Loly... 2º


"No se dio cuenta cuando entramos. Todavía estaba despatarrado en el sillón con las piernas abiertas y su pija colgando de lado. Nos dio risa. Cuando nos sintió cerca se despertó medio zombi pero no reaccionó hasta que vio a Vero. ¡No le alcanzaban las manos para manotear un almohadón y taparse! Jajaja. 
- Te presento a Vero. 
- Me podrías haber avisado que iba a venir una amiga tuya... 
- ¿Y dónde hubiese estado la gracia?- le dije sonriendo. 
Vero se hacía la misteriosa. A ver: si yo estoy buena de cuerpo, Verito me parte al medio: algo más bajita que yo, morocha de pelo láceo negro casi azabache, blanca con pequitas, boca perfecta, ojos verdes bien de gata, unas tetas que a mi me entran perfectas en la mano, cintura que la camisa del colegio dejaba ver muy finita y una cola que era todo un lujo. Mi amiga: qué pendeja hermosa. Ella lo sabía y lo usaba a su favor. Encima caminaba a lo perra dejando ver que no usaba medibachas sinó medias largas y con la camisa desabrochada mostrando el nacimiento de sus tetas. 
Se levantó con cuidado de mostrar bien sus muslos y preguntó dónde quedaba el baño. El flaco la miraba y se le caía la mandíbula. Me ofrecí a mostrarle pero al llegar a la puerta de la cocina no aguanté más y la abracé desde atrás, guiándola para que quede de frente al loco. Vero se dejaba hacer y comencé a refregar mis tetas en su espalda y a recorrer su cadera, su cintura, sus tetas y su cuerpo con las manos. Empezamos como a bailar sin música. Yo lo miraba al flaco que ya se le empezaba a parar el instrumento de nuevo pero tuvo el buen tino de no meterse y dejarnos tranquilas; bien x él. Lo miré de refilón mientras me comía la nuca de Vero y vi cómo se acomodaba en el sillón como quien va a ver una película. 
Ya a esa altura Vero me agarraba la cabeza y seguía mis manos con las suyas, jadeando y disfrutando. Yo me estaba mojando pero mal y no veía la hora de comerme esa boca que tanto me gustaba. La puse contra la pared y la apreté toda sin dejar de comerle el cuello y la nuca, sin soltar sus tetas. Le subí la pollera bien despacio, con intención de que el flaco pudiera adivinar la forma de su culito pero en vez de eso, pasé mi mano hacia adelante y la sumergí entre la bombacha y su piel... Ahi sí que Vero dejó escapar un gemido agudo, bien de nena y hacia atrás buscó mi boca con la suya, jadeándome en la cara. Pero no aguantó más y se dió la vuelta, quedando frente a mi. ¡Cómo nos comimos las bocas, Dios! Era chupar su lengua y ella mis labios. Le agarré sus manos y se las puse contra la pared como esposándola prisionera y comencé a bajar mis besos a su cuello y pecho. Rápido le abrí los botones de la camisa y desabroché su sostén... Decir que chupé esas tetas es un decir: me deboré esas tetitas completas. Metí mi muslo derecho entre sus piernas y apreté en el medio, sintiendo cómo me mojaba la piel. Ella me agarraba la cara y gemía, guiándome de un pezón a otro y asi. Ahora me causa gracia pero ya ni me acordaba del flaco, sólo éramos ella y yo. 
Ya mi concha hervía asi que miré a Vero a los ojos y la solté como para que fuese al baño. Iba como drogada, jejeje. Suspiré y al darme vuelta me encontré con que la situación estaba tensa y húmeda, jajaja. La cara del flaco era de éxtasis puro y pelotudez extrema. Me acerqué a él despacio, aún con la boca y el muslo mojados por Vero, y me puse arriba de él sin subirme, con los brazos apoyados en el respaldo a cada lado de su cabeza y lo miré fijo. 
- Linda mi amiga ¿no? 
- Vos me gustás más- me mintió. Qué tierno. Le sonreí y se acercó como para besarme pero no lo dejé. Con mi dedo lo empujé de nuevo hacia atrás y mientras lo recorría de arriba a abajo con la mirada, con mi mano le acariciaba el pecho, la tablita de lavar, los muslos... Fui bajando y me arrodillé, quedando con mi cara a cms. de su entrepierna. Te juro que la veía latir y se le movían los huevos. ¿Para tanto era? Ja. Agarré con la mano esa hermosa cosa y con la otra apreté suavemente las pelotas: estaban hirviendo. El flaco dejó escapar un suave jadeo como si llorase. Lo tenía literalmente entre mis manos. Mientras lo pajeaba suavecito, con la palma de mi otra mano masajeaba sus huevos. Verlo con esa cara de pelotudo por lo que yo le hacía me calentaba bastante. A la mierda, si estaba por hacer algo que me encantaba, más allá de que a él le gustara o no. De una me tragué más de la mitad de su pija de golpe, haciendo que pegue un salto del sillón. Lo sentía latir en mi boca, llenándola por completo y empujándome la lengua. Era genial. 
No sé cuánto habrá pasado pero así nos encontró Verito. Se sentó al lado del flaco y miró la escena divertida. 
- Parece que no me necesitan- dijo a media sonrisa. 
- Acá sobra para las dos- la desafié. ¡Para qué! 
Primero se tomó todo su tiempo para besarlo al flaco, dejarse chupar la lengua y refregarse un poquito. Pero después me miró a los ojos y se vino al lado mío. Yo seguía ocupada. Se arrodilló y se puso a ver en primer plano lo que yo hacía. Sentí cómo me acariciaba el pelo y la espalda. Quiso darme un beso pero había un tremendo tronco de carne entre nuestras bocas asi que al momento éramos dos chupeteando ese coso. Yo la cabezota, Vero el palo, yo los huevos y Vero la cabeza. 
Pero al parecer, mi amiga tenía otros planes. Se subió al sillón y se paró frente al flaco, con su conchita mojada cerca de su cara. Lo próximo que ví fueron las manos del loco agarrando los cachetes de la cola de Vero mientras con la lengua le daba pala. Desde abajo la vista era buenísima. Veía la lengua del flaco entrar y salir de la cuevita de Vero como un taladro. Ella se agarraba a las manos del pibe y se abría más los cachetes, dejándome ver lo que yo quería probar: su agujerito cerrado y vírgen. 
La música de fondo, los jadeos y gemidos de Verónica, las respiraciones, todo era un hermoso descontrol. Al momento escuché acabar a mi amiga. La ví temblar y agarrarse a la cabeza del flaco, como si quisiera metérselo todo adentro. Pero como también sentí latir la pija del flaco más de la cuenta, lo solté y la atajé a Vero antes de que se desplome. No la dejé bajarse. En el momento en que empezaba a hacerlo, la sostuve de las caderas y en un único movimiento, me enterré yo solita esa pijota en la concha y metí mi cara entre las nalgas de Verito. Se ve que el flaco entendió, porque empezó a darle lengua de nuevo. Ahi estábamos, yo cabalgando el relámpago con mi lengua penetrando el culio de mi amiga y el loco dale que va en mi cuevita. Decí que ella se sostenía apoyada con las rodillas en el respaldo del sillón porque yo sola no la hubiese podido aguantar. Cuestión que Vero gemía y gozaba como loca. Creo que nunca la escuché gritar con tantas ganas. A veces yo subía y bajaba tan rápido que podía darme el lujo de gritar. La lengua del flaco y la mía jugueteaban cuando se encontraban por ahi abajo, pero llegó un momento en que Vero se cayó o se tiró. La cosa es que quedó despatarrada al costado jadeando como si hubiera corrido una maratón, como muerta, con su pollerita subida y la camisa desabrochada a medias. Ahi me concentré en lo que tenía metido adentro y me agarré de los hombros del flaco. Nos besamos muy fuerte, sintiendo el gusto de Vero en nuestras bocas. Lo besaba por toda la cara al tiempo que no dejaba de subir y bajar. Ahi el pibe me agarró de las nalgas y me ayudaba a hacerlo, apretándome bien contra su verga en cada embestida. La forma en que acabé no tiene nombre. El no acabó pero me mordía las tetas sin parar mientras me tenía bien agarrada del culo. Yo me abracé a su cabeza y no lo quería dejar salirse de adentro mío, pero él mismo me sacó de su verga y se levantó, dejándonos a las dos en coma en el sillón. Verito pudo ver todo y ya estaba sentada. Nos besamos con ternura, como curándonos las heridas de guerra. Besos profundos, lentos y cariñosos, muy al estilo de ella. Se mandó encima mío sin dejar de besarme y nuestras tetas se encontraron calentitas. 
Habremos estado asi un ratito cuando sentimos que alguien se sentaba al lado nuestro. Otra vez se quedó sin intervenir. Vero bajó a mi entrepierna y empezó a besarme los muslos y al rededor de la concha, haciéndome desear su lengua dentro mío. Su aliento ahi abajo era como un horno encendido. En eso siento al mismo tiempo su lengua en mi clítoris y un par de sus dedos en mi concha. Pegué un salto y grité. Aunque estaba sentada, me tuve que agarrar de algo porque sentí que me caía. El flaco besó mis gemidos y masajeó mis tetas con dulzura, recorriéndolas con los dedos por la parte de abajo, de atrás y en el nacimiento. Luego me besó el cuello y ahi la pegó porque no hay cosa que me vuelva más loca. Vero y su lengua me llevaban lejos y él que no paraba con mi cuello. Los dedos de Vero iban y venían; la guacha sabe cómo hacerme gozar como nadie. Y me vino un espasmo en todo el cuerpo que me hizo temblar toda hasta la punta del dedo meñique del pie. Una cosa es que te lo cuente, otra haberla sentido como la sentí, boludo. Veía como en una nebulosa. Vero me miraba a mi y al flaco desde allá abajo entre mis piernas, con la boca empapada de mi y con una sonrisa, pasándose la lengua x los dedos mojados. Sólo esa imagen casi me hace acabar de nuevo, la muy yegua. Sabe que sus ojotes verdes me pueden. Subió de nuevo a besarme y nos encontramos los tres en un riquísimo beso triple. Verito sentada encima mío hacía que nuestras conchas quedaran expuestas, sólo que ella estaba de espaldas. Se ve que el pibe no aguantó de nuevo esa visión de nosotras asi y se puso atrás de ella. Me dí cuenta de que mi amiga estaba siendo ensartada por la cara de sacada que puso. Claro, ella aún no había probado en su cuevita semejante monumento a la poronga. Me besó más fuerte y gimió dentro de mi boca, abriendo los ojos como sorprendida. 
- ¡Dios!- fue lo único que se le pudo escapar de la boca, tirando la cabeza hacia atrás y recibiendo mordiscos del loco en su cuello. Los movimientos de ellos dos eran lentos y profundos. Vero gemía como una perra, la muy puta; creo que nunca la vi gozar asi. Verla era todo un espectáculo. Me incorporé un poco y agarré del culito al flaco, empujándolo más adentro de mi amiga. Era divertido. La boluda me decía a mi "¡Pará, pará, Lo! ¡Pará boluda que no aguanto más!" como si yo fuese la que se la estaba cogiendo. Pero de pronto sentí cómo me penetraban a mi y empezaban a bombearme. ¡El flaco hijo de mil puta nos cogía a las dos a la vez! Yo le agarré los pelos a Vero y ella me mordisqueaba el hombro, como queriéndome comer el tatoo de la luna. Parecía una danza. Yo no lo podía ver cuando lo hacía pero se notaba cuando el flaco me la sacaba a mi y se la enchufaba a mi amiga, ella gemía de golpe y me besaba y yo le tiraba la cabeza para atrás de los pelos lamiéndole el cuello mientras el flaco la besaba. Salía de Vero y entraba en mi, 3 o 4 bombazos y cambiaba a la otra. En eso se concentró un rato en Vero y le dió como en bolsa. Se agarró de sus caderas y le dio de una manera que yo ya conocía de hacía un rato. Vero pedía por favor, gemía, lloraba y gritaba que ni que la estuvieran matando, pero la muy perra mojó hasta en el sillón de lo mucho que acabó. Me apretó los hombros y me clavó las uñas, gritándome su orgasmo en la cara. Se desplomó como muerta al costado y quedamos solos con el flaco, todo transpiradito y jadeante y su terrible pijota toda para mi, brillosa y gorda. No sé qué cara habré puesto. No aguantaba más y se lo dije: quería que me cogiera como a Vero y acabar asi. Yo me puse en su posición, con las tetas y los brazos apoyados en el sillón. Levanté la colita y me abrí un cachete con la mano. Me pasó la verga bien por la raya de la cola, como poniendo una salchicha entre dos panes. Hizo lo mismo con mi conchita, que para ese entonces era un enchastre. 
- Metemela, no doy más... - 
Pero el muy forro me la seguía refregando por la entrada de la concha y ya me estaba poniendo frenética. Llegaba con la punta a pasármela por el clítoris y metía el nacimiento de su cabezota. Después repetía lo mismo. El muy guacho ni siquiera me dejaba ensartarme yo misma porque me tenía bien frenada con sus manos en mis caderas. Literalmente, me había convertido en una yegua domada a la espera de que la sirvan. Me empezó a pasar la lengua por la espalda, por lo hombros y el cuello. Acariciaba mis brazos hasta las muñecas y volvía y nunca dejaba de hacérmela desear adentro. Pero en un momento me llevó las manos hacia atrás, me agarró las muñecas y las sostuvo como si fueran riendas... Y me la enterró de un solo tirón hasta el fondo. Sentía la bolsa de sus huevos enormes pegar en mi clítoris a cada instante. Si a mi amiga le dio una paliza, a mi me estaba matando. Me acuerdo y me mojo toda de nuevo. 
Sin lastimarme pero bien agarrada, me tenía de las muñecas y me la metía con furia y profundo. Casi que la sacaba completa y solo cuando salía la cabeza, me la mandaba hasta los huevos otra vez. Perdí la noción del tiempo, del espacio, perdí a mi amiga y la cordura. Perdí todo. Era pura adrenalina de pasión y sentimientos. Mis sentidos estaban concentrados en mi concha. Sentir cómo me llenaba cada vez con ese pedazo de carne era terrible. Creo que por primera vez en mi vida tuve tres orgasmos al hilo. No terminaba uno y se venía el otro. Al tercero sí me acuerdo que grité. Según Verito, hasta le pareció que lloraba. Puede ser. La cosa es que yo acabé y el flaco me la sacó de una para llenarme la espalda y los cachetes de la cola de leche. Estaba hirviendo y sé que me cayó hasta en el pelo de cómo acabó. No me importó nada. Podían mearme 60 elefantes encima que era lo mismo. 
El flaco cayó de rodillas y ahi quedó, temblando y rebuznando como un burro. Miré al costado y la vi a Vero mirando la escena muy complacida, ja. Su sonrisa decía todo. Nos fuimos al baño, nos bañamos por turnos muy rápidamente y nos arreglamos lo mejor que pudimos. Nos reíamos, las muy boludas, pero nos temblaban las piernas. Al volver al living, Vero se acercó al pibe y le dedicó un beso tierno y profundo. Luego fue mi turno. El flaco nos miraba a las dos con el culo lleno de preguntas pero a punto de desmayarse. Agarré su celu y me llamé al mío. Ya se había desmayado en el sillón. Con Verito nos miramos y nos reímos. 
- Cómo me hiciste gozar, hija de puta- le dije dándole un pico. 
- Y vos sos la mejor amiga que una pueda pedir, jajaja. Compartís bombones de éstos que te encontrás por ahi. 
- ¡Obvio!- le dije y empezamos a cagarnos de la risa pero nos callamos. 
Al salir miré atrás, me sonreí y cerré la puerta. 
Esta vez no me llevé las llaves."
 

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