, calzarme literalmente la pija en la cola y levantarme haciendo que mi concha quede apretada a la pija del barbudo. Sentía que no podía respirar entre los dos, se me salía el corazón! Estaban hirviendo! Puse mi cara en el pecho del barbudo y me entregué a ellos, que hasta la próxima estación no pararon de refregarme las pijas como animales! Estaba mojada, podía sentirlo. Sentía los labios de la concha abiertos y el agujerito del culo me ardía. 
Me soltaron y volvieron a arrinconame! El barbudo me hizo mirarlo y me preguntó: “Te gustó putita, no?” Hice que sí con la cabeza y acaricie las vergas de los dos, el pelado se agacho un poco y me dijo: “Dame un besito, putona.” Entreabrí los labios acercándolos a su boca y su lengua se metió en la mía invadiéndome. Se la chupé, me la sacó y tragué al mismo tiempo que el otro me decía: “sacate la bombacha y dámela, perra!” Me sacó el bolso del hombro y lo puso en el rincón, yo agarrada de los dos, temblando, agitada, como pude en tan poco espacio me saqué la bombacha, luchando porque se me trababa en las botas. Estaba húmeda. Al fín lo hice y se la entregué. La agarró y se la metió en el bolsillo. “Subite la pollera”, me dijo. Lo hice subiéndola hasta mi cintura mientras las manos de los dos subían por mis piernas, esas manos enormes con dedos que parecían pijas calientes, me apretaban, me pellizcaban, se confundían entre mis piernas hasta que sentí un dedo penetrarme la concha que se babeaba de calentura. Y empezaron a pajearme, cuando uno me sacaba el dedo de la concha me entraba el del otro, no podía más! Me agarré del brazo del pelado me hundí en su axila y acabé con dos dedos metidos en la concha, uno de cada uno, uno desde adelante y el otro desde atrás, con los pies en el aire, temblando como una hoja, empapada! Siguieron, me mojaban la cola con mi propio flujo. El barbudo me dijo: “Mirame cuando te cojo, pendeja.” Lo miré y en ese momento me hundió el dedo en el culo hasta el fondo! Me metí en su pecho para no gritar., me lo cojió un poquito y sentí la mano del pelado apretar mi nalga, el barbudo me sacó el dedo y el otro me metió el suyo. Me dí cuenta que estaba con la cola tan parada recibiéndolos que podía sentir tirones en mi cintura! Se turnaban para meterme el dedo en el culo y era delicioso! Sentí la mano del pelado ir hacia adelante y hacerse lugar entre mis piernas con su puño cuando al fin su dedo me penetró la concha. Diosssssssssssssss! Me estaban cojiendo la concha y el culo al mismo tiempo! Miré al barbudo y murmuré... “Sos un hijo de puta!” Sé que me había escuchado o leído los labios pero me preguntó a medida que me sacaba el dedo de la cola y el otro seguía cojiendome la conchita: “Que dijiste putita?” Acercó más su oreja a mis labios y le repeti titubeando... “que sos un hijo de puta!” Me agarró de la nuca, me apretó contra su pecho y sentí como entraba su dedo en mi culo pero esta vez seguido por otro, se trabaron en sus nudillos y empujó hasta metérmelos enteros! Me estremecí de dolor y placer y sin terminar de reaccionar sentí dos dedos del pelado meterse en mi concha! El barbudo aflojó su mano en mi cabeza, bajo la suya y me dijo: “Esto es ser un hijo de puta! Imaginate cuando te entre con la poronga, putita, que es el doble de ésto!” Yo deliraba, estaba en otro mundo! Me dieron hasta que acabé en un orgasmo infernal dándome cuenta que ellos ya no movían sus dedos, que era yo la que me movía haciendo entrar y salir sus dedos de mi culo y de mi concha como una puta en celo! El barbudo sacó mi bombacha del bolsillo y se la pasaron, limpiándose las manos mientras yo obedecía la orden de agacharme y sentía sus manos pelearse llevando mi cara de pija en pija. 
Mi boca y mi nariz se desesperaban por sentir el olor y el sabor de esas dos vergas enormes! Bajé el cierre del jean del barbudo y metí mi mano esquivando el calzoncillo para sacar esa pija enorme que ni siquiera pude ver pero que no dudé en metérmela en la boca y que con mi puño agarrándosela desde la base y todo, hizo tope en el fondo de mi boca, por lo que la saboreé recorriéndola con mi lengua, me la saqué para poder tragar y esta vez sin las manos volví a chupársela, pero no pare hasta chocar mi nariz con sus pelos y no me la saqué de la boca hasta que sentí una arcada provocada por la cabeza de su pija atravesada en mi garganta! Volví a chuparsela, deliciosa, gorda, hirviendo, hasta sentir unos golpes en mi mejilla y la textura y el olor de otra pija pidiendo mi boca... agarré la pija que estaba chupando y empece a hacerle la paja mientras repetía con la verga del pelado lo mismo que con la anterior, ésta no era tan gorda pero sí más venosa y tan deliciosa y fuerte como la otra y yo quería las dos, por lo que junté las cabezas y las chupé a la vez las lamí juntas acariciaba los agujeritos con la puntita de mi lengua pidiendo leche! Una mano del barbudo me guió para que se la chupe a su amigo, reaccioné que faltaría poco para que bajen y que querían que los haga acabar tanto como yo quería sus acabadas. Giré un poquito, me agarré de las piernas del pelado y empecé a mamársela como una perra! Miré hacia arriba y allí estaban sus ojos ordenándome que termine mi trabajo. Subí mis manos... saqué sus huevos también del pantalón y se los chupé. Uno, luego el otro y empece a masajeárselos sin dejar de chuparle la pija hasta que sentí que me inundaba la boca y cada vez que retrocedía en la chupada, tragaba la leche caliente hasta que no le quedó una gota por darme, ni yo por tragar. Bien puta, le agradecí limpiándosela toda con mi lengua! Me acarició la mejilla y los labios mirándome, nos sonreímos satisfechos y me giró con su mano la cara para que se la chupara al barbudo. 
Yo moría por su leche porque moría por esa pija, por esos huevos, por ese macho, por ese hombre! Empecé a chupársela, sin dejar de mirarlo a los ojos, chupándole los huevos, acariciándome la cara con su pija, comiéndosela toda, besándosela, lamiéndosela, diciéndole en cada mamada que amo que me agarre así en el tren y me haga su puta, que allí él es mi dueño y que estoy para satisfacerlo. Me hice un poco hacia atrás, le mostré que así en cuclillas, estaba pajeándome por él y seguí chupándosela mientras me dedeaba buscando acabar con su verga en mi boca, hasta que se la apreté con mis labios y con solo el movimiento de mi lengua y retorciéndome de placer le decía que estaba acabando, lo que desató su leche que me colmó la boca, acabándome también como un animal, dándome mi paga, lo que me gané por puta! Se la limpié toda y yo misma la metí en su calzoncillo y su pantalón nuevamente. Me paré, sudada. Sentía en los labios, fuego; el sabor de los dos en mi boca, sus acabadas dentro mío... me acomodé la ropa e intenté sacarle mi bombacha del bolsillo. Me hizo que no con la cabeza, me dió risa, me dijo: “pendeja putita hermosa!” Jugó con su nariz en la mía mientras el otro me daba una palmada en la cola y me decía, “Sos una perrita deliciosa!” La gente se movía, el tren se detuvo. El, que sostenía mi mano, la soltó, giró y ambos bajaron. Ya en el andén se pusieron cerca de la ventana para que los viera y como dos chicos grandotes se pasaban mi bombacha, su trofeo! Yo les sonreía! A mí, me había quedado en la boca, la concha y el culo, el placer de dos machos que, ni más ni menos, saben lo que una putita como yo necesita. Y allí estaba, servida, sintiéndome desnuda aún, sin bombacha, descolocada, pero absolutamente orgullosa de haber sido la puta elegida.

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